Regreso a casa

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~Matías~

Me fui un poco intranquilo, con el miedo en el cuerpo por la idea de que, durante mi viaje de última hora para ayudar a mi tío, alguien viera la oportunidad de volver a atacar la manada y le hicieran daño a ella. Sé que tan solo han sido unos días, pero ya tengo muchas ganas de verla.
Acabo de pisar el suelo de Camden y mi reloj marca las cinco de la madrugada, así que debe estar dormida. Por otro lado, papá tuvo que quedarse en Rusia y me alegro porque una manada sin su alfa sería un completo desastre; él ocupará el lugar de mi tío mientras este se recupera.

El cumpleaños de Eloy es dentro de unas semanas. Espero que para entonces todo esté bien y los dos consigan llegar a tiempo para la celebración; aunque sabiendo que mi hermano comprenderá la situación, eso no evitará que se sienta triste por ello.

Debéis saber, que exterminamos a todos los vampiros de aquella mansión; desafortunadamente, Mireya logró escapar. Hay que reconocer que la condenada es escurridiza. Por ello antes de volver, nos dividimos el resto de manadas del mundo, a las que debemos de llamar para avisarles de que esta mujer ha regresado. Que tengan los ojos bien abiertos, porque si la ven en sus tierras deberán darle caza. Es un peligro para todos.

Me encuentro preocupado por Áurea. Alek, su mate, fue gravemente herido y lo enviarán para Camden en pocas horas; por lo que debo acondicionar una habitación en la que ambos puedan descansar y recuperarse.

Llegamos a la aldea al cabo de dos horas. Bajé de la camioneta y, sin decir nada, me marché a casa. No solo estaba exhausto necesitaba verla. Entrando en su dormitorio me deleité con las vistas: llevaba puesta una de mis camisas en bragas. Me quité la ropa y me metí en la cama, abrazándola. Cerré los ojos dispuesto a dormir, pero la sentí moverse.

–Has llegado –susurró.

–Sé que solo fueron dos días, pero te he echado de menos –añadí.

–Y yo a ti, ¿qué hora es?

–Las siete aún. Vuelve a dormir; seguiré aquí cuando despiertes, no me iré a ningún lado –respondí, dándole un beso en la cabeza. Acomodada sobre mi, pecho y con las piernas entrelazadas, caímos en un profundo sueño.

~Alessandra~

Había regresado hace dos horas. Parecía agotado. Me levanté con cuidado de no despertarlo, me di una ducha rápida y me puse  un set de lencería de encaje floral con aro, un short deportivo con cordón color vino, camisa blanca de tirantes. Una vez lista, bajé a la cocina a preparar nuestro desayuno y sorprenderlo.

Me había quedado anoche en casa de mis padres, así que, como sigo en la de ellos y me apetecía, coloqué mis airpods con música a todo trapo y, danzando de un lado a otro, preparé el desayuno para todos.
Entré en el dormitorio de mis padres para avisarles que podían ir a desayunar, pero estos seguían durmiendo. Sonreí de lado, cuando una malvada idea cruzó por mi mente. A los pies de su cama, retrocedí hasta la pared para coger impulso y, luego de contar hasta tres, me lancé sobre ellos.

–¡Buongiorno! –chillé llenándolos de besos. En un intento de poder seguir durmiendo, me atraparon entre sus sábanas intentando acallar mis gritos; no me di por vencida hasta liberarme, pero ellos sí–. ¡He ganado! –exclamé triunfante.–Arriba dormilones, el desayuno está listo.

–Cariño, déjanos dormir unas horas más. Es finde semana –protestó papá.

–Hace bueno, salgan a disfrutar del sol y el cantar de los pájaros. No sean aburridos –les enseñé la lengua antes de salir de la habitación. De regreso a la cocina, para subir el desayuno a Matías, pude oír a mi padre como se reía a carcajada limpia.

La Cara Oculta [Saga Resiliencia • 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora