Capítulo 2

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Mei Yoshida

—Será la guardaespaldas de mi hija, ¿comprende la importancia de eso? —dice el señor Shinoda a pocos centímetros de mi cara. Estaba tratando de intimidarme, pero eso no pasaría. Había sido entrenada para esto.

—Sí, señor. Lo comprendo —transcurren unos segundos hasta que asiente. Se aleja y toma asiento frente a su escritorio.

—Tanaka me juró por su vida que eras la mejor para este trabajo. Que no había mujer más letal que tú para proteger a mi hija. Así que espero que sea así, señorita Nakamura. O tú y él pagarán con sus vidas si a mi hija le pasa algo.

No emito sonido ante su clara amenaza, pero asiento. Tanaka había hecho su trabajo al convencer a Shinoda, lo que lo mantendría lejos del radar de la Interpol por un tiempo. Pero en cuanto infringiera la más mínima ley tendría a varios agentes bajo su culo.

—Uno de mis hombres te llevará a tu habitación. Pero antes de eso quiero que conozcas a mi hija. ¿Alguna pregunta hasta ahora?

Tenía miles de hecho, pero hasta ahora solo una tenía que ver con mi trabajo.

—¿La señorita Shinoda tiene prohibido ir a algún lugar?

—Puede salir de la mansión siempre que quiera, pero no sin antes consultarlo conmigo. ¿Y dentro de la mansión? Solo la habitación de su prometido. No puede estar a solas con él.

—Entendido.

Salgo de ahí en cuanto me despacha y sigo a uno de sus escoltas personales. Takeshi. Mientras me guía hacia la habitación de Jun Shinoda, dejo que mi mente analice la información que me fue dada.

El prometido de Jun Shinoda era Dima Voronin, hijo de Alexei y Anastasia Voronin. Los Reyes de la mafia. Dima era mi segundo objetivo en esta misión. Y era el más peligroso. Había investigado y devorado toda la información que logré encontrar sobre él. Tenía mi edad, solo era unos meses mayor que yo. Disfrutaba de las fiestas y del boxeo. Pasaba mucho tiempo con su familia. Y en cuanto a cometer actividades ilícitas, era el que menos las escondía de las autoridades. Pero era un príncipe de la mafia, dudaba de que se acordara de que la policía existía.

Conocía casi todos los almacenes de droga y armas que tenía bajo su cuidado. Era descuidado y muy confiado, pero no por eso debía tener menos cuidado con él. Era listo y astuto. Era una de las razones por las que aún ninguno de los almacenes que tenía había sido atacado. De alguna manera lograba eludir a las autoridades y no, su apellido no era la respuesta a la interrogante de cómo lo conseguía.

El sonido de una risa femenina me saca de mis pensamientos. Nos estábamos acercando a la habitación de Jun. Había estudiado los planos de este lugar. A mí y a otros agentes nos había tomado meses poder encontrar la ubicación de la mansión Shinoda. Uno de los agentes de la Interpol se infiltró como uno de los guardaespaldas de uno de los socios más cercanos a Shinoda. Tomó tres visitas para poder hacer un plano acertado de todo el lugar.

—¿Señorita Shinoda? —dice Takeshi—. ¿Puedo pasar?

Se escuchan unos suaves susurros detrás del shoji antes de que una joven mujer lo abra. Era Aiko, la acompañante de Jun. Detrás de ella se encontraba mi misión.

Jun Shinoda era hermosa y joven, apenas tenía la mayoría de edad y ya se encontraba en la posición de casarse con un hombre al que no conocía. Jun no estaba involucrada en ninguno de los negocios criminales de su padre, así que cuando la entregara a la Interpol no le pasaría nada. Solo era el señuelo para atrapar a su padre.

—Señorita Shinoda, ella es Izumi Nakamura. Su nueva guardaespaldas.

«Izumi Nakamura»

Me estremezco internamente ante el nombre que la Interpol me había asignado para esta misión. Para Shinoda era una chica huérfana de veintiún años que había sido criada y entrenada por el grupo asesino más temido de Japón, grupo que dirigía mi amigo Tanaka. No era nada más que un arma para proteger a su hija.

Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora