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House se removió entre las sábanas, molesto. El zumbido de la regadera resonaba en toda la casa, y para colmo, podía escuchar los pasos de Wilson moviéndose por el baño. Como si eso no fuera suficiente, el sonido incesante de una secadora de cabello le perforaba los oídos. Se cubrió la cabeza con la almohada, maldiciendo entre dientes.

El molesto zumbido de la secadora de cabello fue lo que finalmente lo despertó. House se removió en la cama, incómodo, entre gruñidos mientras escuchaba el incesante sonido desde el baño. ¿Cuánto tiempo llevaba Wilson allí? Parecía que el alfa se había acomodado demasiado bien en su casa durante esos últimos cuatro días. House soltó un suspiro pesado, frustrado por la rutina que se estaba formando.

Se levantó con desgana, su cuerpo aún adolorido de la noche anterior. Con los ojos entrecerrados, se puso unos pantalones holgados y una camiseta vieja antes de arrastrar los pies hacia el pequeño pasillo que conectaba su habitación con el baño. Al asomarse, lo encontró exactamente como lo había esperado: Wilson estaba frente al espejo, con una camisa medio abotonada y esa maldita secadora en la mano. El aire caliente revolvía su cabello mientras miraba su reflejo con demasiada atención para el gusto de House.

—¿Usas secadora de cabello? —increpó House, su voz cargada de irritación.

Wilson apagó la secadora, girándose un poco para mirar al omega. Sonrió con ese toque de disculpa que siempre le hacía enojar aún más.

—Perdón, ¿te desperté?

House apoyó su hombro en el marco de la puerta, frotándose el rostro con una mano.

—¿Usas secadora? —repitió, esta vez con más fastidio.

Wilson, sin perder la calma, dejó la secadora a un lado y tomó el peine.

—Disculpa por preocuparme por mi aspecto —replicó con un tono ligeramente defensivo.

House bostezó, claramente irritado.

—La palabra que buscas es "obsesivo", no "preocupado". Llevas una hora en el baño —dijo, su tono ácido mientras se cruzaba de brazos.

Wilson le lanzó una mirada de soslayo, terminando de peinarse con precisión.

—Si querías entrar, solo tenías que decírmelo —respondió con una media sonrisa.

House gruñó.

—No quería entrar, quería dormir.

Wilson soltó una pequeña carcajada. Había algo en la irritación de House que siempre le resultaba... encantador, a su manera.

—Ya era hora de que te levantaras —dijo Wilson mientras tomaba su corbata del mostrador y se la entregaba a House—. Ya son casi las ocho, y hoy es tu primer día de trabajo, ¿no?

House bufó y rodó los ojos mientras tomaba la corbata con brusquedad, envolviéndola alrededor del cuello del alfa con movimientos tensos y desganados.

—Cómo olvidarlo —gruñó. Después de algunas visitas poco agradables a Cuddy, había conseguido que lo contrataran como conserje en el hospital. Nada glamoroso, pero le daba una excusa para estar cerca del entorno que conocía, aunque fuera desde las sombras.

Apretó la corbata con fuerza, tanto que Wilson se preguntó si House estaba intentando ahorcarlo. Algo en la expresión de House le hizo pensar que no estaba muy lejos de la verdad. Los ojos de House se clavaron en los suyos, su mirada dura y desafiante, , algo en su interior comenzando a inquietarse. No le gustaba esta sensación. No le gustaba la familiaridad que estaba creciendo entre ellos, como si el alfa estuviera asumiendo un papel en su vida que House no quería otorgarle.

DiagnósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora