Capítulo 14

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Jake

Las horas en la universidad pasan lentas y pesadas. Mis pensamientos siguen atormentándome, atrapados entre la confusión de mi relación pasada con Alex y el desconcierto que siento por lo que está sucediendo con Sebastian. Cuando Will, el amigo policía de Alex se cruza en mi camino, su rostro parece más serio que nunca, lo que inmediatamente enciende una alarma en mi cabeza.

—Hola Jake, lamento venir a molestarte pero tienes que escuchar esto —dice Will, su voz cargada de preocupación.

— Hola Will ¿Qué pasa? —respondo, sintiendo que algo grande está por ocurrir.

—Alex está en la cárcel —responde Will de manera directa—. Y hay otro chico con él. Creo que se llama Sebastian.

Mi corazón da un vuelco. ¿Sebastian? Lo reconozco de inmediato.

No puedo evitar preguntarme qué ha hecho para terminar en la cárcel junto a Alex.

—¿Qué pasó? —pregunto, tratando de mantener la calma.

—Parece que hubo una pelea en el bar. Los oficiales que los arrestaron dijeron que se golpearon bastante —explica Will.

No puedo ignorar la preocupación que me invade. Sin decir una palabra más, me dirijo hacia la salida, con Will siguiéndome de cerca. La angustia crece a medida que nos acercamos a la estación de policía, mis pasos se hacen más pesados con cada movimiento.

Al llegar a la estación, el ambiente es frío y austero, en total contraste con el caluroso día que acabamos de dejar atrás. Me acerco al mostrador de recepción y pido ver a los detenidos, dando los nombres de Alex y Sebastian. La oficial, con una expresión cansada, nos lleva hacia las celdas.

Finalmente, llegamos a las celdas. Al mirar dentro, me encuentro con una visión que me parte el corazón: Alex y Sebastian están sentados en el suelo, ambos visiblemente golpeados y exhaustos. El dolor en sus rostros es palpable.

Me acerco a la celda, y mi mirada se dirige inmediatamente a Sebastian, mi preocupación por él es intensa. Sin embargo, al voltear hacia Alex, me doy cuenta de que también estoy preocupado por él. El enojo comienza a hervir dentro de mí mientras los observo.

—¿Qué demonios están haciendo aquí? —exclamo, mi voz temblando de rabia—. ¿Qué pensaron que estaban haciendo? ¡Podrían haberse matado!

Alex me mira con una mezcla de desafío y arrepentimiento.

—Solo estaba tratando de hacer que ese rubio se alejara de ti —dice Alex, su voz cargada de frustración.

Sebastian, aún sentado en el suelo, alza la mirada con una intensidad que no puedo ignorar.

—No me voy a alejar de Jake —responde Sebastian, su voz firme y decidida—. No importa lo que digas.

Las palabras de ambos hacen que mi enojo se eleve aún más. No puedo creer que se hayan dejado llevar de esta manera, sin pensar en las consecuencias. La situación empieza a escalar, y aunque ambos intentan pelear con miradas y palabras, mi furia se desata de una manera que ni siquiera yo esperaba.

—¡Basta! —grito, el eco de mi voz llenando la pequeña sala de la estación—. No voy a permitir que esto continúe. Voy a pagar la fianza, pero si alguna vez vuelven a hacer algo así, me aseguraré de que enfrenten las consecuencias de verdad.

Ambos chicos se quedan en silencio, sus miradas bajan ante mi enojo. Es como si el miedo y la obediencia se reflejaran en sus rostros, mientras tratan de asimilar la magnitud de lo que acabo de decir. Mi corazón está desgarrado, pero no puedo permitir que mi preocupación se convierta en un espectáculo. La tensión en la celda es palpable, y los dos parecen entender que han cruzado una línea que no deben volver a cruzar.

Chico Malo, Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora