Capítulo 25: Preparativos en el Laboratorio

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El grupo llegó al laboratorio del Dr. Moreau, un espacio oscuro y lleno de los ecos del pasado. Las sombras de antiguos experimentos aún parecían moverse entre las paredes cubiertas de polvo y escombros. Aparatos médicos oxidados, frascos de vidrio con sustancias irreconocibles, y herramientas quirúrgicas antiguas estaban esparcidas por todas partes. Era como si el tiempo se hubiera detenido, atrapando el horror de los experimentos del doctor en un limbo eterno.

"Tenemos que hacerlo bien", dijo Pablo, respirando hondo. Aunque su voz sonaba calmada, sus ojos reflejaban la tensión del momento. "Si él ve algo que no concuerda, nos descubrirá."

"¿Qué necesitamos?" preguntó Daiana, lista para seguir sus instrucciones.

"Primero, los equipos de electrodos que mencioné antes", dijo Pablo. "Luego luces o cables que podamos manipular para hacer que parezca que los cuerpos están sufriendo algún tipo de fallo. Todo debe ser lo más convincente posible."

Uriel y Bryan comenzaron a buscar entre los viejos armarios y cajones del laboratorio, tratando de encontrar algo que pudieran usar. Daiana, por su parte, empezó a mover los cuerpos momificados a las mesas de operación, alineándolos con cuidado como si estuvieran a punto de ser sometidos a un último experimento.

Mientras revisaban un rincón oscuro, Uriel se detuvo frente a un viejo armario de metal que parecía sellado por el paso del tiempo. Sus bisagras estaban oxidadas y una gruesa capa de polvo cubría su superficie. Al intentar abrirlo, se dio cuenta de que estaba cerrado con un candado oxidado.

"Bryan, ven aquí. Necesito que me ayudes a abrir esto", dijo Uriel, señalando el candado.

Bryan, cojeando pero decidido, se acercó con una barra de metal que había encontrado en el laboratorio. "Vamos a ver si podemos romperlo."

Con varios golpes precisos, el candado oxidado se partió, y la puerta del armario chirrió al abrirse. Dentro, Uriel y Bryan encontraron una caja de madera de aspecto antiguo, marcada con símbolos y etiquetas descoloridas que apenas podían leer. La caja parecía fuera de lugar entre los instrumentos médicos, como si hubiera sido olvidada por completo en los rincones de la locura del doctor Moreau.

Cuando abrieron la caja, se quedaron boquiabiertos. En su interior había una docena de cartuchos de dinamita, envejecidos pero aparentemente en buen estado.

"¿Dinamita?" murmuró Bryan, sorprendido.

Uriel asintió, con una mezcla de incredulidad y comprensión. "Esto puede ser justo lo que necesitamos. No solo podemos crear una distracción o incluso volar el laboratorio si todo falla, sino que podríamos usarlo como parte de nuestro plan de escape."

"Podemos ponerla en bolsas para que sea fácil transportarla", sugirió Daiana, acercándose. "Si las cosas se complican, esto nos dará una ventaja. Y si llegamos al punto en que todo está perdido, podemos hacer que este lugar desaparezca para siempre."

Con cuidado, los chicos metieron la dinamita en varias bolsas, asegurándose de que todo estuviera listo en caso de que necesitaran una salida explosiva. Aunque la dinamita no formaba parte del plan inicial, ahora sabían que tenerla podría salvarles la vida.

Una vez que la dinamita estuvo asegurada, volvieron a concentrarse en preparar el laboratorio para engañar al hombre. Pablo encontró algunos electrodos viejos, y aunque muchos de ellos estaban oxidados, aún eran funcionales. Los conectó a los cuerpos momificados de los hijos del doctor, creando una ilusión de que estaban siendo sometidos a un tratamiento médico.

"Tenemos que hacer que parezca que los cuerpos están sufriendo los efectos de los experimentos", explicó Pablo, mientras conectaba cables y luces a las mesas. "Si todo sale bien, cuando él entre, creerá que algo está mal con sus hermanos."

Daiana ajustó las luces para que parpadearan de manera intermitente, como si los cuerpos estuvieran reaccionando a algún tipo de fallo en el equipo. Uriel, que había encontrado un ventilador viejo, lo encendió para que el aire soplara sobre los cuerpos, dando la sensación de movimiento, como si los cuerpos estuvieran convulsionando levemente.

"¿Qué tal se ve?" preguntó Daiana, con una mezcla de nerviosismo y expectativa.

"Macabro", dijo Bryan, con una mueca, "pero justo lo que necesitamos."

Mientras terminaban los últimos detalles, Pablo miró a los demás con determinación. "Tenemos que estar listos para cualquier cosa. Si esto no funciona, la dinamita será nuestro último recurso."

El plan estaba casi completo. Solo quedaba esperar a que el hombre del martillo cayera en la trampa.

"Es hora de atraerlo aquí", dijo Daiana, con una mirada de acero en sus ojos. "Sabemos que vendrá. Y cuando lo haga, lo debilitaremos lo suficiente para acabar con esto de una vez por todas."

Con el laboratorio preparado para el engaño, los chicos tomaron sus posiciones, listos para la confrontación final. Sabían que lo que estaba por venir sería peligroso, pero también sabían que no tenían otra opción. Si no lograban debilitar la mente del hombre y acabar con él, no sobrevivirían.

Mientras las luces parpadeaban y el aire cargado del laboratorio vibraba con la tensión, todo estaba dispuesto para el enfrentamiento decisivo en la mansión Moreau.

TERROR EN LA MANSIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora