¿Reglas?

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-Al fin -susurró agradecida.

-¿Me has esperado mucho? -le dije con falsa ternura.

-Cinco eternos minutos -alzó una sola ceja (¿Cómo diablos hacía eso?) -¿podemos ir a mi siguiente clase? No quiero llegar tarde.

-Te toca matemáticas, dos horas, el señor Rogers siempre llega tarde o se queda dormido. No pasará nada. Además, a las nuevas se les perdona todo.

-Apúrate, por favor.

-Qué linda te ves cuando ruegas.

-Y tú cuando cierras la boca -me fulminó con la mirada.

-Una pena que no piense hacerlo ¿no crees?

Hizo un gesto de desesperación y revisó su reloj.

-Si no me llevas ahora mismo, tocaré de puerta en puerta preguntando por la clase, diciendo que me dejaste abandonada. Te juro que te meterás en problemas.

-Me encanta cómo te ves nerviosa.

Abrió la boca frustrada, como para gritarme algo, pero de pronto se quedó como paralizada mirándome con fastidio. Era tan divertido.

-¡Ni sé tu nombre para reñirte! -protestó.

-Te quedarás con la hermosa intriga. Así pensarás más en mí.

Su fastidio y angustia aumentaron aún más.

-¿Qué haces? -me miró extrañada cuando la tomé del brazo y la guié por el pasillo que daba a la escalera.

-¿Podrías hacerte menos la difícil? Resulta irritante. Te estoy llevando a clase, como querías.

Al escuchar eso se tranquilizó un poco siguiéndome al fin sin hacer tanto revuelo. Nos ofrecimos unas sonrisas fingidas al despedirnos en la puerta de la clase. Casi, casi prefería estar limpiando basura a tener que responsabilizarme por esa chica de apellido impronunciable. Estaba tan fastidiado que no me di cuenta por dónde caminaba y terminé encontrándome con mi profesora de Literatura. Mierda. Ahora ya no tenía escapatoria. Ella parecía pensar lo mismo mientras me miraba con severidad. Pues si no me quedaba otra...

-Hola, guapa.

-¡No tiene permitido hablarme así! -exclamó mi profesora mientras cerraba la puerta detrás de si.

Vi a algunas chicas que intercambiaban miradas emocionadas al verme entrar. Elegí sentarme junto a una compañera que había actuado indiferente a mi llegada.

-¿Cómo va todo, Barbie?

Me lanzó una mirada aparentemente furiosa pero no logró ocultar su sonrisa.

-Un agradable milagro tenerte por aquí.

-Yo sabía que me extrañabas -le devolví la sonrisa -¿Me pasas la tarea?

-Eres un idiota -rió en voz baja.

-Así te encanto. ¿Qué me dices de la tarea?

-Que debiste haberla hecho.

-No es lo mío y lo sabes, Barbie.

-Deja de llamarme así -se sonrojó.

-No lo creo -le guiñé un ojo.

-¡Silencio! -exclamó nuestra profesora.

-Si quiere, me retiro -le ofrecí, regalándole la mejor de mis sonrisas.

-Mejor, haga los ejercicios que puse en la pizarra -me respondió con severidad.

Aburrido, empecé a juguetear con mi lápiz. A los pocos minutos, ya me encontraba lanzando bolitas de papel por toda la clase. ¿A quién se lo ocurre poner dos horas del mismo curso seguidas? En cuanto sonó el timbre me abalancé hacia la puerta, asfixiado del ambiente. Con un hambre de perros, me dirigí a la cafetería hasta recordar que Valerie estaría esperando por mí.

The Real Bad Boy (PUBLICADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora