misión

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Las llamas se elevaban hacia el cielo como lenguas de fuego devorando el edificio. Los Jóvenes Titanes, con el rostro ennegrecido por el humo y el sudor, luchaban por escapar del infierno que se había desatado.

"¡chicos, tenemos que salir de aquí!" gritó Chico Bestia, con la tos de un fumador empedernido.

Starfire, con su rostro impasible, observaba el camino hacia la salida, bloqueado por un montón de escombros. "Escarabajo, Chica Maravilla, ¡limpien el camino!" ordenó.

"¡Ya voy!" gritó Escarabajo, disparando rayos de energía para despejar los obstáculos. Chica

De pronto, un grito de terror resonó en la sala.
En el caos, Robin, Chico Bestia y Starfire volvieron la cabeza para ver a Chica Maravilla señalando hacia la parte más alta del edificio. A través de las llamas, se podía ver una silueta oscura, atrapada en la azotea. Era Raven.

"¡No puede ser!" gritó Chico Bestia, horrorizado.

"No podemos volver a por ella, es demasiado peligroso," dijo Starfire, con la voz firme.

"No, ¡no podemos dejarla ahí!" exclamó Escarabajo, con lágrimas en los ojos.

Damian, que había permanecido en silencio observando la escena, se acercó con una mirada gélida. "Yo voy a rescatarla," dijo con voz seca.

"¿Qué?" dijo ChicoBestia, incredulo. "¡Estás loco!"

"No me importa," respondió Damian, con el rostro serio. "No puedo dejarla morir."

Sin esperar a que alguieno replicara, Damian corrió hacia la salida. El fuego rugía a su alrededor, pero él no se inmutó. Se movía con agilidad entre las llamas, ignorando el dolor del calor.

La situación en la azotea era caótica. Un grupo de robots, con ojos rojos y movimientos rápidos, atacaron a Raven con ferocidad. Ella luchaba con sus poderes oscuros, protegiéndose de los ataques, pero sus fuerzas estaban disminuyendo. Una bala perdida la rozó en el brazo izquierdo, dejándole una herida sangrante que corría hacia abajo, empapando su capa negra.

Damian llegó a la azotea con un salto acrobático. Al ver a Raven herida y luchando por sobrevivir, el miedo le recorrió la espalda.

"Raven," dijo con voz apenas audible.

Raven lo vio llegar, con el rostro ensangrentado y el cuerpo lleno de polvo. "¿Damian...?" dijo débilmente.

"¿Estás bien?" preguntó Damian, observando la herida de su compañera.

"Estoy... no, no puedo... seguir," respondió Raven, con un dolor evidente en su voz.

Los robots se abalanzaron sobre ellos, pero Damian los repelió con sus espadas. Los dos se escondieron en una pequeña oficina en el borde de la azotea.

"Tenemos que salir de aquí," dijo Damian, buscando una salida.

"No... hay salida," respondió Raven, con un dolor que la recorría hasta el hueso.

Damian se acercó a ella, observando la profunda herida en su brazo. "¡Maldita sea!" exclamó, con un tono de preocupación que jamás había usado antes.

Se quitó su capa, rasgándola con cuidado para usarla como vendaje. "Tendré que improvisar," dijo, con la voz temblorosa.

Raven lo observó, sin decir nada. Nunca le había visto así, vulnerable, preocupado por alguien más.

Damian limpió la herida lo mejor que pudo, con las pocas herramientas que pudo encontrar en la oficina. Luego, con cuidado, envolvió su capa alrededor del brazo de Raven, haciendo una presión firme para detener el sangrado.

"Tienes que estar tranquila," dijo Damian, con la voz firme.

Raven asintió con la cabeza, pero un dolor punzante la recorría. Las fuerzas la estaban abandonando.

"Damian..." dijo, con un hilo de voz.

"Shh, ya casi termina," respondió Damian, con un tono suave que contrastaba con su rudeza habitual.

A pesar de sus esfuerzos, el dolor la estaba venciendo. Raven cerró los ojos lentamente y se desmayó.

Damian la observó con una mirada llena de angustia. No podía creer lo que estaba sucediendo. Nunca había visto a Raven tan frágil, tan vulnerable. Y él, con su arrogancia y su desprecio por los demás, había sido el único en darse cuenta de la gravedad de la situación.

En ese momento, el peso de la responsabilidad de su compañera lo llenó de un miedo que nunca antes había experimentado. Sabía que no podían quedarse ahí. Tenía que sacar a Raven de ese infierno, no importa lo que sucediera.

Damian la tomó en brazos con cuidado, sintiendo su peso y su fragilidad. "No te preocupes," susurró, con la mirada fija en el rostro pálido de Raven. "Te sacaré de aquí."

Con una determinación inquebrantable, Damian buscó una manera de escapar de la oficina. Sabía que era su responsabilidad, y no la dejaría morir.

La vida de Raven dependía de él, y él no la iba a defraudar.

Fin

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