Capítulo 1

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Dima Voronin Smirnov

Un año después.

Dejo caer la última maleta en el suelo. Había empacado veintiún años de mi vida en seis maletas. Era algo deprimente considerando que mis hermanas habrían ocupado el doble de estas. Había llegado el momento de "viajar" a Japón para conocer a mi futura esposa. Lo que se traducía en que iba a mudarme indefinidamente mientras no estuviéramos casados. Lo único que sabía sobre ella es que se llamaba Jun Shinoda y acababa de cumplir diecinueve años.

Había visto una que otra foto de ella en las redes sociales. Era bonita y, por lo que había escuchado, encantadora. Suponía que eso era suficiente para que esto funcionara. No tenía que amarla, pero mi madre me convenció de que sería mucho más sencillo para Jun si me mostraba amable y atento. Aseguró que tal vez con el tiempo podríamos llegar a enamorarnos del otro. No le discutí, ya que estaba lo suficientemente preocupada por mí.

—¿Llevas todo? —dice la voz de Elaine a mi espalda. Me doy la vuelta para encontrar a mi familia. Mis tíos, Lorenzo y Roxanne Moretti —genéticamente no éramos familia—, eran los líderes de la mafia italiana y tenían dos hijos: Angelo y Emmanuele. El primero estaba por regresar de una organización criminal en Grecia y el segundo llevaba más de medio año en Venezuela.

Junto a mis hermanas se encontraban sus esposos e hijos. Alicia sólo tenía uno: Stephan Coppola. Era la copia de Camillo. Mi hermana Elaine, en cambio, tenía tres hijos, trillizos. Maxim, Nico y Aster Coppola. Los dos varones eran iguales a Marcello, pero Aster había salido igual a mi hermana. Al lado de todos ellos se encontraba mi abuelo, Lucios Smirnov, que era por parte de mi madre. Nunca pude conocer a mi otro abuelo, Dimitri Voronin. Murió mucho antes de que yo pudiera nacer, pero había escuchado muchas historias fascinantes sobre él. Lo admiraba y respetaba en partes iguales.

—Sí. Llevo todo —mis padres se encontraban a la cabeza de la familia. Papá estaba serio, pero había un brillo peculiar en sus ojos. Por otro lado, mi madre me sonreía. Iba a extrañar verla todos los días. Iba a extrañarlos a todos—. Mi vuelo sale en quince minutos —digo queriendo acortar lo más posible la despedida. Odiaba hacerlo. Me di cuenta de ello cuando tuve que decirles adiós a mis dos únicos primos por cinco años, pero ahora quién sabe cuándo los vería de nuevo.

—Está bien —dice Alicia, ya sabiendo cómo soy—. Solo cuídate mucho. No hagas travesuras. Y mantenos al tanto de todo.

Sonrío. A mis quince años, antes de que mis primos se fueran, descubrí que era muy bueno metiéndome en problemas. O convenciéndolos a ellos para que me acompañaran a hacer alguna que otra travesura. Pero luego de que se fueron las ganas y la emoción de ser atrapado ya no eran las mismas. Supongo que el mudarme a otro país tal vez reavivara mis deseos de meterme en problemas. Claro, no haría nada que pudiera perjudicar la alianza ni a mi familia.

—Intentaré hacer lo posible —prometo.

Abrazo a mis hermanas y sobrinos. Luego estrecho las manos de Camillo y Marcello. Por último, me despido de mi abuelo y mis padres. Antes de dar el último paso hacia el exterior, le echo un último vistazo a mi familia, grabando cada una de sus miradas y expresiones. Sería la última vez que los vería en un largo tiempo.

***

Me dolía la espalda, las piernas y el cuello. Habían sido quince jodidas horas de vuelo. Sentía que me quedaría sin cintura si continuaba un segundo más sentado en este jet. En cuanto la azafata me dice que puedo bajarme del jet, lo hago.

Estiro cada músculo de mi cuerpo antes de bajar por la escalera con solo un bolso de viaje en la mano. Según mis cuentas, eran las ocho de la mañana. En Rusia era bien entrada la noche. Al pie de la escalera me esperaban tres hombres vestidos con trajes negros elegantes. Debían ser de parte del grupo de seguridad del señor Shinoda. Aún no sabía su nombre, suponía que se debía a alguna tradición japonesa en la mafia.

Fascinada por un mafioso © [Libro 4] | [Próximamente en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora