Capítulo 5: Revelaciones en la Luz del Día

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El amanecer trajo consigo un respiro del terror que los había acechado durante la noche, pero la mansión Moreau seguía proyectando una sombra ominosa sobre los seis amigos. La luz del sol apenas lograba penetrar las gruesas cortinas de las habitaciones, dejando el interior en una penumbra constante que no lograba disipar la inquietud que sentían.

Se reunieron en el comedor para el desayuno, intentando retomar la normalidad, aunque era evidente que la noche anterior había dejado una marca en todos ellos. Uriel, con el rostro cansado y ojeras profundas, apenas probó su café antes de decidir que era momento de compartir lo que había descubierto.

"Chicos, anoche no pude dormir, así que me puse a investigar sobre esta mansión. Lo que encontré... es escalofriante", comenzó, captando la atención de todos al instante.

Poco a poco, Uriel les relató la historia de la familia Moreau, desde la construcción de la mansión en 1820 hasta los eventos trágicos de 1965. Les habló del doctor Alain Moreau, un cirujano renombrado, y de su esposa Madeleine, la maestra de piano, y cómo la familia había caído en desgracia. El detalle de los cuatro hijos desaparecidos y el único sobreviviente catatónico que fue encontrado en el sótano dejó a todos en silencio, absorbiendo la magnitud de lo que habían escuchado.

Carla, que había escuchado todo con los ojos brillando de fascinación, fue la primera en hablar. "Es como si esta casa guardara una especie de memoria, una historia que nunca fue realmente resuelta. Tal vez si exploramos el estudio, podríamos encontrar algo más... alguna pista que nos ayude a entender qué pasó aquí."

Todos se quedaron en silencio por un momento, considerando la sugerencia de Carla. La idea de investigar más a fondo la mansión era aterradora, pero también irresistible. Algo en esa casa parecía estar llamándolos, como si quisiera revelar sus secretos después de tantos años de silencio.

"Estoy de acuerdo", dijo Bryan, finalmente. "Si vamos a quedarnos aquí, necesitamos saber a qué nos enfrentamos. Quizás haya documentos, diarios o algo en ese estudio que explique lo que ocurrió."

Lucía, aunque nerviosa, también asintió. "Puede que descubramos algo que nunca fue revelado, algo que ayude a dar sentido a todo esto."

Pablo, que había estado en silencio mientras escuchaba la historia, no podía dejar de pensar en la puerta del sótano cerrada con candados. La idea de lo que el doctor Moreau podría haber estado haciendo allí abajo lo perturbaba profundamente.

"Lo que más me preocupa es el sótano", dijo finalmente Pablo, con voz grave. "Si el doctor hacía experimentos allí... ¿qué tan peligroso podría ser? ¿Y por qué está tan asegurada esa puerta? Lo que sea que esté detrás de esos candados, tiene que haber una razón para que nadie quiera que se abra."

El grupo asintió en silencio, sabiendo que la verdadera oscuridad de la mansión aún permanecía oculta. La gran pregunta que rondaba en sus mentes, y que ninguno se atrevía a decir en voz alta, era sobre los cuatro hijos desaparecidos. ¿Qué les había ocurrido? ¿Por qué sus cuerpos nunca fueron encontrados? Y lo más inquietante, ¿estaba la mansión de alguna manera relacionada con su desaparición?

Después de desayunar, decidieron que lo mejor era empezar por el estudio. Si iban a descubrir algo, ese sería el lugar más probable. Con determinación, se levantaron de la mesa y se dirigieron hacia el pasillo donde la puerta del estudio había cerrado de golpe la noche anterior.

El estudio, aunque cubierto de polvo, tenía un aire de elegancia antigua. Las estanterías estaban llenas de libros de medicina, filosofía, y obras literarias clásicas. Un gran escritorio de madera maciza dominaba la habitación, con papeles desordenados y un tintero seco sobre él. En una esquina, el piano permanecía en silencio, una presencia inquietante que parecía observarlos.

Carla se acercó al escritorio y comenzó a revisar los papeles, mientras Uriel y Bryan exploraban las estanterías. Lucía examinaba los cuadros en las paredes, mientras que Pablo no podía dejar de mirar hacia el piano, sintiendo que algo estaba terriblemente mal en esa habitación.

De repente, Carla encontró un viejo cuaderno encuadernado en cuero, con la portada desgastada por el tiempo. Lo abrió con cuidado y comenzó a leer en voz alta:

"Es el diario del doctor Moreau", dijo, sorprendida por el hallazgo. "Aquí describe sus investigaciones, pero... hay algo extraño. Habla de una serie de experimentos, algo sobre intentar vencer a la muerte, pero las entradas se vuelven cada vez más erráticas y perturbadoras."

Los amigos escuchaban en silencio mientras Carla leía fragmentos del diario, que revelaban un descenso a la locura del doctor Moreau. A medida que los experimentos progresaban, su obsesión por desafiar la muerte parecía haberlo consumido por completo, llevándolo a realizar actos impensables.

"Esto... esto es más de lo que imaginaba", murmuró Lucía, sintiendo un frío intenso en la habitación a pesar del sol que brillaba afuera.

Pablo, aún con la puerta del sótano en su mente, habló con voz baja pero firme. "Necesitamos saber qué está detrás de esa puerta. Si el doctor hizo algo horrible, podríamos encontrar la verdad allí."

El grupo asintió, sabiendo que aunque el estudio contenía pistas valiosas, el verdadero corazón de la oscuridad estaba oculto en el sótano. Con el diario en manos de Carla, y una creciente sensación de temor, los seis amigos sabían que estaban a punto de descubrir algo que podría cambiar sus vidas para siempre.

TERROR EN LA MANSIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora