~Matías~
Alessandra hoy cumple cinco meses de embarazo, y a su madre, Anna, le queda un mes para dar a luz. Según me ha contado Adriano, decidieron no preguntar por el sexo de los bebés; quieren que sea una sorpresa hasta para ellos.
En nuestro caso, lo sabremos en las próximas horas. Dado lo poco que falta para recibir a los hermanos de mi esposa, Adriano me ha pedido algo de ayuda para preparar la habitación que queda junto a la de ellos.
Al principio, tuvimos un desacuerdo con las chicas a causa de la elección de colores para las paredes. Viendo que no llegábamos a ningún acuerdo, se hizo una votación y, por mayoría, escogimos el verde manzana. Ellas se han quedado en el salón con una película romántica y se han aprovisionado bien de picoteo.
Actualizándolos en información, extrañamente no hemos sabido nada en estos meses de esa bruja. Lo que sí hemos sabido es que la antigua manada de Adriano fue disuelta; fueron abandonados a su suerte.
Muchos de sus miembros han venido a hablar conmigo y con Derrik, pidiéndonos asilo para sus familias. Otros llegan de otras manadas que desconozco, diciendo que buscan una mejor vida para sus hijos.
Sintiéndolo mucho, después de lo malo que hemos vivido, hemos sometido a los nuevos a un interrogatorio exhaustivo; después de hacerles beber un suero de la verdad proporcionado por nuestros brujos. Soy el alfa de la manada Luz de Luna; en estos casos, debo priorizar a mi gente y protegerlos de cualquier posible amenaza.
Afortunadamente, todos han pasado la prueba y los hemos repartido entre las manadas cercanas y la mía.
~Alessandra~
Esto de las hormonas es una completa montaña rusa. Hoy me siento muy sensible, pues lloro por todo; estoy en mi quinto mes y ya tengo muchas ganas de cargarlos en mis brazos. Estoy emocionada porque, por fin, sabremos el sexo de nuestros hijos en pocas horas.
Días atrás fuimos a comprar todo para amueblar los nuevos dormitorios. Papá y Matías empezaron a pintar la habitación de mis hermanos; luego seguirán con la de mis hijos.
Dado que mis amigas no están, porque después de sus bodas se tomaron unas semanas de luna de miel, mamá y yo elegimos películas, cogimos comida, helados y nos hemos puesto cómodas en la sala de televisión.
-¡Auch! -exclamé, sobándome el vientre con algo de incomodidad. Mamá, tan exagerada como siempre, acaba de dar un chillido llamando a los chicos.
-¡Amor! ¡Matías! -gritó ella, y ambos bajaron corriendo las escaleras, casi sin aliento.
-¿Están bien? -preguntaron alarmados.
-Sí, tranquilos. -Sonrojada, mi mirada y la de mi esposo conectaron. Entonces le dije-: Acaban de dar patadas.
Él no respondió; con la ilusión de un niño, se acercó, acarició mi barriga por un rato hasta sentir el movimiento de nuestros bebés.~Fabricio~
Desde hace unos años, cuando me di cuenta de que mi padre no me tomaba en serio, elegí vengarme detodos ellos a largo plazo, para permitirme saborear el sufrimiento que les ocasionaría.
Papá fue severo conmigo; sin embargo, admiraba a mi hermano Ángelo. Lo odiaba por ello. Mamá tampoco hizo mucho por mí. Solo me decía:
-Tu hermano es el mayor; aún no tienes edad. Él acaba de cumplir los dieciocho, así que será quien ocupe el cargo de alfa de esta manada -me decía cuando acudía a ella y le suplicaba que hablara con mi padre para que me eligiera a mí. Me sentí ofendido y me aislé. Que tuviera diez años no importó para mí y sigue sin importarme; yo siempre he sido mejor que mi hermano. Si no, miren dónde está él y miren dón de estoy yo.
Con ello comenzó mi rebeldía, pero seis años después, para perderlos de vista, acepté marcharme a ese internado de alfas que mi hermano y mi padre hablaban con orgullo y honor. Daban asco.
Sí, al final no era para tanto. Comprendí que ser temido era la mejor opción para ser respetado. Hice de las mías en la escuela durante tres años. Lo que no predecía era que me toparía con un Weston. Aunque en ese entonces no los conocía, hoy los aborrezco; con su actitud correcta y heroica.
Fueron tres tediosos años. ¿Para qué venir a dicho internado? Si tan solo por haber nacido en una familia alfa me daba todo el poder que necesito para hacer lo que me plazca. Al final, solo me sirvió para ganar cuatro grandes amigos leales que creyeron en mí, y años después nos reunimos en el consejo de alfa.
En aquel entonces, quise vivir la vida como cada adolescente. No me quería comprometer con nadie, a pesar de un vínculo concedido por la diosa luna. Pero conocer a Hope, por primera vez me hizo cuestionarme cada una de mis decisiones.
Me acerqué a ella, conectamos, nos hicimos amigos. Como un idiota, pensé que iba a ser algo correspondido y me declaré. Me rechazó una infinidad de veces, pero no dejé de intentarlo. Cuando me confesó que conoció a su alfa, enfurecí; me propuse a descubrir la identidad de este.
No me hizo falta. Iban como dos recién enamorados por los pasillos de la escuela. No lo soporté. ¿Por qué todos tenían todo aquello que yo quería y no podía tener? Primero mi hermano, ahora este desgraciado de Justin. Debía remediarlo, y lo hice vengándome.
Ella aprendería que a mi nadie me rechaza. A Justin le enseñaría que él no es mejor que yo y que no era correcto humillarme públicamente.
¿Saben por qué particularmente me dolió su rechazo más que ninguna otra cosa? Porque me había propuesto no dejar a nadie entrar, pero con Hope me enamoré como un estúpido de su sonrisa, su piel, su aroma, su voz. Como ya dije, me declaré; me miró durante unos segundos, como si sintiera pena por mí, y me dijo:-Lamento haberte dado una idea equivocada si creíste que había algo entre nosotros. Hace unas semanas encontré a mi alma gemela. ¿No es increíble? Jamás pensé en encontrarlo aquí -dijo feliz-. Mi corazón le pertenece a él y yo también -me mostró la marca en la esquina de su cuello. Mi lobo quería salir, pero no era el momento-. Jamás te vi como algo más que un amigo, Fabricio. No quise confundirte -dicho esto, se dio media vuelta y se marchó. Nuestra amistad no fue la misma desde ese día.
Volví a insistir, esperanzado de poder convencerla, pero seguía rechazándome. Justin vino a reclamarme, pues parecía que Hope le contó de mi cortejo. Enloquecí; los seguí cada noche que se adentraban en el bosque, esperando mi oportunidad para el siguiente paso: mi venganza.
Para ello, recurrí a la ayuda de vampiros y de mis amigos. Me alejé, o eso quise que pensaran.El día llegó y todo ocurrió. Justin, malherido, gritaba mientras nos veía disfrutar de su chica. Debo reconocer que Hope dio pelea, pero cuando se conociera tal acontecimiento, no volverían a subestimarme.
Ante los ojos de ese estúpido, le asesté un último golpe a ella. Oímos sus costillas partir; segundos después, se ahogó en su propia sangre.
Aunque no lo crean y me llamen mentiroso, yo la quise; pero no podía dejar que él la tuviera si yo la amaba.Al terminar, los abandonamos en el bosque. Los lamentos y aullidos lastimeros de Justin se oían desde la escuela. No me importó; ya estaba hecho, me había salido con la mía. Profesores y un alumno en concreto se transformaron y acudieron en su auxilio. Todo después en la escuela fue un jaleo con la despedida de Hope.
Culpé a Weston por haberme obligado a hacer lo que hice; pero si la hubiera rechazado y alejado de ella, Hope seguiría con vida. Debido a eso, juré que nunca sería feliz si yo podía evitarlo. Años después, ubiqué a su manada en Seattle y procuré quitarle sus tierras.
Cuando olía mi victoria en las batallas que yo había iniciado, Jasha Ivanov interfirió por su mejor amigo junto a sus hombres. Mató a casi la mitad de mis chicos, cortesía de la manada de mi padre; y toda propiedad que Justin tuviera a su nombre pasó a ser de Jasha, haciéndolos así intocables.
Actualmente, gracias al imbécil de Adriano, he vuelto a encontrar a la familia Weston. Me cobré la vida de Scott; ahora solo faltan Eloy, Matías, Alessandra y sus bebés. Cuando esté satisfecho, por último enviaré a todo un ejército si es necesario, de vampiros y hombres lobo, para matar uno a uno a la manada Luz de Luna y así diezmar el legado de Justin Weston.
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La Cara Oculta [Saga Resiliencia • 1]
WerewolfMi nombre es Matías. Desde que era un niño, he conocido el peso del dolor y la pérdida. Crecí sabiendo que algún día sería Alfa, entrenándome para llevar sobre mis hombros la carga de mi manada. Pero nada pudo prepararme para el giro que tomaría mi...