7

363 57 0
                                    

Wilson se cubrió con una manta, intentando disimular la incomodidad que ahora le invadía, y se dirigió hacia el baño. House, tumbado aún en la cama, dejó escapar un suspiro profundo, con el cuerpo relajado entre las sábanas revueltas. Hacía años que no se sentía así de satisfecho después de tener relaciones. Lentamente, llevó su mano al vientre. Aún estaba ligeramente abultado por el volumen de esperma que había recibido, una sensación extraña y placentera que lo hacía sonreír, aunque no dejaría que Wilson lo viera.

Al ver al alfa regresar al cuarto, House intentó incorporarse, impulsándose al borde de la cama con su característico orgullo herido. Wilson, como era de esperarse, lo observó con preocupación, dando un paso adelante para ofrecerle su ayuda. Pero House lo rechazó de inmediato, en un acto reflejo que ocultaba su vulnerabilidad.

—¿Crees que es mi primera vez? —murmuró con sarcasmo, apoyándose en la mesita de noche en busca de equilibrio. El tono de su voz estaba cargado de ironía, como si quisiera minimizar el temblor en sus piernas.

Sin embargo, al dar el segundo paso, sus piernas, aún débiles, se rindieron bajo su propio peso. El omega cayó al suelo con un gruñido, sus rodillas chocando contra el suelo de manera brusca. Wilson, siempre rápido para reaccionar, lo sostuvo antes de que pudiera dañarse más, su rostro dividido entre la preocupación y una ligera burla.

—¿En serio? —comentó Wilson con un tono que mezclaba la incredulidad y el humor.

House soltó un gruñido molesto, demasiado orgulloso para aceptar su ayuda pero lo suficientemente sabio como para no resistirse más. Con paciencia, Wilson lo ayudó a caminar hacia el baño, donde la gran tina ya estaba llena de agua tibia. El detalle no pasó desapercibido para House. Era un gesto típicamente Wilson: siempre atento a las pequeñas cosas que hacían que todo fuera más llevadero, incluso cuando nadie se lo pedía.

House se deslizó en la bañera con torpeza, cada movimiento dolía, pero no se quejó. Justo cuando Wilson se disponía a salir, el omega alargó una mano, deteniéndolo.

—¿Piensas dejar a un discapacitado herido solo en una bañera? —preguntó con su tono habitual, una mezcla perfecta de burla y desafío, aunque había algo vulnerable detrás de sus palabras.

Wilson rodó los ojos, pero se dejó caer dentro de la tina, posicionándose detrás de House, permitiendo que el omega se recostara entre sus piernas. El agua tibia los envolvía, relajando sus músculos tensos mientras el silencio se instalaba en la habitación, solo roto por el leve goteo de la ducha. Wilson se preguntó por qué había aceptado hacer esto. No era su primera aventura, pero había jurado nunca tocar a un paciente, y mucho menos a un omega. Su esposa, siendo beta, siempre había sido insegura sobre ese tema. Por respeto, nunca había estado con un omega, aunque eso no hacía menos hirientes sus engaños.Pero ahora, en esa bañera, con House entre sus brazos, esas reglas parecían irrelevantes.

Mientras sus pensamientos se perdían en esa maraña de sensaciones, sintió un ligero movimiento en su mano. Su anillo de bodas se deslizó suavemente de su dedo, cayendo en las manos de House. El omega lo sostenía con delicadeza, observándolo detenidamente bajo la luz tenue del baño. Sus ojos, calculadores y curiosos, lo analizaban como si intentaran descifrar algo más profundo detrás de ese pequeño objeto de metal, mientras Wilson lo observaba, sintiendo el peso de una realidad que había tratado de evitar.

House sonrió mientras examinaba el anillo, sus ojos brillando con una mezcla de burla y curiosidad.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó sin rodeos, girando el anillo en sus manos hasta leer el grabado en su interior—. "Amor eterno" —murmuró con ironía—. Muy cursi —añadió, alzando una ceja—. Déjame adivinar, fue idea de ella, ¿no?

DiagnósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora