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House y Wilson caminaron hacia la cafetería después de su incómoda reunión con Cuddy. Era idea de House, naturalmente que seria bueno llenar el estomago después de dicho drama. Él tenía esa extraña habilidad de convertir cualquier situación incómoda en una oportunidad para incomodar aún más a las personas. Wilson, por otro lado, no estaba seguro de cómo sentirse. Seguía aturdido por la revelación de que el "señor Smith" era en realidad el doctor Gregory House. Lo único que le quedaba claro es que todo aquello era una receta para el desastre.

House, como si nada, agarró una bandeja en la entrada de la cafetería.

—Eso es solo para el personal—dijo Wilson, frunciendo el ceño. House sonrió con una expresión juguetona.

—Oh, ¿de verdad? Entonces, ¿tú no trabajas aquí?

Con esa respuesta mordaz, House se colocó en la fila sin ninguna vergüenza, haciendo que Wilson rodara los ojos. A regañadientes, tomó también una bandeja, resignado a seguir el ritmo del omega.

Mientras esperaban, Wilson, incapaz de resistirse, le lanzó una mirada inquisitiva a House.

—¿Qué demonios le dijiste a Cuddy para que piense que soy una decepción como doctor?

House encogió los hombros con una indiferencia irritante.

—Solo le dije la verdad, bueno a medias: que ya sabías que era yo y que, por una cuestión de confidencialidad, había decidido usar otro nombre para mis exámenes. Nada del otro mundo.

Wilson dejó escapar un largo suspiro. No debería sorprenderse de que House simplificara algo que a él le había causado tanto estrés.

—Pero yo no sabia nada

—lo sospechabas

House dejó escapar una leve risa mientras seleccionaba comida con un entusiasmo que Wilson rara vez había visto en alguien en aquella espantosa cafetería.

—No puedes quejarte mucho, Wilson —dijo House, subiendo el volumen de su voz con una expresión traviesa—. Después de todo, me acosaste y luego me pediste tener sexo.

Antes de que House pudiera continuar, Wilson, con el rostro encendido, le tapó la boca, sus ojos mirando rápidamente a su alrededor para asegurarse de que nadie los había oído. House sonrió bajo la palma de Wilson, disfrutando de cada segundo de la incomodidad del alfa. Lentamente, Wilson retiró su mano, sabiendo que House acababa de ganar otro punto en su retorcida partida de chantaje.

House siguió llenando su bandeja con todo lo que encontraba a su paso, mientras que Wilson, ya perdiendo el apetito por el intercambio, solo tomó un sándwich. Cuando llegaron a la caja, House, con total descaro, señaló con la cabeza a Wilson.

—Él paga.

Antes de que Wilson pudiera protestar, House ya se había alejado hacia una mesa más apartada. Wilson suspiró, sacó su billetera y pagó por ambas bandejas, sintiendo una pequeña punzada de resignación. Se dirigió a la mesa que House había escogido, convenientemente alejada del bullicio de la cafetería.

Cuando se sentó, House ya lo esperaba con una mirada de expectación, como si estuviera listo para seguir con su juego. Wilson se acomodó en la silla, sin estar seguro de si quería hablar o simplemente comer en silencio. Observó a House mientras este tomaba un sorbo de su café con una sonrisa. Notó que el alfa aún llevaba su anillo, un detalle que no había pasado desapercibido para House.

—La señora Wilson no te dijo nada por tu... aroma —comentó House, su tono sarcástico habitual presente en cada palabra—. Oh, lo siento. Olvidé que es beta. No notaría nada, aunque hayas pasado el celo con algún omega.

DiagnósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora