~Adriano~
Intenté mantenerme despierto porque lo primordial era avisar a Matías de lo que Henry pretendía. Al verme, volvió a su forma humana y se dejó caer de rodillas junto a mí; intentó calmarme, pero tomé su mano y lo acerqué a mí. Solo entonces le susurré:
–Protégela, la quiere a ella –Sus músculos se tensaron al oírlo.
–Tranquilo, yo me encargaré. Descansa –le escuché decir antes de perder la conciencia.
~Matías~
–¡Escúchenme todos! Mantengan los ojos bien abiertos. Vinieron a por nuestra luna y su madre; debemos protegerlas. Pero ahora, levántenlo a la de tres, que tenemos que llevarlo rápidamente a la enfermería. ¿Listos? –pregunté.
–Sí, alfa –respondieron.
–Una, dos... ¡arriba! –Mis hombres lo levantaron a la altura de sus hombros. Papá y yo nos transformamos para asegurarnos de que llegaban ilesos al hospital.
Durante el camino, había algo que me tenía inquieto: “Protégela, la quiere a ella”, dijo. Ahora, la próxima vez que aparezca, le daremos la bienvenida que merece; aumentaré la seguridad y no permitiré que ella vaya sola a ningún lado.
Al entrar en la aldea, los médicos corrieron a atender a Adriano, mientras el resto de los integrantes de la manada, con horror, se mantenían expectantes. Me giré hacia ellos en el centro de todo, tomé la palabra para informarles y hacerles saber que estaban a salvo.
–Buenas noches. Sé que están asustados, pero les prometo que todo está bajo control. Hemos sido atacados por un pequeño grupo de vampiros; estos pretenden llevarse a vuestra luna y su madre, pero no se lo permitiremos. La seguridad será duplicada, irán rotando cada cuatro horas y, por supuesto, ninguno de nosotros saldrá solo; serán acompañados por algunos de mis guardias. Habrá toque de queda a las ocho de la noche; deberán estar todos en sus hogares. Como ya deben saber, en cada vivienda hay unos interruptores a los que pueden recurrir para dar la voz de alarma en situación de peligro. –Hice un recorrido con la mirada. Seguían preocupados; papá, cruzado de brazos, me observaba con orgullo. –Ya hemos vivido situaciones similares, superaremos esta. Ellos aquí son forasteros, mientras nosotros conocemos el bosque como la palma de nuestra mano. –Más tranquilos, se marcharon a sus casas.
–Estoy orgulloso de ti, campeón –dijo mi padre antes de unirse a los guardias para coordinarlos.
–Hice lo que debía –contesté. Alessandra y Anna se acercaron.–Pequeña –levantó la vista con los ojos hinchados de haber llorado.
–¿Dónde está? –preguntó.
–Está en el hospital.
–¿Podemos verlo? –preguntó Anna.
–Por supuesto, vengan conmigo. –Después de la indicación de una enfermera, las acompañé a la habitación de Adriano, quien se encontraba con un suero por vía intravenosa, su torso cubierto de vendajes y sedado.
–¿Puedo quedarme con él? –preguntó Anna.
–Sí –dije.
–¿Puedo...? –Anna interrumpió a su hija.
–Cariño, vete a dormir. Si algo pasa, prometo avisarte.
–Lobita, no te enojes, pero estoy de acuerdo con tu madre. –Torciendo la boca, poco convencida, me tomó de la mano. Nos despedimos y nos fuimos a mi dormitorio a dormir. En ningún momento añadió nada; solo se puso una de mis camisetas y, cara a cara, me abrazó con fuerza, ocultándose en mi pecho.
Mis hombres aguardaban mi llegada en el centro de reuniones, así que en cuanto se quedó dormida, llamé a dos guardias. Me vestí y, al salir del cuarto, ya estaban montando vigilancia en la puerta del mismo.
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La Cara Oculta [Saga Resiliencia • 1]
WerewolfMi nombre es Matías. Desde que era un niño, he conocido el peso del dolor y la pérdida. Crecí sabiendo que algún día sería Alfa, entrenándome para llevar sobre mis hombros la carga de mi manada. Pero nada pudo prepararme para el giro que tomaría mi...