• Capitulo 8

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Observé cómo Laura se alejaba del centro del salón, levantando ligeramente su vestido largo para no tropezar. Mientras tanto, el presentador seguía hablando con ese entusiasmo exagerado que parecía necesario para mantener la atención de todos los invitados.

—¡Muy bien, damas y caballeros! —anunció, elevando la voz—. Ahora explicaremos las reglas de nuestro primer juego. Las parejas deben colocarse una al lado de la otra, de frente a esta mesa. Primero, cruzarán sus brazos por detrás de sus espaldas para tomar un vaso de licor sin derramarlo.

Miré a Kai de reojo. Él sostenía una expresión que dejaba claro que este evento le parecía una pérdida de tiempo monumental. No dijo nada, pero la manera en que sus ojos se fijaron en el presentador dejaba poco espacio para la interpretación. Estaba molesto, como si preferiría estar en cualquier otro lugar.

—Después de tomar el vaso de licor, correrán hacia el otro extremo de la pista —continuó el presentador—. Allí, las chicas se subirán a la espalda de los chicos, quienes deberán correr de vuelta a la mesa. Las chicas tomarán otro vaso, regresarán al punto de partida sobre las espaldas de sus compañeros, y repetirán el proceso.

Solté un suspiro apenas audible, preguntándome en qué momento había perdido el control de la situación. Giré un poco la cabeza para observar a las demás parejas. Tatiana se veía emocionada, inclinada hacia Andrés mientras murmuraba algo, seguramente planeando cómo ganar. La pareja amiga de Laura parecía relajada, con una risa fácil. Y luego estaban Laura y Ricardo, quienes se veían muy confiados, casi como si hubieran practicado esto antes.

—¡El primer equipo que complete tres rondas sin derramar más de dos vasos, gana! —gritó el presentador con una sonrisa radiante—. ¡Y no se preocupen, hay un médico a mano por si alguien se entusiasma demasiado!

Vi a Kai soltar un suspiro silencioso, su expresión endurecida.

—Esto es ridículo —murmuró, casi sin mover los labios.

Asentí sin decir nada. No es que pudiera contradecirlo; todo esto era, como mínimo, extraño.

—podría ser peor —le dije en voz baja, aunque no estaba segura de si me había oído.

Él no respondió, solo se encogió de hombros ligeramente, como si ni siquiera valiera la pena discutirlo. Yo también guardé silencio, consciente de que cualquier intento de conversación probablemente sería una batalla perdida.

El presentador seguía moviéndose de un lado a otro, disfrutando su momento en el centro de atención.

—¡Recuerden, entusiasmo es clave! —gritó, animando al público—. No solo se trata de terminar primero, ¡sino de cómo participen!

Laura regresó al centro, ahora con un vestido más corto, claramente listo para moverse con mayor facilidad. Los participantes aplaudieron con entusiasmo, y el presentador comenzó a organizarnos en filas. Ricardo y Laura fueron los primeros, seguidos por la pareja de amigos, luego nosotros, y finalmente Tatiana y Andrés.

—¿Estás listo para esto? —murmuré, con una media sonrisa.

Kai apenas me miró y luego fijó su vista al frente, como si no me hubiera oído, pero su ceja levantada dejó claro que, si fuera por él, no estaríamos aquí. Me preparé en silencio, intentando concentrarme.

El presentador comenzó la cuenta regresiva.

—¡En sus marcas... listos...!

Sentí mi corazón latir con fuerza. Kai se posicionó a mi lado, entrelazando sus brazos detrás de su espalda con una facilidad que me hizo sentir que todo el proceso era aún más incómodo. Yo intenté hacer lo mismo, tratando de no pensar en cómo me veía.

29 razones para quedarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora