Capítulo 31

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Jake

Las notas fluyen de la guitarra como un río de emociones que arrastra consigo los recuerdos. Desde que volvimos del funeral de la abuela Elena, me he sumergido en la música como nunca antes. Cada acorde, cada letra que escribo, parece estar impregnada del peso de lo que hemos perdido y del amor que aún nos queda. La guitarra de Elena se ha convertido en mi compañera constante, una extensión de mis propios pensamientos y sentimientos. Es como si, al tocarla, pudiera conectar con ella y con mi madre de una manera que las palabras no pueden expresar.

Escribo canciones para ellas, para las mujeres que, a pesar de todo, me enseñaron demasiado.

Hay una melancolía en mis composiciones, una mezcla de tristeza y gratitud que refleja mi estado de ánimo. Pero también hay esperanza, un rayo de luz que atraviesa las nubes, recordándome que, aunque ellas ya no estén, su amor sigue presente en cada nota que toco.

El tiempo pasa, y poco a poco la vida empieza a recuperar un sentido de normalidad. Es un tipo de normalidad nuevo, diferente, pero bienvenido. Los días se suceden con una rutina que me resulta extrañamente reconfortante. Y antes de darme cuenta, se acerca el Día de Acción de Gracias, una festividad que nunca había significado tanto como este año. Alex y yo decidimos que lo celebraremos en nuestro departamento, rodeados de las personas que nos importan, las personas que se han convertido en nuestra familia.

El apartamento se llena de aromas deliciosos mientras Alex y yo cocinamos juntos. Aidan es el primero en llegar junto con Katherine y Tristan, quienes han traído un postre casero. Mi abuelo Thomas llega poco después, su presencia siempre calmada, siempre sabia. Martha, la madre de Alex también llega, poco después de ella  llega mi hermana con Aurora y Tyler, y la energía en la sala se eleva con las risas y las conversaciones.

Nos sentamos a la mesa, un grupo diverso pero unido por el cariño que sentimos los unos por los otros. La comida es deliciosa, pero lo que realmente llena el aire es la gratitud que compartimos. A medida que avanzamos en la cena, decido levantar mi copa para ofrecer unas palabras. La habitación se queda en silencio, todos mirándome con expectación.

—Quiero dar gracias por cada uno de ustedes que está aquí esta noche —digo, mi voz firme aunque cargada de emoción—. Y también quiero dar gracias por aquellos que ya no están con nosotros, pero que aún viven en nuestros corazones. Mamá, abuela... sé que de alguna manera, están aquí con nosotros, y espero que estén orgullosas.

Las palabras salen de mí con naturalidad, y aunque hay una tristeza subyacente, también hay una sensación de paz. Todos levantan sus copas en un brindis silencioso, y el momento se siente sagrado, un pequeño tributo a quienes nos han dejado.

Alex toma mi mano bajo la mesa, y su toque me llena de calidez. Se levanta para hablar, y todos giran su atención hacia él.

—Estoy agradecido por las segundas oportunidades —comienza, su mirada encontrando la mía—. Especialmente por la segunda oportunidad que me ha permitido estar aquí, hoy, con Jake. No sé qué haría sin él, y doy gracias cada día por tenerlo en mi vida.

Sus palabras me llegan al corazón, y le sonrío con todo el amor que siento por él. El silencio que sigue está lleno de comprensión y apoyo, una aceptación tácita de lo que Alex y yo compartimos.

La cena continúa, y el ambiente es ligero, lleno de risas y anécdotas compartidas. Sin embargo, mientras todos se relajan después del postre, noto algo que me toma por sorpresa. Tristan y Emma están hablando en un rincón de la sala, susurrando entre sí. Hay algo en la forma en que se miran, una intensidad que no había notado antes. Y luego, lo veo: Tristan se inclina hacia Emma y la besa, un gesto suave y lleno de cariño.

Me quedo congelado por un momento, procesando lo que acabo de ver. Es un beso simple, pero significa tanto. Miro a mi hermana, y veo la felicidad en su rostro, una chispa en sus ojos que no había visto en mucho tiempo. Me siento feliz por ella, por ambos, pero también un poco sorprendido.

Katherine, quien ha estado observando desde el otro lado de la sala, se acerca en ese momento. Sus ojos se iluminan al ver a su hijo y a Emma juntos, y se lleva una mano a la boca, visiblemente emocionada. Es un momento que parece capturar la esencia de lo que significa familia: amor, apoyo y, a veces, las sorpresas más agradables.

—Parece que hay algo en el aire hoy —dice Katherine con una sonrisa, dirigiéndose a mí.

Asiento, sonriendo también.

—Definitivamente lo parece.

La noche avanza, y eventualmente, todos comienzan a despedirse. mi papá se va primero con Tristán y Katherine, seguidos de Aurora y Tyler. Mi abuelo y la señora Martha  son los últimos en irse, y Emma se queda un momento más, dándome un abrazo antes de salir.

Finalmente, la casa se queda en silencio. Alex y yo nos acomodamos en el sofá, exhaustos pero contentos. Las luces de la ciudad se filtran por las ventanas, y el apartamento, aunque vacío ahora, se siente cálido y acogedor.

—¿Sabes? —digo, rompiendo el silencio—. Hoy fue un buen día.

Alex sonríe, su mano acariciando la mía.

—Sí, lo fue. Tenemos muchas cosas por las que estar agradecidos, Jake. Y estoy seguro de que habrá muchas más.

Asiento, sintiendo en mi corazón que, a pesar de todo lo que hemos pasado, estamos exactamente donde necesitamos estar. Aquí, juntos, rodeados de amor y apoyados por la familia que hemos construido.

Nos acurrucamos más en el sofá, y mientras cierro los ojos, puedo casi sentir la presencia de mi madre y mi abuela, observándonos, sonriendo desde donde sea que estén. Y sé, con certeza, que ellas están en paz, y que nosotros también lo estaremos.

Chico Malo, Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora