• Capitulo 22

49 4 0
                                    

Capitulo largo⚠️


No tardaron mucho en llevarse a aquel idiota a la comisaría por agredir a un miembro de seguridad, mientras la multitud seguía grabando con sus teléfonos.

Para nuestra suerte, a Kai no le pasó nada, ya que justo en ese momento aparecieron Mario y Riwel, sus caras tan confundidas como si acabaran de aterrizar en otro planeta. Tatiana, siempre rápida para entender la situación, les hizo un gesto con las manos, señalando que era momento de largarnos de allí antes de que las cosas empeoraran.

Miré a Kai. Su rostro seguía tenso, aunque ya había bajado las manos. Estaba tratando de disimular, pero su expresión era pura alerta. Sin decir nada, comenzamos a dispersarnos entre la gente, mezclándonos con los curiosos y los que seguían grabando, intentando que nuestra salida fuera lo menos llamativa posible.

Caminamos uno detrás del otro hasta llegar a la otra esquina, donde había menos personas. Allí, cerca de la puerta de salida, Mario rompió el silencio.

—Oye, Kai —dijo, mirándolo con el ceño fruncido—. ¿Qué te pasó en la cara? Está toda hinchada.

Kai se llevó una mano al rostro, palpándose con disimulo la mejilla enrojecida.

—Me picó un mosquito —respondió, restándole importancia.

No les iba a decir la verdad, claro. Mario levantó una ceja, claramente sin creerle, pero antes de que pudiera decir algo, Tatiana abrió la boca para intervenir.

—En realidad, lo que pasó fue que...

Kai la fulminó con la mirada, y Tatiana, que captó el mensaje al instante, cambió de tema abruptamente.

—Digo, ¿Porque  tardaron tanto? —preguntó Tati, alzando la voz y mirando a Mario y Riwel, que parecían confundidos por la repentina pregunta.

—Ah... eso... —Mario se rascó la cabeza, mientras Riwel soltaba un suspiro—. Nos perdimos.

—Sí —continuó Riwel—. Cuando quisimos regresar, no sabíamos por dónde ir.

—¿Cómo que no sabían por dónde? —preguntó Tatiana, divertida.

—Bueno, vimos la pizzería fuimos directo al celular , íbamos a regresar de inmediato pero dijimos : "Vamos a comer algo primero". —Mario sonrió, como si aquello explicara todo.

—¿Y por qué no volvieron después? —insistió Tatiana.

—Ah, bueno... —Mario se encogió de hombros—. Cuando terminamos de comer, nos dio flojera regresar. Así que dijimos: "Vamos a comer otra pizza". Pero ya no nos quedaba dinero.

Riwel asintió, como si toda esa lógica fuera completamente válida.

—Tuvimos que dar vueltas y vueltas buscando cómo llegar... hasta que nos encontramos con ustedes.

Solté un suspiro, sintiéndome aliviada de que por lo menos habíamos salido de la situación sin mayores problemas, aunque el comportamiento de Mario y Riwel siempre me dejaba con dudas sobre cómo lograban sobrevivir solos.

Ya era bastante de noche, y ya era hora de ir a casa Después de esa locura, lo mejor era dejar que todo se calmara.

Kai iba a subirse a su coche, con el rostro todavía algo hinchado y tenso por lo que había pasado. Sin embargo, antes de que pudiera cerrar la puerta, me acerqué rápidamente y lo detuve.

—Espera aquí —le dije—. Voy a comprar algo en la farmacia para que ya no te duela tanto.

Él se quedó mirándome, levantando una ceja.

29 razones para quedarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora