Madurez.

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Gaelen fue abandonado en el orfanato por sus padres.

Cuando era bebé, realmente no querían un hijo así, porque aunque Gaelen no fuera consciente tan solo unos meses tuvo la capacidad de transformarse en otro bebé cuando lo sacaron a pasear.

Sus progenitores estaban aterrorizados con esto y procedieron a dejarlo con las hermanas en el único orfanato del pueblo con la tonta excusa de que no tenían dinero para cuidarlo.

Una vil y cruda mentira.

Pero no querían ver nunca más a ese niño endemoniado.

Claramente tampoco le dijeron lo que había hecho.

Así que Gaelen fue criado por las hermanas.

A medida que pasaban los años, los niños comenzaron a molestar a Gaelen por ser un rarito.

Muchas veces se transformaba en otras personas sin quererlo, pero de alguna forma siempre lograba hacer que se quedaran callados.

Pero eso no quitaba que lo molestaran con mucha más intensidad al saber los rumores.

—Dios mío, Gal—soltó una de las hermanas sosteniendo el rostro de un golpeado Gaelen de 3 años—. Esto no puede seguir así, haré que te transfieran.

Gaelen asintió aún perdido.

Fue ahí cuando lo transfirieron a otro orfanato, donde nuevamente tendría que presentarse ante nuevos niños y rogar porque no fueran tan malos como los de su antiguo orfanato.

—Miren niños, este es Gaelen, se unirá a nosotros a partir de hoy, sean buenos con él, ¿bien?—la hermana empujó la menuda espalda de Gaelen.

Los ojos dorados recorrieron sin brillo el lugar, aunque al toparse con unos ojos azules igual de opacos que los de él sintió curiosidad.

Días más tarde se enteró de que ese niño se llamaba Einar.

—¿En serio le puedes hablar?—preguntó con curiosidad al notar que el omega contrario susurraba cosas a su escorpión que se encontraba en su hombro.

Einar se sobresaltó esperando que el contrario se burlara, pero solo encontró una mirada brillante y curiosa.

Fue ahí cuando le explicó y Einar se abrió a una persona, una que no fuera su fiel Eitan.

Gaelen siempre encontraba muy lindos a los alfas, pero como le decía siempre Einar, los alfas eran estúpidos.

Pero el desde que aprendió a leer amaba las historias de romance, amaba como los protagonistas se enamoraban, el alfa le decía cosas hermosas.

El pequeño Gaelen siempre esperaría a un alfa de brillante armadura.

Quería que le gustase alguien, quería sentir esas famosas mariposas que siempre describen en los libros.

CIRCUS | ᶻᵒᵈⁱᵃᶜᵒ ᵒᵐᵉᵍᵃᵛᵉʳˢᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora