Mei Yoshida
Miro por última vez en dirección a Dima. Estaba enfrascado en una conversación por teléfono, así que, con suerte, no notaría que me había ido de mi puesto. Había otros cuatro hombres pendientes de la seguridad de Jun y Aiko, así que no me metería en problemas si desaparecía solo unos cinco minutos. Al menos eso esperaba.
Camino entre las personas tratando de pasar desapercibida, no quería llamar atención indeseada. Había una habitación cerca de los baños privados que solo usaba el señor Shinoda y sus invitados especiales. Y esa habitación era donde iba a esconderme, porque si me buscaban ese sería el último lugar donde lo harían. Mi jefe no había podido venir a reunirse conmigo y al parecer, no tenía el rango para saber el motivo de su ausencia, así que había enviado a su segundo al mando a verme.
Decir que su segundo al mando y yo no nos llevábamos bien era el eufemismo del siglo. El motivo de esa enemistad: me habían dado casos que él quería. Un ejemplo, atrapar al líder de la Yakuza, a Dima Voronin y a sus padres.
Miro por encima del hombro cuando llego a la puerta de la habitación, cualquiera pensaría que al ser una habitación privada estaría en el tercer piso del club, pero mis largas horas analizando el perfil del señor Shinoda me habían llevado a concluir que era un hombre egocéntrico, arrogante y muy mujeriego. Esta habitación en el primer piso le hacía más fácil y rápido el estar con sus mujeres.
La puerta tenía un código de acceso, así que introduzco los números que había memorizado esta mañana cuando mi equipo logró infiltrarse en la red de seguridad del club y obtener el código. Este cambiaba todos los días, así que si necesitaba volver aquí tendría que solicitar nuevamente los dígitos. La puerta se abre con un suave clic y entro cerrándola detrás de mí de inmediato.
Había vigilado en todo momento a Shinoda para asegurarme de que iba a mantenerse alejado de esta habitación, al menos lo suficiente para que yo pudiera entrar y salir. Y si por desgracia mi suerte cambiaba y él decidía venir aquí mientras yo estaba adentro, alguien me avisaría. Había alrededor de cinco agentes de la Interpol en este club para cuidar mis espaldas.
—Te tomaste tu tiempo —dice una voz desde las sombras.
Pongo los ojos en blanco ante su teatro.
—James —digo sencillamente—. ¿Qué tal te trata la vida detrás de un escritorio? —enarco una ceja mientras lo veo salir de una esquina de la habitación que se encuentra a oscuras.
Habíamos escaneado cada rincón de este lugar para asegurarnos de que no hubiese cámaras ni micrófonos, así nadie sabría que hemos estado aquí.
—Me aseguraré de que la próxima misión sea mía —responde con evidente rencor.
—El resentimiento corroe el alma, James. Así que ten cuidado —me siento en el borde del escritorio de Shinoda y lo observo.
Oliver James era hijo de padres estadounidenses, ambos miembros del FBI. Era cinco años mayor que yo y tenía más tiempo en la agencia, por eso él creía que era el indicado para esta misión. Y tal vez sí lo era, pero había algo que él no tomaba en cuenta: no era mujer. Así que citando las palabras de Katashi Yamada, mi jefe: es más fácil que un hombre baje la guardia ante una mujer, porque las ven como seres débiles e inferiores. Así que cuando crean que estás débil; ataca y aniquílalos a todos.
Bueno, lo de aniquilar no era literal, pero se entendía lo que quería decir. Para el señor Shinoda, James y todos los demás hombres yo era más que una gallina en el medio de una manada de lobos, cuando en realidad yo era la loba y ellos las gallinas.
James resopla claramente irritado.
—Terminemos con esto para que pueda irme de este lugar. ¿Qué tienes hasta ahora?
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Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]
Romance[BORRADOR] ≼Dinastía Criminal-Libro 4≽ Dima Voronin, heredero de un imperio criminal, está comprometido con Jun, la hija del líder de la mafia yakuza, en un intento de unir dos poderosas facciones. Sin embargo, su corazón es robado por Mei Yoshida...