-Capítulo 25-

259 23 60
                                    

Mortis, por alguna razón sabía que Angelo tardaba en sus baños, lo que le daba justo el tiempo que necesitaba para asegurarse de que todo en su hogar estuviera en perfecto orden. Pero esta vez no se trataba solo de orden; tenía que ocultar ciertas cosas que no quería que Angelo viera.

Con rapidez, se movía por su vasto castillo, cerrando puertas y asegurando habitaciones que prefería mantener en secreto.

"El primero que haga cualquier ruido o mueva aunque sea un grano de polvo, lo mando al lago de Cocito por toda la eternidad" advirtió Mortis en voz baja, su tono letal mientras cerraba la última puerta en el sótano, donde algunas voces se empezaron hacer menos audibles.

Con un suspiro, se permitió un breve momento de reflexión. "Almas...irritantes como Edgar con overdrive." murmuró para sí mismo mientras, con sumo cuidado, limpiaba su retrato y algunas fotos familiares. Sabía que Angelo tendría curiosidad por su vida y quería asegurarse de que lo viera tal como él se veía: elegante, imponente, y, a pesar de todos los años, innegablemente atractivo. (Ese ego)

Justo cuando estaba a punto de terminar, su agudo oído captó el sonido sutil del agua deteniéndose. Con un chasquido de dedos, Mortis se teletransportó de inmediato a su habitación, fingiendo estar ocupado acomodando algunas pertenencias, mientras escuchaba a Angelo abrir la puerta del baño.

"Si quieres, puedo prestarte ropa limpia" ofreció Mortis, tomando una camisa blanca impecable y uno de sus pantalones de lino, una prenda de la renombrada marca Prada. Su guardarropa siempre estaba repleto de ropa de alta costura, y aunque no solía prestarla, haría una excepción por su amante.

"¡O-M-G! ¿Son de Prada?" exclamó Angelo, flotando hacia la ropa con los ojos brillando de emoción. "¡Se ven muy fetch!" añadió, tomando los pantalones con una sonrisa de pura felicidad.

"Quédatelos" dijo Mortis, sin dudarlo, al ver cuánto le gustaban. Había pocas cosas que le dieran más satisfacción que ver a Angelo sonreír.

"¡Gracias! Siempre quise unos" dijo Angelo, lleno de entusiasmo. Sin pensarlo dos veces, se acercó con rapidez, inclinándose para plantar un beso en su sus pálidos labios, en forma de agradecerle por su regalo.

"Ya vuelvo" agregó dirigiéndose nuevamente al baño para cambiarse dejando al vampiro tieso.

La suavidad de los labios de Angelo contra su piel provocaba estremecimientos que recorría todo su cuerpo junto una calidez inexplicable en su pecho, su usual control y compostura desmoronándose bajo el peso de esa dulzura.

"Si sigo así me tendrá como perro" pensó Mortis al darse cuenta que se estaba dejando someter demasiado por el cupido, osea, era el quien manda, el la pone y el es el más fuerte. Tenía que recuperar su lugar de macho alfa.

Pero cuando Angelo regresó  "¿Me quedan bien?" preguntó, dando un paso atrás para modelar los pantalones, girando lentamente para que Mortis pudiera verlos en toda su gloria.

"Excelentes" respondió Mortis, con admiración evidente en su voz. Sus ojos recorrían cada detalle, desde la caída perfecta del lino sobre las caderas de Angelo hasta cómo la prenda acentuaba su figura. A pesar de todo, Mortis no pudo evitar sentirse cautivado, mientras el cupido se pavoneaba con confianza, sabiendo perfectamente el efecto que tenía sobre él.

"¿Entonces vamos?" preguntó Angelo mientras se ajustaba las mangas de la camisa.

"Sí, pero te recomiendo ponerte algo más" respondió Mortis, con un leve tono de advertencia y preocupación. Dirigiendose hacia su armario y sacando uno de sus abrigos de lana. Obviamente también era una prenda lujosa, un negro profundo, cálida al tacto y tan suave que parecía acariciar los dedos. "Hace un poco de frío en el sótano" explicó mientras se lo extendía en sus hombros.

Corazones en la Niebla {Mortis x Angelo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora