Matías

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~Matías~

Llevamos dos días aislados de todos. Los demás no han interrumpido en nuestra casa para nada y se agradece. Hemos descansado, disfrutado de la compañía mutua y de nuestras hijas. Aún estoy que no me lo creo; pensé que jamás volvería a verlas, pero aquí me encuentro absorto observando a mi esposa dormir, cuando el llanto de las niñas llamó mi atención y fui a verlas.

-Buenos días, pequeñas. Vengan con papá, iremos a desayunar -les dije. Las tomé en brazos y dejaron de llorar. De camino a la cocina, Alessandra se unió a nosotros cargando a Zaniah.

-Buenos días, amor -dijo posando un suave beso en mis labios. Sonreí y pregunté:

-¿Cómo estás?

-Mucho mejor, ahora que he podido dormir por horas -contestó.

-Lamento haberte despertado, yo... -empecé, pero me interrumpió.

-Tranquilo, las escuché entre sueños y me he levantado a ayudarte -dijo, guardando silencio dos segundos pensativa, y añadió-: ¿Has pensado en reunirte con Hugo?

-No lo había pensado, pero en algún momento tendría que verlo. Le pediré que me ponga al corriente de lo que sepa sobre la bruja, además de averiguar cómo detenerla.

-¿Podrías mantenerme informada? Me gustaría entender por qué está tan empecinada en nuestras hijas.

-Por supuesto. ¿Qué harás hoy? -pregunté.

-Iré a ver a Isabella y a la nana Beca, para ver cómo se están adaptando a la manada. Llevaré a las niñas para que las vean -respondió.

-Si pasa algo, no dudes en llamarme -añadí.

-Estaremos bien, amor, no te preocupes -contestó dándome un casto beso.

-Acabo de avisar a Connor. Iré a cambiarme; debo estar en el despacho en diez minutos -dije, colocando a Itzamara dormida en su carriola, y Alessandra a Zaniah.

-En la noche iremos a ver a mis hermanos y mis padres -dijo desde la cocina, lavando lo que usamos en el desayuno.

-Perfecto, cenemos con ellos -respondí antes de comenzar a subir las escaleras que llevan a los dormitorios.

Al cabo de un rato, salimos de casa y las miradas de todos se posaron en nosotros, dedicándonos cálidas sonrisas. A lo lejos vimos a Ryan de la mano de Isabella, conversando con nana Rose y nana Beca. Así que nos acercamos a ellos.

-Hola, chicos. ¿Cómo se están adaptando? -pregunté.

-Todos nos han recibido con los brazos abiertos. Gracias por la oportunidad, Matías -contestó Ryan.

-Es lo menos que podía hacer. A vosotros os lo debo todo; sin vuestra ayuda, no creo que las hubiera encontrado -dije, observando a Alessandra. -Estáis en vuestra casa. Lo que necesiten lo tendrán -añadí, pasando a Zaniah a los brazos de Nana Rose.

-Gracias -añadió Isabella con una sonrisa tímida.

Me despedí y me marché dispuesto a reunirme con los betas en mi despacho. Pero, para mi sorpresa, quien me esperaba no eran ellos, sino Hugo.

-¿Querías verme? -preguntó.

-¿Cómo...? -empecé, pero me interrumpió.

-Un mago jamás revela sus trucos, Matías -dijo soltando una carcajada limpia. -Entra, tenemos mucho de lo que hablar, pero antes de comenzar permíteme hacer algo -añadió, dándome paso a mi propio despacho. Cerró la puerta, sacó salvia, la quemó y esparció el aroma por toda la estancia.

-¿Para qué es eso? -pregunté.

-Una bruja como la que te enfrentas puede poseer a quien desee. Así que esto impedirá que algún oído indiscreto se entrometa en nuestra conversación -añadió, tomando asiento y cruzando las piernas.

La Cara Oculta [Saga Resiliencia • 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora