~Nikolay~
Todo ha empeorado desde que volví a casa. Una vieja "amiga" ha decidido aparecer y ajustar cuentas con su pasado, cobrándose vidas inocentes a las que se supone que era mi deber proteger.
Si preguntan por la manada más grande de todas, perfectamente les podrán decir que es la mía. Porque, según las antiguas historias familiares que mi padre me contaba de niño, uno de mis abuelos decidió acoger a una manada que viajaba a la deriva en busca de un hogar; y aquí aceptaron dárselos con una condición: jurar lealtad al alfa.
Hace casi nueve años, nuestra tranquilidad fue interrumpida por un clan de vampiros mezquinos y caprichosos. Se les antojó alojarse en nuestras tierras y pidieron audiencia con mi padre. Este se negó a recibirlos por una sencilla razón: nuestra principal regla en nuestro territorio era la prohibición de entrada para los vampiros, y aquel que se atreviera a entrar sería sacrificado.
Dicho clan era liderado por un matrimonio y sus hijos: Mireya, Arthur y sus gemelos. No contentos con la decisión de mi padre, eligieron
tomar la justicia por su mano; acrecentaron sus filas convirtiendo a humanos del pueblo en vampiros.Fuimos atacados, y muchos perecieron en batalla. Lo que no esperábamos era que llegasen hasta mi hermana, quien embarazada en aquel entonces se ocultaba junto a un Matías de diez años.
Scott presintió que algo malo sucedía y, junto a él, corrimos a protegerla. Irrumpimos en el lugar, presenciando la peor escena de todas: habíamos llegado tarde. Los gemelos drenaban la sangre de Alisa, y Arthur disfrutaba observando, sosteniendo a Matías y obligándole a mirar cómo la vida de su madre se apagaba poco a poco.
Papá, Justin, Scott y yo, consumidos por la ira, terminamos con ellos tres. Recuerdo cómo Scott intentaba salvar a mi hermana, una batalla perdida. Ya nos había dejado. Al ser consciente de ello, sacó a Eloy, trayéndolo a la vida. Alisa fue la luz en nuestras vidas; su ausencia nos marcó tanto que jamás volvimos a ser los mismos.
He tratado de dar con Mireya, más esta sigue oculta. Reforcé la seguridad, pero parece que lograron traspasarla, ya que uno de nuestros cachorros ha desaparecido. Esa chupasangre astuta quiere que me exponga, y lo ha conseguido. Aguardo a que mis hombres hallen el posible paradero de ese niño; me uniré a ellos para rescatarlo y traerlo sano y salvo a casa.
-Alfa, creo que tenemos algo -añadió Alexey, interrumpiendo en mi despacho.
-Cuéntame, ¿qué habéis encontrado?-respondí, levantando la vista de los papeles que leía sobre mi mesa.
-Al sur de la ciudad hay una mansión abandonada. Hemos visto movimiento en la misma, pero no nos hemos acercado; nos superan en número.
-Bien, no se acerquen. No perderé a ninguno más de ustedes. Mantener la vigilancia entre los humanos y trae al resto de los hombres contigo; partiremos de inmediato hacia el sur.
-Sí, señor -contestó, marchándose a cumplir su orden. Al salir, estaban todos esperándome.
-No somos nuevos en esto, sabéis lo que tenéis que hacer. No permitimos a vampiros en nuestras tierras; al que encontréis, tenéis luz verde para matarlo. Estar muy atentos, porque seguramente serán personas conocidas. No se dejen engañar; ya no hay nada de humanidad en ellos -todos se sentían furiosos, con ansias de entrar en la batalla.-Quieren sacarnos de nuestro hogar, más no se lo permitiremos. No podéis tener piedad; iremos al sur y traeremos a ese niño junto a sus padres sano y salvo. Cubriros los unos a los otros, estar alerta. ¿Listos?-pregunté y comenzaron a transformarse uno a uno; hice lo mismo, y dije por link:-Adelante.
Al llegar, apestaba a muerte. La sangre bañaba el lugar, cuerpos sin vida por doquier; no podía permitir que esto continuara. Debo poner un alto. Se me conoce por ser un asesino a sangre fría, y no se equivocan. Me endurecí con los años desde que perdimos a mi hermanita; y ahora que ha regresado el clan que acabó con su vida, puedo terminar de vengarla. Detesto que toquen a mi familia y dañen a inocentes.
-Todos en sus puestos, alfa -intervino Alexey.
-Muy bien, estar muy atentos a cada movimiento o cosa fuera de lo normal; no podéis despistaros. Debemos sacar a ese pequeño con vida -ordené.
-Sí, alfa -respondieron al unísono por el link.
Avanzamos atacando primero. Mi gente fue herida, aun así no se dieron por vencidos y continuaron peleando; el número de vampiros iba disminuyendo. Alek cayó grave y lo sacaron de la batalla. Nos encontrábamos solos mi beta y yo, así que avanzamos hacia la vivienda; una vez dentro, me llevé una sorpresa.
-Cuanto tiempo.
-Lo mismo digo. Parece que no has perdido las viejas costumbres, Mireya. ¿Atacar a inocentes?
-Debéis pagar por lo que me quitasteis.
-Devuélveme a mi hermana, no es mi culpa que ellos la mataran.
-Me equivoqué enviando a Henry; ese estúpido no me servía para nada. Por eso dicen que si quieres que algo salga bien, que lo hagas tú mismo.
-Grrr -gruñí.
-Guarda tus colmillos, lobo malo.
-Deja ir al niño, él no te ha hecho nada.
-Pero lo hará. Es uno de vosotros y tenéis por instinto erradicarnos -añadió Mireya.
-Algo que no pasaría si nos dejaran vivir en paz. Esto comenzó por capricho vuestro y tras matar a mi hermana.
-Te quitaré algo más. Estoy dispuesta a hacerte sufrir. ¿Adivina que encontré en mi camino? -sonríe de lado con malicia. La confusión me invadió.- He conocido durante éstas décadas a un brujo antiquísimo que detesta los lobos; le conté mi problema: ¿cómo vencer al alfa que imparable se cree? Y desconozco como lo hizo, pero te encantará...¡traerla! -exclamó. Dos de sus hombres se fueron y reaparecieron poco después con una mujer asustada.
-Te he traído un presente, ¿percibes su aroma?-preguntó. Olfateé y abrí los ojos con asombro.
-Grrr, suéltala -gruñí.
-Ja ja ja ja. Veo que te diste cuenta -contestó arqueando una ceja sonriendo de lado.
-¿Alfa?-intervino Alexey.
-Mi mate, vuestra luna -contesté. Mis hombres se reunieron formando un muro de medio arco a mi espalda, esperando mi orden para matarlos y ponerla a salvo.- No puedo comunicarme con su loba, Alexey. Debemos ayudarla.
-Cuenta con nosotros -respondió.
En un abrir y cerrar de ojos, Mireya la había mordido. Mi mate gritó agonizante; desafiante, me observaba mientras bebía de su sangre. Un dolor agudo persistente se instaló en mi pecho, haciendo pedazos mi corazón. El oxígeno no llegaba a mis pulmones, mi visión se tornaba nebulosa, todo me daba vueltas. Antes de quedar sin conciencia, una reconocida voz intervino.
-¿No te dije que me llamaras si nos necesitabas? Nosotros nos encargaremos, los sacaremos de aquí.
-¿Scott?-pregunté.
~Scott~
En la familia Ivanov, siempre han sido bien testarudos sobre todo a la hora de enfrentar problemas. Y es que me tuve que enterar por una llamada de la esposa de Alexey que Nikolay corría peligro. No me detuve a pensarlo dos veces, informé a Matías y juntos partimos a Rusia rápidamente hace dos noches.
En la manada fuimos recibidos por Sandie, la mujer del beta y esta nos indicó la dirección que habían tomado hace unas horas. Corrimos aprisa, deseando lograr llegar a tiempo. Cuando entré en el lugar junto a mi hijo, me llevé una sorpresa; por primera vez en años, alguien había conseguido doblegar a Nikolay.
-Ella es su mate -intervino Alexey, y lo entendí todo. Era un golpe bajo por parte de Mireya.
Luchamos, matamos a todos los vampiros. Más cuando quise darme cuenta, Mireya había huido. No le di importancia en ese momento, ya que la prioridad era atender a Nikolay y su mate. Los chicos los cargaron a la manada, dejándolos en el hospital de la misma.
Ninguno despertaba, acrecentando nuestra preocupación. Los médicos y brujos dijeron que siguen con vida, pero que desconocen que les impide despertar. Estrella Lunar no podía quedarse sin alfa, así que me quedé yo para protegerlos y averiguar que los mantiene en coma. Envié a Matías de regreso a Camden y el niño se ha reunido con sus padres.
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La Cara Oculta [Saga Resiliencia • 1]
WerewolfMi nombre es Matías. Desde que era un niño, he conocido el peso del dolor y la pérdida. Crecí sabiendo que algún día sería Alfa, entrenándome para llevar sobre mis hombros la carga de mi manada. Pero nada pudo prepararme para el giro que tomaría mi...