-Capítulo extra 1/4-

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Desde el día en que Mortis le propuso matrimonio a Angelo, todo había vuelto a la normalidad, incluso mejor. La vida entre ellos se había llenado de pequeños momentos que solo aumentaban la conexión entre ambos. Mortis, siempre dedicado, consentía a su amado en cada cosa que quería. Cada capricho, cada deseo, era una orden para él. Estaba dispuesto a darle el mundo si era necesario, y lo hacía con gusto.

El matrimonio era algo que ambos esperaban con ansias. Había sido un momento mágico, lleno de emoción, cuando Mortis, en una de sus demostraciones más sinceras de amor, le pidió que pasara el resto de su vida a su lado. Desde ese instante, el tiempo parecía avanzar con rapidez. Las semanas se llenaron de preparativos, decisiones sobre el lugar, la decoración, y lo más importante, los trajes. A pesar de lo ajetreado de la organización, Mortis estaba feliz, emocionado por casarse con el chico que le había robado el corazón.

Sin embargo, había una pequeña duda que rondaba la mente de Angelo, como una sombra en medio de la alegría. ¿Qué habría pasado con Willow? Desde que ella lo había traicionado, arrojándolo por el acantilado en un intento de acabar con él, no había vuelto a saber de ella. Lógicamente, nadie en su sano juicio se atrevería a aparecer después de algo tan grave. Y aunque Angelo intentaba no pensar en ello, esa preocupación a veces volvía a su mente.

Por otro lado, Mortis estaba ansioso. Quería que el día de la boda llegara lo más pronto posible. Quería ver a Angelo caminar hacia él, con esa mirada traviesa que lo volvía loco, y jurarle amor eterno delante de todos. Era un hombre paciente por naturaleza, pero en este caso, la espera le resultaba casi insoportable.

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"Buenas tardes, anémico. Hoy es el gran día, ¿eh?" dijo Chuck, entrando a la nueva casa de Mortis junto a Byron, mientras soltaba una risita burlona.

"Y se nota" agregó Byron al ver a su amigo visiblemente impaciente, caminando de un lado a otro.

"¿Vinieron a molestar como siempre? Bueno, tú no Byron, me refiero al trencito Thomas" dijo Mortis señalando a Chuck con una sonrisa contenida.

"¡Qué malo! Y yo que pensaba que era tu amigo" replicó Chuck, fingiendo sufrimiento desde su silla de ruedas.

Mortis solo rodó los ojos, resignado, y dejó que ambos pasaran.

"Y bien, ¿dónde está Angelo?" preguntó Byron mientras dejaba las bolsas que traía sobre una mesa cercana.

"Está con Emz y sus amigas. Es tradición no vernos hasta el momento en que nos casemos."

"¡Pobre mi vampirito!" se burló Chuck con una voz exageradamente triste. "Solo y desesperado por no ver a su querido."

Mortis lo fulminó con la mirada, casi matándolo ahí mismo con su expresión, pero hoy no era el día para perder la calma. Hoy era su día, y quería que todo fuera perfecto. El simple pensamiento de cómo Angelo se vería cuando caminara hacia él, envuelto en ese traje especial, le arrancó una sonrisa. Estaba enamorado, ansioso, y apenas podía esperar unas pocas horas más.

"Como sea, ¿tienen los trajes?" preguntó Mortis, tratando de cambiar de tema antes de que su paciencia se agotara.

"Claro que sí" respondió Byron, levantando una de las bolsas con las prendas cuidadosamente dobladas en su interior.

"Perfecto. Cámbiense y vámonos, tenemos mucho que arreglar."

Ambos asintieron y se dirigieron al baño, no sin antes ayudar a Chuck a ponerse su traje. Mientras ellos se preparaban, Mortis miró alrededor de la casa, asegurándose de que cada pequeño detalle estuviera en su lugar.

Corazones en la Niebla {Mortis x Angelo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora