E13. Comienza una leyenda.

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Antes de comenzar, aclaro que no soy dueño, ni me pertenecen los/as personajes e imágenes utilizados para la creación de esta historia. Lo único que es de mi propiedad es la historia.

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- Diálogos.-

- Pensamientos.-

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Naruto camina cerca de la frontera del País del Fuego con Los campos de Arroz, el territorio del cementerio de la Montaña y Takigakure. Había hecho un pequeño campamento, recorrería el resto de su largo, en la noche para tener un poco más de libertad a la hora de moverse.

En el claro de un frondoso bosque, envuelto por un poco de espesa neblina, un ninja solitario aguardaba la llegada de su oponente. Era una figura esbelta y silenciosa, cuyo ojo brillaban con un blanco opaco; el Byakugan, legado del clan Hyūga, escudriñaba a través de las sombras, percibiendo incluso las más mínimas vibraciones del aire. Su cabello rubio con mechas oscuras y ahora algunos mechones blancos ondeaba al viento, y sus dedos, finos pero firmes, rozaban con delicadeza el suelo, conectándose con la energía que lo rodeaba. Este ninja, un maestro de los linajes Yamanaka y Nara, poseía una capacidad asombrosa para manipular tanto la mente como las sombras, un peligroso equilibrio de habilidades complementadas por su casi dominio total de las cinco naturalezas del chakra. No era un oponente ordinario.

Frente a él, a unos pocos cientos de metros de distancia, un pequeño batallón de ninjas de la aldea de Iwagakure se aproximaba. Moviéndose en formación, sus pasos apenas perturbaban el suelo rocoso del bosque. No obstante, el ninja podía sentirlos, sus mentes vibrando al unísono mientras se preparaban para invadir las tierras de su patria. Ellos no sabían que ya estaban siendo observados, atrapados en la red invisible de su vigilancia.

Sin prisa alguna, Naruto comenzó a moldear su chakra. Primero, activó el Kagemane no Jutsu, la técnica distintiva del clan Nara. Las sombras del bosque parecieron cobrar vida, alargándose y retorciéndose en direcciones antinaturales, hasta fusionarse con las sombras de los árboles cercanos. Un murmullo resonó en la mente de cada uno de los enemigos cuando sintieron que sus movimientos eran restringidos, sus cuerpos atados a una fuerza invisible. Sin embargo, la formación de Iwagakure estaba bien entrenada. Los ninjas que no estaban atrapados se dispersaron rápidamente, saltando hacia los árboles y buscando la ventaja de la altura.

El Byakugan del ninja observaba todo con claridad. Con un movimiento rápido de su mano, desenfundó una hoja oculta desde su muñeca derecha, afilada como la brisa cortante de una mañana de invierno. El primer ninja de Iwagakure que descendió desde las copas de los árboles apenas tuvo tiempo de reaccionar. Con un rápido giro de muñeca, el ninja le lanzó una serie de senbons, pequeñas agujas finamente enfocadas en puntos vitales. El enemigo cayó antes de que pudiera tocar el suelo, sus manos tensándose en vano sobre las agujas.

Pero la verdadera amenaza no era solo la destreza física del ninja; su dominio del Yamanaka lo hacía temible en el campo mental. Con un sellado de manos casi imperceptible, el ninja lanzó el Shintenshin no Jutsu, una técnica de transferencia de mente. Uno de los ninjas de Iwagakure que intentaba atacar desde un ángulo lateral de repente se detuvo en seco. Sus compañeros no entendieron qué sucedía hasta que este comenzó a atacar a sus propios aliados. El caos se desató en sus filas, lo que les hizo más vulnerables.

Desde la distancia, el ninja mantenía su calma. Ahora, con el enemigo en desorden, levantó las manos nuevamente, cambiando su enfoque a las naturalezas del chakra. Primero, una corriente de fuego surgió de sus dedos, barriendo como un torrente ardiente hacia dos ninjas que habían escapado de la confusión mental. Estos lograron defenderse rápidamente con una barrera de tierra, una técnica elemental que caracterizaba a los ninjas de Iwagakure, pero el ninja no les dio tiempo para reaccionar. Con un giro de su palma, el fuego dio paso a una ráfaga de viento que quebró la defensa de tierra, golpeando a los ninjas y derribándolos.

Uno de los líderes del batallón se adelantó, activando su propia técnica de Doton, creando muros de roca que envolvían al ninja como una prisión. Sin embargo, el ninja simplemente sonrió, sintiendo el chakra fluir hacia sus piernas. En un parpadeo, usó una técnica de Raiton, la naturaleza del rayo, electrificando el suelo bajo sus pies. La electricidad recorrió el terreno, zigzagueando hacia los muros de roca y, en un instante, el enemigo vio cómo sus propios muros se desplomaban, agrietados por la fuerza del rayo. Sin más demora, el ninja activó el chakra oscuro, sumergiendo el campo de batalla en una penumbra total.

Ahora, en la oscuridad, los ninjas de Iwagakure perdieron todo sentido de orientación. El poder del elemento oscuridad era absoluto; el ninja se movía como una sombra en la niebla, invisible y letal. Los enemigos restantes comenzaron a atacar al aire, sus golpes cayendo en el vacío, mientras que el ninja aprovechaba la confusión para eliminarlos uno por uno. Con movimientos silenciosos, aparecía detrás de ellos, desatando ataques rápidos y precisos con su hoja oculta o sus senbons.

Finalmente, solo quedaba un enemigo en pie, el líder del batallón, que respiraba con dificultad, consciente de que había sido superado. El ninja, desde las sombras, se acercó lentamente. Con su Byakugan activado, percibía el flujo de chakra debilitado de su oponente. En ese momento, extendió su mano, y las sombras volvieron a alargarse. El líder de Iwagakure intentó moverse, pero fue inútil; las sombras lo atraparon una vez más, inmovilizando su cuerpo.

-Este es tu fin.- Dijo el Naruto con una voz calma pero fría.

En un último movimiento, el ninja combinó el chakra de todas las naturalezas, desatando una devastadora explosión elemental que envolvió al líder enemigo en un vórtice de fuego, viento, agua, rayo y tierra, llevándose consigo al último vestigio de resistencia. Cuando la oscuridad se disipó y el campo de batalla quedó en silencio, Naruto se quedó de pie, rodeado por los restos de lo que alguna vez fue un batallón imponente.

Sin mostrar emoción alguna, giró sobre sus talones y se alejó, su silueta desapareciendo entre las sombras del bosque. - Necesito hablar seriamente con ese anciano.-

Naruto pensó mientras usaba las sombras para comenzar a moverse hacia Konoha, si no hacia nada Hiruzen haría que Konoha sediera en esta guerra. Causando miles de bajas, si también caía la capital de la nación.

En el devastado campo de batalla humeante por la última explosión, un vórtice apareció de el salieron dos hombres. El enmascarado de antes de Iwagakure, solo que a su lado ahora había un hombre delgado y de estatura media, con una complexión ágil y ligera. Su cabello es oscuro y corto, cayendo en mechones desordenados que enmarcan su rostro. Tiene una piel clara y en su cuenca derecha había un Byakugan. Su mirada es penetrante y serena, lo que le otorga un aire misterioso y peligroso, finalmente vestía la capa de Akatsuki.

- Que te pareció es destello de habilidad por parte de tu alumno.-

El hombre ni siquiera se giro como el enmascarado. - Naruto es un ninja formidable, pero no invencible. Yugao Uzuki es su talón de aquiles.-

El enmascarado soltó una risa obscura y siniestra, dejo de lado su tono infantil para dirigirse al muerto viviente. - Eres un verdadero mounstro, incluso con tu propio alumno Mukai Kohinata.-

Mukai Kohinata ya no respondió al enmascarado, que comenzó a revisar los cuerpos muertos, para encontrar pergaminos que pudieran dictar la estrategia de Iwagakure.

- Espero y estés listo para lo que viene Naruto.- Mukai Kohinata se sumió en sus pensamientos, dejando al enmascarado hacer su trabajo.

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- Fin de capitulo -

Perdón por las falta de ortografía o alguna palabra mal escrita.

Naruto: El lobo gris del ojo blanco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora