En silencio

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-Creo, que hay un postre esperándonos -susurré.

Ambos giramos hacia el escritorio rompiendo un instante la tensión de las miradas. Podía ver cómo ella se mordía inconscientemente el labio inferior mientras servía el agua de la botella (necesaria según ella para bajar el dulce) en los vasos que había traído su mamá.

-No nos podemos sentar en tu cama a comer el postre ¿Verdad?

-Qué bien me conoces -sonrió.

De mala gana accedí a sus condiciones. La ayudé a acercar una silla a su escritorio a parte a la que le hacía juego y empezamos a comer. Era gloria hecha cheesecake. Chocolatoso y combinando deliciosamente con las fresas. Yo ya tenía en mente qué quería luego y me daba la sensación de que a Valerie le ocurría lo mismo. Acabamos la última parte del postre en silencio, lo mismo que con el agua. Como de mutuo acuerdo nos pusimos de pie a la vez. Yo, con cierta pesadez y ella, lista para acomodar la bandeja al instante.

-Debería... dejar esto en la cocina -murmuró.

-Te acompaño. Será perfecto para bajar un poco el postre.

Ella puso los ojos en blanco, sonriendo. Caminamos hasta allá conversando tontamente, bajando el volumen al pasar junto al escritorio. Intercambiamos una sonrisa, divertidos y apoyé una mano en su cintura, acompañándola así hasta la cocina.

-Me encanta cuando eres cariñoso -me soltó de la nada mientras dejaba las cosas junto al lavadero.

-¿No lo soy siempre? -le regalé una sonrisa engreída.

Sabía perfectamente la respuesta. Claro que no lo era. No me nacía. No la mayoría de veces al menos.

-Eres raro en eso -me dijo tomándome de la mano y entrelazando sus dedos con los míos en lo que regresábamos a su cuarto.

La dejé hacerlo sin incomodarme.

-¿Cómo así? -me detuve unos segundos frente a la escalera.

-A veces, una vez que empiezas, es como si se te hiciera más fácil continuar -empezamos a subir -Por lo general, es como si no fuera lo tuyo.

Estábamos por llegar a su cuarto cuando, jalando con suavidad de la mano que teníamos entrelazada, la hice dar una vuelta como bailando y la pegué nuevamente a mí para besarla. Su expresión de sorpresa se transformó en una sonrisa cuando mis labios encontraron los suyos.

-¿Cariñoso así? -pregunté entre burlón y juguetón.

Ella rió con suavidad, acariciando mi cabello.

-Siempre consigues enamorarme un poco más -me dijo con los ojos fijos en los míos.

-Veamos si te puedo enamorar un poco más -susurré rozando con mis labios su oreja mientras con una mano abría la puerta de su cuarto.

-Castiel, mi mamá está abajo -sus ojos se abrieron sorprendidos.

-No hagamos ruido -le guiñé un ojo.

-Te has vuelto loco -murmuró entrando de todas maneras.

Cerró la puerta detrás de sí y dejó que la llevara conmigo hacia su cama. Me senté y la ayudé a acomodarse de ahorcadas sobre mí. Ella apoyó su frente contra la mía. Disfruté el contacto cerrando los ojos y pude sentirla sonreír levemente. Sin abrir los ojos, acerqué mis labios a los suyos deteniéndome cuando a duras penas rozaron. Sus labios se abrieron muy levemente dejando escapar un suave jadeo expectante. Ladeando la cabeza y tirando todo su cabello para un lado se inclinó para besarme el cuello. Tímidamente continuó con los besos mientras deslizaba sus manos al borde de mi polo. La tomé de las caderas, acariciándolas, subiendo a su cintura y volviendo a bajar para sujetarla contra mí. Acomodé su cabello que había vuelto a caer alrededor de su cuello para poder besarlo sin que se me metieran pelos a la boca. Ella soltó una risita.

The Real Bad Boy (PUBLICADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora