Capítulo 9

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Jake

El sol del mediodía brilla sobre el campus, lanzando sombras suaves a lo largo del patio. Me siento bajo un árbol, lejos del bullicio, con mi guitarra en las manos. Es mi refugio, el único lugar donde puedo encontrar algo de paz en medio del caos que es mi vida últimamente. Las cuerdas bajo mis dedos vibran con una melodía melancólica, una que compuse hace dos meses, inspirada por mi madre. Cierro los ojos y dejo que la música me envuelva, tratando de ahogar los pensamientos persistentes sobre Alex.

Pero por más que lo intento, su imagen sigue apareciendo en mi mente, como una sombra que no puedo sacudirme. La forma en que me miró después de todo lo que pasó entre nosotros, la intensidad en sus ojos, y luego... esa mirada final antes de que se bajara del coche. Me pregunto qué habría pasado si le hubiera dejado hablar, si le hubiera permitido explicar... pero rápidamente sacudo esos pensamientos. No puedo seguir preguntándome "qué hubiera pasado", no con Alex.

Estoy tan absorto en la música y en mis pensamientos que no noto cuando alguien se me acerca. Es solo cuando las notas finales de la canción se desvanecen que abro los ojos y veo a Sebastián, de pie a pocos metros de distancia, observándome con una expresión que no puedo descifrar.

—Tienes demasiado talento ¿Sabes? —dice finalmente, rompiendo el silencio.

—Gracias —respondo, un poco incómodo por el cumplido. No suelo tocar para los demás, es algo que siempre he mantenido para mí, pero algo en la forma en que lo dice, como si realmente apreciara lo que estaba escuchando, me hace sentir un poco menos vulnerable.

Sebastián se sienta a mi lado, sus ojos todavía fijos en la guitarra.

—Mi madre tocaba la guitarra y componía canciones —le digo, casi sin pensarlo. 

—¿Enserio? —pregunta, interesado—. Eso es increíble. Mi abuela fue quien me enseñó a tocar. Era su forma de mantenerme ocupado cuando era niño. Siempre decía que la música era el lenguaje del alma.

Una pequeña sonrisa se forma en mis labios. Me gusta la idea de que la música pueda ser un legado, algo que se transmite de generación en generación.

—Suena como una mujer sabia —digo, y Sebastián asiente, sonriendo también.

—Lo era. De hecho, toco en un bar por las noches. Nada lujoso, pero es un buen lugar para relajarse y olvidarse del mundo por un rato. Deberías venir algún día —dice, como si fuera la cosa más natural del mundo.

Lo miro, sorprendido por la invitación. No me imaginaba a Sebastián, con su aire despreocupado y su facilidad para hacer amigos, trabajando en un bar. Supongo que aún hay mucho que no sé de él.

—¿Y cómo es que alguien como tú, que viene de una buena familia, termina tocando en un bar? —pregunto, más curioso que desconfiado.

Sebastián se ríe suavemente, como si ya hubiera esperado la pregunta.

—Siempre he sido independiente. No me gusta depender de mi familia para todo, prefiero ganarme la vida a mi manera. Tocar en el bar es solo una parte de eso. Es algo que disfruto, y además, es un lugar donde puedo ser yo mismo, sin expectativas ni presiones.

—Tiene sentido —murmuro, impresionado por su determinación.

—Entonces ¿Qué dices? ¿Vienes esta noche? —pregunta, sus ojos brillando con entusiasmo.

Lo dudo por un momento. Sé que debería mantenerme alejado de cualquier cosa que me recuerde a Alex, pero hay algo en la manera en que Sebastián lo propone que me hace querer aceptar. Quizás un cambio de ambiente sea justo lo que necesito.

Chico Malo, Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora