Capítulo 3. El castillo

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Las jóvenes se encontraban últimas como siempre. Arrastraban sus baúles con esfuerzo tratando de alcanzar a la multitud.
-Te dije que me despertaras!- gimió Luna con pesar.

De pronto la rubia visualizó a Draco saliendo del vagón, con nada más que un pequeño maletín.
Lovegood hizo una seña con la cara a su amiga, quien también volteó a verlo.
-Hola Draco, me pasas el número de tu estilista? He estado pensando en pasarme a rubia.- Canturreó Dianna con una voz juguetona mientras arrastraba su baúl.
-Shhh, Dianna!- mandó a callar Luna.

-Qué hacen aquí, lunáticas?- preguntó Draco poniendo los ojos en blanco.
-Se quedaron buscando hongos para sus experimentos? O más bien querían besarse sin que nadie las viera.- Dijo burlonamente.
Luna se ruborizó de inmediato, pero Dianna continuó. -Así es, Draco, por qué no nos acompañas? Así no te sentirás celoso.- Sugirió con fingida coquetería.
Malfoy se ruborizó por un momento pero sacudió la cabeza y se limitó a preguntar. -Qué traen ahí, taradas? A este paso van a llegar al castillo a media noche.-.
El joven les arrebató los baúles y procedió a cargar uno con cada mano. -Vamos, con lo que ha estado pasando no querrán estar solas afuera a esta hora.-.
Ambas chicas se miraron impresionadas, mientras Draco subía cuesta arriba sudando, escuchando el cuchicheo a sus espaldas, preguntándose por qué había ofrecido la ayuda.

Los chicos llegaron al castillo.
Había mucho revuelo, pero afortunadamente todavía no había iniciado la selección de las casas, así que su retardo pasaría desapercibido.

Luna y Dianna se fueron a la mesa de Ravenclaw, donde sus compañeros las recibieron alegres, después de todo, no se habían visto en meses.

Vlach miró cómo Draco se sentó solitario en Slytherin; esperando, inseguro, a que sus amigos Crabble y Goyle aparecieran.
La joven se sintió ligeramente conmovida al observar su vulnerabilidad en ese momento, después del inesperado gesto de amabilidad que tuvo hacia ellas.

Lovegood interrumpió sus pensamientos. -Por cierto, jamás me respondiste lo de la capa, sigues por ahí cargándola contigo y estás empezando a llamar la atención, luces como...- La joven se vio interrumpida por Dumbledore, quien empezó a dar el discurso de bienvenida para los alumnos de primer año.

Ravenclaw se encontraba eufórico, había sido un buen año para la casa, pues había llegado a ella un grupo bastante grande de nuevos integrantes. Y entre el ruido de la celebración, las amigas no podían prácticamente intercambiar palabra entre ellas, así que se limitaron a cenar y unirse al festejo.

Pasaba de media noche, y la mayoría de los alumnos ya había sido llevado a sus dormitorios por los prefectos, por lo que el lujo que las amigas se estaban tomando al permanecer en la sala a esas horas era sólo algo que alumnos de los últimos años podían permitirse; y Luna contaba con su comodín: Diana Vlach, junto a quien era intocable.

Sólo quedaban un par de alumnos en el comedor para ese momento.
Las jóvenes se encontraban algo modorras hablando sobre el espacio cuántico y los extraterrestres mientras jugaban con la llama de una vela a medio derretir sobre la mesa.
De pronto Luna ya no pudo más y su cabeza azotó sobre la mesa. Vlach iba a reírse cuando sintió sus párpados caer y un fuerte golpe en la nariz.
Todo fue oscuridad.

Dianna tuvo flashazos de ir subiendo las escaleras del castillo, y pasar a través de los corredores, pero no sentía sus pies en el piso, era como si estuviese flotando.

Más tarde comenzó a percibir una sensación rasposa en la cara, al principio tenue, pero después su cara se empezó a irritar y fue insostenible.
-Marina! Qué demonios?- La gata saltó ofendidísima de la cama y procedió a salir de la habitación con un aire digno.
-La habitación... Cómo llegué a la habitación?- Pensó.
Dirigió la mirada a la cama junto a ella.

Luna Lovegood se encontraba acostada boca abajo con la cabeza casi rozando el piso, su largo cabello rubio se encontraba hecho una maraña y de su boca escurría un hilo de baba.
La joven agradeció al cielo el no tener más compañeras en ese cuarto, porque su amiga se avergonzaría muchísimo de que la viesen de esa manera.

Dianna apreció que no estaba bajo las cobijas, sino bajo aquella capa otra vez.

-Tengo que regresarla.- Pensó.
El reloj apuntaba a las 5:00 am. Podía ir a dejarla al despacho del profesor Snape mientras éste no estuviese ahí, antes de que las clases empezaran, y volvería para despertar a Luna.

Vlach hizo un pequeño hechizo para limpiar la capa y dejarla como nueva. Pero notó algo: los pelos, los malditos pelos negros, no se quitaban ni siquiera con el hechizo.
-Bueno... Son del mismo color que la capa, no creo que los note.- Se encogió de hombros y saltó de la cama.

La mañana era fría, por lo que procedió a ponerse un suéter y unas pantuflas, le dio un beso en la frente a Luna y salió silenciosa al castillo.

Fix me (Severus Snape).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora