Capítulo 16

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Dima Voronin Smirnov

Tenía presionada a Izumi contra el colchón, podía sentir cada una de las curvas de su cuerpo contra el mío, pero no haría ningún movimiento hasta que ella respondiera a mi pregunta.

Reprimo un gemido cuando mece sus caderas contra las mías. Sus manos, pequeñas y suaves, recorren mis bíceps hasta llegar a mi pecho.

—Con que a qué juego, ¿eh? —Muerde su labio inferior, luciendo como la cosita más sexy que mis ojos hayan visto—. Creo que será mejor que te lo demuestre.

Y si previo aviso, sus labios están sobre los míos. Gimo cuando recorre mis labios con su lengua; la tomo de las caderas y la presiono contra mi desesperado. Mi mano va a su cuello e inclino su cabeza para tener mayor acceso a su boca. Su lengua era ávida, atrevida e increíblemente dulce.

—Joder —gruño cuando su mano llega a mi polla, que ya se encontraba completamente erecta, y la aprieta haciéndome gemir.

—Tal vez no ha sido suficiente demostración, ¿o sí? —Sin darme tiempo a responder, me empuja contra la cama y se monta a horcajadas sobre mi pelvis—. Me encanta la imagen que tengo de ti en estos momentos —sonríe.

El cabello le caía alrededor del rostro, creando sombras oscuras sobre el y resaltando el gris de sus ojos. Se veía hermosa, así sonriendo y no como la había visto cuando entré a la habitación; había estado apagada, recluida dentro de sí misma, alejándome. Y estaba comenzando a descubrir que no me gustaba que lo hiciera. Prefería que peleara conmigo, que me enfrentara y contestara; me gustaba ver esa chispa de ira siempre que podía.

Sus manos curiosas recorren mi cuerpo, cuando llega al dobladillo de mi camiseta dejo que me la quite y continua con su exploración. Traza algunos de mis tatuajes hasta llegar a la liga de mi pantalón.

—Me parece que este continua hacia abajo —dice refiriéndose a uno de mis tatuajes.

—¿Ah si? Supongo que tendrás que averiguarlo.

Gimo cuando ciento sus dedos deslizándose en el interior de mi pantalón y luego apretando mi polla. Me inquieto ante sus caricias, porque cada centímetro de mi cuerpo quería tomar las riendas de la situación y sentirla a ella, pero quería que se dejara llevar, que fuera ella misma por una vez y olvidara lo que sea que la estuviera atormentando.

—Deja de jugar que me estás matando —gruño mientras sigue acariciándome de arriba hacia abajo.

—¿No querías saber a qué estaba jugando? Bueno, ahora lo sabes —me desabrocha el pantalón y lo baja por mis piernas junto con mi bóxer—. Estoy jugando con tu polla —dice ante de metérsela a la boca y chuparla.

Mierda.

Jadeo por aire mientras me siento abruptamente en la cama. Me palpitaba la cabeza al igual que la polla. Había tenido un sueño húmedo tal cual como lo haría un chico púber que había visto a la chica que le gustaba.

Me quito las sábanas de encima y miro mi erección. Si esto me lo había causado solo un sueño, ¿cómo sería poder sentirla de verdad? Me paso las manos por la cara ante tal pensamiento; me estaría condenando a mí mismo si seguía por ese camino, pero una probada no le haría mal a nadie, ¿verdad?

Decidiendo que eso es lo que voy a hacer, tomo mi teléfono de la mesa de noche y llamo a mi madre. Había hablado con ella hoy por la tarde para ponerla al día con lo que había sucedido.

—¿Dima?

—Me casaré antes de los tres meses.

El silencio se hace al otro lado de la línea por unos cortos segundos.

—Dima, ¿estás seguro de lo que dices?

—Sí, lo estoy —Termino la llamada antes de que mi madre intentara convencerme de que me tome mi tiempo—. Pero no lo haré sin antes saber como se siente realmente esa boca tuya, pequeña mentirosa —pronuncio en ruso, deseando con cada fibra de mi ser que ella pudiera escuchar las palabras.

La mirada se me pierde en un punto de la pared frente mi. Lo único que iluminaba la habitación era la lámpara en mi mesa de noche, así que no podía ver mucho más allá de la cama.

¿Conocen la sensación de ser observado, pero cuando miras a tu alrededor no encuentras a nadie mirándote? Bueno, así había comenzado a sentirme cada vez que estaba en esta habitación por un par de horas. Había buscado por cada rincón del lugar esperando encontrar cámaras, pero para mi completa frustración, no había encontrado nada. Así que desconocía el motivo de por qué me sentía observado constantemente. Tal vez me había vuelto un completo paranoico o no había buscado bien. Mi instinto me gritaba de que era la segunda opción la más probable, así que decidiendo hacerle caso me levanto de la cama y comienzo a buscar, pero en esta ocasión sin un detector de cámaras.

Me toma casi el resto de la noche encontrar lo que busco y cuando lo hago, una sonrisa tira de mis labios.

YA ub'yu tebya —sentencio, esperando que la persona detrás de las cámaras esté escuchando.

***

Me deslizo en mi asiento frente a Jun, quien apenas aparta la mirada de su plato. Parecía agotada; su ceño estaba fruncido y se frotaba los ojos cada cierto tiempo. Miro en dirección al puesto donde se suponía que debía estar Shinoda desayunando. Se había ausentado por cuestiones de trabajo, dejándonos a Jun, Izumi y a mí solos en el comedor.

—¿Estuviste bebiendo anoche? —le pregunto, tenía el aspecto de una persona con resaca.

No asiente ni niega mi pregunta, solo se encoge de hombros. De verdad tenía muy mal aspecto, temía que en cualquier momento comenzara a vomitar.

—Jun, creo que deberías ir a descansar. No deberías ingerir nada sólido todavía.

Niega.

—Si mi padre se entera... —dice en voz baja y débil.

—No le diré nada, te lo prometo —le aseguro.

No le toma mucho optar por irse. Cuando intenta ponerse de pie, Izumi se acerca a ayudarla. Todavía parecía estar borracha. ¿Por qué había estado bebiendo? Y lo que me preocupaba más, ¿por qué Shinoda no debía saberlo? ¿Acaso también controlaba cuando bebía? Aunque, ahora que lo recordaba, nunca la vi beber las veces que salimos.

—Nakamura, necesito que vuelvas aquí cuando la dejes en su habitación —le ordeno a Izumi antes de que salga del comedor.

Observo como su postura relajada cambia inmediatamente; los músculos de sus hombros y espalda se tensan, y se pone más erguida.

—Por supuesto, señor Voronin.

Las veo irse mientras en mi mente se arma una pequeña lista.

Conseguir un anillo de compromiso pronto.

Poner a Izumi de rodillas frente a mí.

Matar a la persona que se atrevió a espiarme.

No iba a hacerlo precisamente en ese orden, pero debía poner manos a la obra. Y para todas las cosas en esa lista necesitaría a mi pequeña mentirosa.

Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora