Capítulo 24

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Narrador Omnisciente

Pequeñas y cálidas manos lo sacuden. Las sombras a su alrededor se mueven, empezándose y envolviéndolo. Alejándolo de ella.

Observó a su alrededor. Una casa se encontraba a la distancia, parecía estar sola. Abandonada. Como si de un imán se tratara, se deslizó hacia ella. Era una casa pequeña, parecida a las que había visto en Japón, pero había algo que la hacía diferente a las demás. Parecía carente de color y vida.

El shoji se deslizó sobre sus ruedas sin emitir un sonido cuando subió las escaleras del porche. No había más que una espesa oscuridad frente a él y esta lo invitaba a perderse en ella. Tenía la leve sensación de que si entraba ahí nunca más regresaría.

No podía recordar donde había estado antes de abrir los ojos y encontrarse en este lugar, pero sentía que algo, ella, lo mantenía lejos de esa absoluta oscuridad.

No recordaba su nombre, solo su rostro y enigmáticos ojos grises.

¿Quién era esta mujer?

¿Por qué no podía irse, caminar hacia el silencio y calma absoluta, sin sentir que su pecho se rasgaba en dos?

Tenía una familia, lo sabía, pero se sentía en calma con el hecho de que ellos estarían bien si moría. Aquel hombre se lo debía, después de todo se encontraba aquí en lugar de él.

Dio un paso hacia la oscuridad, pero de inmediato un dolor azotó su cuerpo. Se sentían como descargas eléctricas que encendía en llamas todo a su paso. Su cuerpo vibró por unos segundos, pero la sensación luego desapareció. Ignorando aquella escalofriante experiencia dio otro paso, en esta ocasión el dolor que sintió sometió su cuerpo y lo obligó a caer de rodillas.

Jadeo, sintiendo que algo reverberaba en su pecho con fuerza, sacudiendo todo a su paso. La casa frente a él se deshizo tablón por tablón. Entre la espesa negrura un rayo de luz apareció y lo cegó.

El aire expandió su pecho cuando logró ver lo que se encontraba entre la luz.

Una mujer cubierta de sangre lo miraba con una súplica en los ojos, pero fueron las lágrimas en ellos lo que causó que se pusiera de pie y diera un paso tambaleante en su dirección.

Él nunca la vio llorar.

Él nunca vio el dolor y miedo en ella.

Él nunca vio algo tan real.

***

Dima Voronin Sminov

El dolor desgarrador en mi pecho es lo primero que siento al abrir los ojos. Se sentía como si alguien estuviera dividiendo mi cuerpo en dos. Era una sensación incorrecta, aterradora. Intento hablar, llamar a alguien para que lo detenga, pero las palabras eran imposibles de formar.

Observo desesperado a mi alrededor cuando un movimiento a mi lado llama mi atención. Siento sus manos entre las mías antes de verla, pero cuando lo hago todo a mi alrededor desaparece. Su rostro seguía siendo el mismo que la última vez que la vi, pero había más golpes y moretones que la última vez. Quiero preguntarle qué pasó, pero de nuevo las palabras no salen.

—¿Duele? —Su voz atraviesa la nebulosa que abruma mi mente. Asiento, sintiéndome indefenso y desesperado. Quería que desapareciera—. Está bien, dejará de hacerlo en un momento.

Quiero estirar la mano cuando aleja una de sus manos de las mías. No la quería lejos, necesitaba cada centímetro de ella tocando mi cuerpo. No dejo de mirarla, anhelando que se acueste a mi lado para que todo desaparezca, así como sucedía cada vez que me enfrentaba a ella.

Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora