• Capitulo 30

36 6 3
                                    


SHOPIA

Siento como si todo el mundo a mi alrededor se hubiera desvanecido. El ruido de la música, las risas, las luces… todo se volvió un eco lejano desde el momento en que sus labios tocaron los míos. Mis manos aún tiemblan, aunque trato de disimularlo, apretando el borde de la mesa junto a mí.

No puedo creer que esto haya pasado.

Kai. Kai.

Me he pasado tanto tiempo convenciéndome de que él y yo éramos solo amigos, que cualquier otra cosa era una idea absurda. Pero ahora, con solo ese beso, todo lo que he sentido y negado durante tanto tiempo ha salido a la luz. No puedo seguir engañándome.

Estoy enamorada de Kai.

Lo sé porque cuando me besó, no fue solo una sensación física. Fue algo más profundo, algo que me removió hasta los huesos. Nunca me había sentido así antes. Sentí como si todo mi ser hubiera estado esperando por ese momento, aunque nunca me lo hubiera permitido aceptar. Y ahora, no puedo dejar de pensar en cómo quiero más de esos momentos. Quiero sentir su cercanía, su apoyo… su amor.

Y es aterrador. ¿Qué si esto no significa lo mismo para él? ¿Qué si ese beso fue solo una confusión o un error que querrá olvidar?

Me separo lentamente, sintiendo el vacío donde antes estaban sus labios. Abro los ojos y ahí está él, mirándome. Su rostro no muestra mucho, como siempre. Estudia mis ojos en silencio, como si estuviera buscando algo en ellos, alguna confirmación. ¿Lo que siente es lo mismo que yo?

Es increíble cómo, en un lugar tan ruidoso, de repente todo se siente como si estuviéramos completamente solos. No escucho la música, ni los murmullos de las personas que bailan alrededor, ni los pasos de quienes caminan cerca. Solo está Kai. Y yo.

Nos miramos durante lo que parece una eternidad, sin decir una palabra. Trato de leer algo en su mirada, pero Kai siempre ha sido un enigma, difícil de descifrar. ¿Qué está pensando? ¿Se arrepiente?

—¡Aaaaaay, los encontré! —La voz de Tatiana irrumpe en nuestra burbuja privada.

Tatiana aparece tambaleándose con una copa en la mano y en la otra está le disfraz, claramente más borracha que antes. Está sonriendo, totalmente ajena a lo que acaba de pasar. Mi corazón aún late rápido por el beso, pero ella no lo sabe, no puede saberlo.

—¿Por qué están aquí tan serios? —pregunta, riendo como si fuera la cosa más graciosa del mundo—. ¿Se pelearon o qué?

Miro a Kai. Él sigue callado, observando todo con esa calma que me desespera.

Intento decir algo, pero las palabras no salen. Todo lo que puedo hacer es sonreír débilmente, tratando de procesar lo que acaba de ocurrir.

—Tati, no... —empiezo a decir, pero mi voz suena tan lejana, tan pequeña, que ni siquiera sé cómo continuar. ¿Cómo le explico que mi mundo acaba de cambiar, que todo lo que siento por Kai ahora está claro en mi mente?

Pero Tatiana no está prestando atención a mi incomodidad. Con una sonrisa traviesa y tambaleándose un poco, nos agarra a ambos de la mano.

—¡Vengan, no sean aguafiestas! —exclama, tirando de nosotros—. ¡Vamos a bailar!

—Yo... no sé bailar —dice Kai.

Tatiana lo mira, rodando los ojos.

—¡Ay, por favor! Solo tienes que moverte, hombre. ¡Deja de ser tan aburrido!

Intento contener una risa, pero no puedo. A pesar de la incomodidad de la situación, Tatiana tiene una manera de desarmar cualquier momento tenso. Sigo sintiendo esa confusión en el pecho, pero al menos por ahora, la distracción de Tatiana parece funcionar.

29 razones para quedarme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora