-Capítulo extra 2/4-

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La boda transcurría con una perfección digna de un cuento de hadas. Tras una emotiva ceremonia, los invitados fueron guiados a un salón exclusivo, un lugar tan majestuoso que parecía salido de una fantasía. Mortis no había dejado ningún detalle al azar, y cada rincón del lugar reflejaba esa dedicación.

El ambiente destilaba elegancia pura. Largas mesas se extendían cubiertas por manteles blancos inmaculados que brillaban bajo el suave resplandor de las velas. Arreglos florales en tonos lilas y blancos adornaban cada mesa, formando un delicado jardín en miniatura que contrastaba con el diseño moderno del salón. Las copas de cristal resplandecían, alineadas junto a la vajilla finísima, listas para ser utilizadas. Todo, desde los detalles dorados en los platos hasta las cortinas que caían con suavidad desde el techo, emanaba lujo y sofisticación.

Una luz azul envolvía el salón, combinándose con las luces subacuáticas de una enorme piscina al fondo. Las luces hacían que el agua reluciera, creando la ilusión de que miles de diamantes flotaban en su superficie, añadiendo un toque mágico a la atmósfera. Los invitados no podían dejar de maravillarse ante semejante espectáculo.

Angelo, a pesar de haber vivido muchas experiencias a lo largo de su vida, sonreía en cada momento

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Angelo, a pesar de haber vivido muchas experiencias a lo largo de su vida, sonreía en cada momento. Le encantaban los pequeños detalles que hacían que todo brillara con mayor intensidad, y Mortis lo sabía mejor que nadie.

La celebración alcanzó su primer gran momento cuando la pareja cortó la impresionante torta de bodas. Una verdadera obra de arte, decorada con figuras de ambos, rodeada de flores y detalles dorados. Las cámaras no dejaban de destellar mientras Angelo y Mortis se besaban nuevamente como esposos, ante el aplauso emocionado de todos.

Mientras avanzaba la velada, Mortis, con su natural romanticismo, no dejaba de susurrarle dulces palabras al oído a Angelo. Entre besos profundos, repetía una y otra vez “te amo”, provocando que Angelo se sonrojara ligeramente. Pero lo que más conmovió al cupido fueron las poesías que Mortis, con su voz grave (Porque quiero) y suave, recitó:

“He vagado en la eternidad,
buscando un destello de vida,
y en ti, encontré el sol
que mi oscuridad ilumina.

No temo a la muerte,
ni al paso infinito del tiempo,
pues en tu amor hallé
mi descanso eterno.”

Angelo lo escuchaba con una mezcla de admiración y ternura, acariciando la mano de Mortis mientras recibía sus palabras. Le devolvía el cariño en pequeños gestos: suaves besos en la mejilla, miradas llenas de complicidad y caricias en el brazo, como si estuvieran solos.

Poco a poco, la boda, que había comenzado con elegancia, se fue transformando en una verdadera fiesta. Angelo, siempre el alma de la diversión, comenzó a disfrutar del licor que fluía sin restricciones por las mesas. Junto a sus amigas, el grupo empezó a reír con más libertad, a moverse con soltura y a brindar una y otra vez, mientras el champán y el ron corrían libremente.

Corazones en la Niebla {Mortis x Angelo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora