Suplantación de recuerdos

0 0 0
                                    

~Isabella~

Los días pasan y aún no aparece. Temo que cuando lo haga sea demasiado tarde. En vista de la demora, hemos decidido hacer lo posible para que esa chica y sus hijas estén sanas y salvas.

He ido a casa de Nana y me ha dado la peor noticia que podían darme en estos momentos: dice que Alessandra se ha negado a comer y que ha decidido morir por su bien y el de las niñas. Dylan fue a verla para anunciarle su nuevo destino, que él injustamente le ha impuesto.

La Nana pidió a una de las mucamas cambiar de turno, y esta mañana ha sido ella quien ha servido el desayuno a Alessandra. Justo cuando Dylan entró, la oyó decir lo siguiente, asustando a Alessandra:

-Has de prepararte con el vestido blanco que te obsequié anoche. Mis brujos están terminando de preparar el hechizo que les pedí; con él suplantaré tus recuerdos, eliminando a Matías. Yo ocuparé su lugar en ellos -dijo Dylan, indiferente.

-No puedes hacer algo así, es mezquino. Además, hagas lo que hagas, ni tras mil vidas después de esta dejaré de amar a Matías -respondió Alessandra.

Dylan se aproximó a un suspiro de distancia y replicó:

-Una vez hecho el hechizo, ni siquiera recordarás su nombre; olvidarás su voz, sus ojos. Ahora dime, mi luna, ¿cómo amarás a alguien que no conocerás? -preguntó cruzándose de brazos y ladeando la cabeza-. Tu vínculo con él se romperá, será como si nunca se hubieran conocido.
Se giró y salió furioso de la habitación.

-Nana, no podemos dejar que le haga eso -dije.

-Y no lo vamos a permitir. Esa muchacha está destrozada; tomó de la cubertería de su desayuno el cuchillo para partir la fruta, y en su desesperación intentó cortarse el cuello ella misma -veía el miedo en la mirada de Nana-. Por suerte, logré llegar a ella; le dije que la íbamos a ayudar hasta encontrar a su esposo -suspiré con alivio.

-Creo que se me ha ocurrido algo -dije, y me observó curiosa-. Conozco cada secreto de su mansión, los pasadizos ocultos tras sus paredes; tienes que ayudarme a entrar en su habitación. La sacaré de ahí.

-Bien, hablaré con el servicio; te cubriremos -respondió Nana, tomando mis manos entre las suyas-. Solo ten cuidado, no quiero que pierda el control contigo y te mate.

-Estaré bien. Me salvó la vida y le debo eso. Ahora mismo desconozco al hombre que una vez conocí, pero no permitiré que lleve a cabo su plan. Debo irme, hay tres pasadizos por los que debo pasar para poder llegar a ella.

-Esperaré noticias tuyas -respondió Nana. Le di un beso en la mejilla y me marché.

~Ryan~

Me encontraba fuera de Tokelau porque me dedico a vender productos agrícolas a los comercios; pero viendo lo que sucedía en la isla y que Beca e Isabella habían acudido a mí por ayuda, no me he negado. Aborrezco a Dylan y su arrogancia, detesto las injusticias, por eso extendí mi viaje.

En este instante, me preparaba para regresar a casa; pero justo antes de poder hacerlo, un grupo de hombres lobo abordó mi barco. ¿Cómo los reconocí si soy humano? Creo que ha llegado el momento de confesarles mi pequeño secreto: no soy humano, soy un hombre lobo algo diferente. Mi familia y mi especie fueron erradicadas antes de que yo naciera. Y por supuesto, Nana Beca no es mi madre. Con el propósito de mantenerme a salvo y regalarme una buena vida, mi madre biológica me entregó a Nana cuando tenía unos días de nacido.

Con el paso de los años, fui creciendo y mi curiosidad también. Así que, con diez años, luego de mi primera transformación, pregunté a Beca por mis padres y por qué yo era diferente al resto. Entonces, me contó una breve historia que relata cómo llegué hasta ella, y dice así:

La Cara Oculta [Saga Resiliencia • 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora