• Capitulo 32

35 8 5
                                    

No podía creer lo que estaba pasando. Estábamos sentados en el sofá de la sala de mi casa, Kai a mi lado, todavía sosteniendo el ramo de flores como si fuera su escudo personal. Frente a nosotros, mi mamá, mis dos hermanos, y Tatiana, que no paraba de lanzarme miradas cargadas de significado. El ambiente era raro, incómodo... y más aún cuando mi mamá no dejaba de clavarle los ojos a Kai desde que entramos.

—Bueno, ¿y tú quién eres? —mi mamá finalmente rompió el silencio, cruzando los brazos mientras seguía observando a Kai de pies a cabeza.

Kai, siempre tan educado y ahora claramente nervioso, bajó el ramo y se levantó lentamente, como si preparara un gran discurso. Se acercó un paso, dejó el ramo en una esquina, y con una sonrisa un tanto incómoda, dijo:

—Yo...Soy Kai.

Y se quedó ahí, parado, solo diciendo su nombre.

Mi mamá levantó una ceja, como si esperara más.

—Kai... —repetí por lo bajo, deseando que dijera algo más. Pero él solo sonrió.

—Ah, Kai —dijo mi mamá, exagerando su tono como si lo estuviera evaluando—. Yo soy la mamá de Sophia, la chica que tienes al costado... la que está demasiado cerca.

En ese momento, Kai dio un paso hacia atrás, un poco avergonzado, y justo cuando pensé que las cosas no podían ponerse más incómodas, mi hermano menor, Emilio, que estaba en el sofá con el celular, decidió abrir la boca:

—Soph, ¿es tu novio?

Mi cara se puso roja al instante. Kai y yo nos miramos, sin saber qué responder. El silencio en la sala se hacía cada vez más pesado. Finalmente, ambos asentimos, como dos niños atrapados haciendo travesuras.

—Oh, ya veo... —dijo Emilio, sonriendo como si acabara de descubrir algo importante.

Mi mamá no perdió la oportunidad y lanzó otra de sus preguntas raras:

—Dime, Kai, ¿tu ropa es de marca?

Sentí cómo la vergüenza me subía hasta las orejas. Me giré hacia ella.

—¡Mamá! No le preguntes eso.

Ella me miró, encogiéndose de hombros.

—¿Qué tiene de malo preguntar? Solo quiero saber. Además, Kai no parece ser tan simple como el adefecio de tu ex.

—¡Mamá! —la regañé, no podía meter a mi ex en esto. Miré a Kai, deseando que no le diera importancia—. Lo siento, no le hagas caso...

Pero Kai, con la calma que lo caracteriza, miró a mi mamá y sonrió.

—De hecho, sí —dijo, alzando un poco el tono—. Mi ropa es de marca, y no soy para nada simple.

Mi mamá parecía encantada con la respuesta y, como si nada, se levantó del sofá y se acercó a Kai.

—Cuéntame más —le dijo, poniéndose a su lado con toda la confianza del mundo.

Yo no podía hacer más que hundirme en el sofá, deseando desaparecer. Kai, por otro lado, parecía decidido a exagerar todo lo posible.

—. Cocino increíblemente bien. Me gusta experimentar con todo tipo de recetas. Puedo hacer pasta desde cero, y mis postres... bueno, digamos que la gente hace fila para probarlos.

Mi mamá lo miraba impresionada, casi como si fuera una celebridad culinaria.

—Sophia, esta vez sí escogiste bien —dijo mi mamá, lanzándome una mirada cómplice.

—Mamá, por favor... —traté de intervenir, pero Kai, sorprendentemente, no parecía molesto.

—No pasa nada, Soph —me dijo—. Me gusta conversar con mi suegra... porque la puedo llamar suegra, ¿verdad?

29 razones para quedarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora