• Capitulo 25-PARTE UNO

26 7 0
                                    

Kai se acercó directamente hacia nosotras, su mirada fija, y aunque sus pasos no eran apresurados, cada uno parecía marcado por una tensión que no había notado antes. No dijo nada cuando llegó, solo observó a su madre por un momento, y luego su atención se desvió hacia mí, como si evaluara la situación completa en silencio.

No sabía qué hacer. Estaba sentada junto a la señora Jhanik  completamente desconcertada por cómo había terminado en esta situación. Todo comenzó como una cena tranquila, pero ya habían pasado horas… y Kai, de alguna manera, había aparecido de la nada.

¿Cómo lo hizo? Según lo que sabía, estaba en otro país, y de pronto ahí estaba, parado frente a nosotras en medio de la noche. Su madre ni se inmutó, como si fuera lo más normal del mundo, pero para mí... era un completo misterio.

—¿Ya te vas, Kai? —dijo la señora Jhanik, sirviéndose más vino de la botella casi vacía. Sus ojos brillaban con esa picardía que solo el alcohol puede dar—. ¡No te vayas! Mira, estoy aquí con Sophia... nosotras estamos bien, ¿verdad, querida?

Levanté la mano y sonreí, aunque internamente comenzaba a preocuparme un poco por la hora.

—Estamos perfectamente bien, Jhanik —le respondí—. ¡No necesitamos ni un chofer ni un guardaespaldas esta noche!

Kai nos miraba con una mezcla de exasperación y cansancio, como si estuviera tratando de mantener la calma, pero sabía que internamente quería arrastrarnos fuera del restaurante en ese momento.

—Mamá, ya es suficiente —dijo él, con su voz firme y tranquila, pero con un dejo de desesperación—. Es tarde y ya deberíamos irnos. Sophia, por favor, dile que es hora de irnos. El restaurante ya está cerrando.

Me encogí de hombros y sonreí. Ya sabía lo que iba a decir, pero igual quería divertirme un poco.

—Lo siento, Kai —dije con una sonrisa traviesa—, pero no pienso moverme de aquí. Estoy muy bien, gracias.

—¡Eso mismo! —exclamó Jhanik, brindando conmigo—. No vamos a irnos. Aún no he terminado de disfrutar de la noche con mi querida nuera. ¡Vamos a pedir otra botella!

Kai suspiró. Lo veía claramente derrotado, pero aún así seguía insistiendo.

—Mamá, ya nos vamos. Vamos a casa, ya es suficiente por hoy.

—No —respondió su madre, cruzando los brazos como una niña malcriada—. No me voy a ningún lado hasta que terminemos. Y Sophia está de acuerdo, ¿verdad?

—¡Completamente de acuerdo! —le respondí mientras levantaba mi copa, aunque ya no había más vino que tomar.

Kai me miró, frustrado. Podía ver en su rostro que no estaba para juegos, pero también me daba cuenta de que no tenía muchas opciones. ¿Qué podía hacer? Nosotras ya estábamos demasiado cómodas como para movernos.

—¿De verdad? —Kai nos miró, entrecerrando los ojos—. ¿Saben qué? Hagan lo que quieran.

La señora Jhanik y yo soltamos una carcajada.

—¡No puedes irte! —dijo ella, divertida—. ¡No nos vas a dejar aquí!

—¡Claro que no! —dije yo, riendo—. Sabemos que no lo harías. ¿Cómo vamos a volver a casa sin ti?

Kai, en lugar de responder, se inclinó y agarró su maleta. Nos miró con una expresión que no supe si era de burla o resignación.

—Miren —dijo, levantando la maleta—. Que sí lo hago.

Y antes de que pudiéramos reaccionar, dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta. Pensé que estaba bromeando, que iba a detenerse antes de salir, pero no. Seguía caminando y... ¡se fue! Simplemente, se fue.

29 razones para quedarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora