16- EL TIEMPO

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El tiempo pasaba, pero Leo sentía que cada día era una repetición de la agonía anterior. El aislamiento y la humillación se habían convertido en una rutina, y la dolorosa lucha entre su sufrimiento interno y la aceptación forzada de su nueva realidad lo llevaron a un estado de resignación creciente. Una mañana, mientras Max preparaba el desayuno en la cocina, Leo decidió enfrentar la situación con una resolución dolorosa, aunque el miedo y el sufrimiento aún lo abrumaban.

Leo se acercó a Max con una expresión de determinación y ansiedad. -Max, tenemos que hablar. -dijo, su voz temblando a pesar de su esfuerzo por mantenerla firme.

Max lo miró con curiosidad y un toque de desdén. -¿Qué pasa ahora?

Leo respiró profundamente, sintiendo el peso de sus palabras mientras luchaba por encontrar la forma de expresar lo que sentía. -He estado pensando... Quiero experimentar lo que tú has sentido. Ya no puedo seguir siendo solo el pasivo en esta relación. Quiero, de alguna manera, sentir lo que tú sientes, aunque sea por una vez.

Max levantó una ceja, su rostro mezclando sorpresa y una satisfacción torcida. -¿De verdad? ¿Estás seguro de que quieres hacer eso?

Leo asintió, con los ojos llenos de lágrimas contenidas. -Sí, estoy seguro. Aunque no quiero seguir sintiendo solo el dolor y la humillación. Quiero saber qué se siente tener el control, aunque sea por un momento. Lo necesito.

Max se reclinó en la silla, su sonrisa se ensanchó con una mezcla de malicia y diversión. -Está bien, si es lo que quieres. Lo haremos. Pero recuerda, esto es solo un juego entre amigos. Seguimos siendo heteros, ¿de acuerdo?

Max se levantó y se dirigió a la cama con una actitud provocativa. Se desnudó lentamente, mostrando su cuerpo con una mezcla de arrogancia y desafío. Luego, se tumbó en la cama y se posicionó, levantando las piernas y abriéndolas para facilitar el acceso a Leo. Su gesto era una combinación de provocación y una especie de sumisión retorcida, como si estuviera dispuesto a entregar el control solo por esta ocasión.

Leo, con el corazón acelerado y una mente llena de ansiedad, tomó una posición sobre Max. Sus manos temblaban mientras aplicaba presion con su dedo y saliva en el orificio. La mirada de Max, que antes había estado llena de arrogancia, ahora estaba cargada de una expectativa distorsionada y una satisfacción perversa.

Cuando Leo comenzó a introducirse en Max, el dolor y la angustia de ambos eran palpables. Max gemía con un placer retorcido, su cuerpo reaccionando a la penetración de una manera que desmentía sus afirmaciones sobre la heteronormatividad. Leo, por su parte, estaba abrumado por una mezcla de placer inesperado y un dolor emocional profundo, mientras trataba de encontrar algún tipo de control en la situación.

Con cada empuje, Leo sentía una oleada de emociones encontradas: la angustia de controlar a Max y el dolor de ser forzado a experimentar esta intimidad en medio de su desesperación. Max, jadeando con un placer que parecía sincero pero distorsionado, empezó a moverse con una mayor intensidad, disfrutando del control que estaba recibiendo.

Finalmente, cuando Leo alcanzó el clímax, se corrió dentro de Max. El placer intenso y la desesperación se mezclaron en un torbellino de emociones, y Leo comenzó a llorar desconsoladamente, su cuerpo temblando con la liberación de su dolor emocional.

Max, jadeando y con una sonrisa de satisfacción en su rostro, se giró hacia Leo. -No llores, Leo. Eso no te hace gay, solo significa que estás aprendiendo. Seguimos siendo amigos, ¿sí?

Leo, con lágrimas corriendo por su rostro y el cuerpo cubierto de sudor, intentó procesar lo que acababa de suceder. La sensación de vacío y desolación era abrumadora, y su mente luchaba por reconciliar el dolor físico con el emocional. El aislamiento y la influencia de Max habían distorsionado su percepción de la realidad y el placer, llevándolo a un lugar oscuro y confuso.

Mientras Max se levantaba y se preparaba para continuar con la rutina diaria, Leo se quedó en la cama, reflexionando sobre lo ocurrido. Mientras se secaba las lagrmas Leo se pregunto a si mismo ¿Max me ve llorando y cree que es porque dudo de mi sexualidad y no por todo el daño que me generó? En su mente, la realidad se entrelazaba con su trabajo en el libro. El protagonista de su historia, que había estado luchando con temas de control y sumisión, ahora parecía estar basado inconscientemente en su propia experiencia con Max. Leo se preguntó cómo había llegado a escribir sobre temas tan oscuros y retorcidos, y cómo el aislamiento había afectado la psique y percepción de la realidad de Max.

La conexión entre su vida y su libro se volvía cada vez más evidente. El dolor y la desesperación de su realidad estaban influyendo en su obra, transformando sus experiencias en una narrativa que, aunque ficticia, reflejaba la compleja dinámica que vivía con Max. Leo se dio cuenta de que su propia vida se había convertido en una extensión de la historia que estaba escribiendo, llevándolo a una profunda reflexión sobre el impacto del aislamiento en su mente y en su relación con Max.

TENTACION FORZADA [+18] BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora