-Fue la música -insistí por décima vez tras haberme disculpado.
Valerie no levantó la mirada de su desayuno.
-Lo sé -murmuró de pronto.
Hasta el momento no había dicho gran cosa respecto a lo que había pasado la noche anterior y aunque se me había ocurrido que podría ser que prefiriera evadir el tema, yo me negaba a hacerlo.
-Vamos, "angelito" -susurré inclinándome sobre la mesa intentando verla a los ojos -no te molestes conmigo.
-No estoy molesta.
-¿Entonces?
Ahí sí levantó la cara. Su mirada se clavó en la mía con intensidad. Parecía querer decirme mil cosas a la vez con ella.
-¿Un poco de resaca? -probó sabiendo en el fondo que yo no le creería su mentira.
Era imposible que tuviera una resaca si ni había llegado a estar borracha.
-Ya te pedí perdón -protesté algo fastidiado -y más de una vez.
-Lo sé -suspiró.
Esperé en silencio a que añadiera algo más.
-Es solo que sigo cansada -forzó una sonrisa -bailamos toda la noche ¡Y regresamos a las cinco!
-¿La pasaste bien? -pregunté un poco más animado por su aparente entusiasmo.
-Tengo que reconocer que sí, aunque me hubiera gustado regresar antes. No porque no me guste bailar sino por...
-¿Costumbre? -ofrecí.
-Algo así -sonrió ligeramente -además, me duelen terriblemente los pies.
Al decir esto me lanzó una mirada suplicante que chispeaba bromista.
-Ni muerto -le dije poniéndome de pie y llevando los platos sucios al lavadero.
-Porfi -alargó la "i" haciendo pucheros.
-Jamás -afirmé secamente aunque estaba luchando por contener una sonrisa.
-Solo un masajito -rogó -me duelen mucho.
-Tas loca -me dirigí a la sala que estaba cerca al comedor sin pared divisoria y me dejé caer en el sofá -sóbate tú sola.
-No seas malito.
Le lancé una mirada. Era evidente que se estaba burlando de mí.
-Pero si yo soy bien malo -contesté sin poner emoción alguna en mi tono de voz.
Una siestecita pos-desayuno en el sofá empezaba a sonar estupendamente.
-¿No piensas lavar nada?-su vocecita irritante llegó desde la cocina.
-No.
-Pues yo me niego a lavar tus platos -se asomó a la puerta desde donde podíamos vernos -a menos que accedas a...
Sus ojos brillaron divertidos evidenciando la sonrisa que sus labios escondían.
-Jamás -le di una sonrisa forzada en lo que la interrumpía con firmeza.
-Todo claro entonces -se sentó un momento frente a mí.
No tuve tiempo de hacer ningún comentario porque casi al instante se paró de nuevo.
-¿A dónde vas?
-A traer una batea con agua caliente para meter mis pies. En serio me duelen.
Poco después había acomodado una toalla en el piso y, tal y como había dicho, había traído una batea de agua en la que remojar sus pies.
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The Real Bad Boy (PUBLICADO)
Genç Kurgu-Ni sueñes con que pasará el estúpido y típico cliché. -¡Pues me alegro! -¿Ah sí? A mí me parece que ya estás loquita por mí. -¡Loquitas tus neuronas! Tú eres el que sueña con el cliché. Bien que te mueres de ganas de que me enamore de ti. -Si quisi...