Capítulo 22: Primavera.

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25 de diciembre, 3:20 AM.

El profesor suspiró al mirar a la joven descansar sobre el sillón de desgastada piel de dragón.
La luz de las velas que aún quedaban encendidas bailaban sobre la piel en sus pecho formando un patrón moteado en tonos dorados y oscuros.

Su rostro se encontraba relajado, y sus largas pestañas proyectaban una sombra que se alargaba a lo largo de sus mejillas, acompañando a todas sus pequeñas pecas y lunares.

Severus se aproximó un cajón silenciosamente para sentarse junto a ella, tratando de no interrumpir su sueño. Aunque, conociendo la profundidad de éste en la joven, creía que ni siquiera una estampida de elefantes entrando por la puerta en ese momento podría despertarla ya.

Observó el destello de los adornos en oro, que se encontraban para este momento ya ligeramente enredados entre sus rizos, y comenzó a retirarlos con cuidado, deshaciendo a su vez una a una las trenzas en su larga melena.

Se puso de pie y exhaló.
-Señorita Vlach, tenemos que llevarla a su dormitorio.- Susurró, mientras tomaba su mano. Pero la joven sólo respondía con balbuceos intraducibles.

Snape se llevó la mano a la frente y suspiró hondamente.
-Vale...- Murmuró pensativo. -Sujétese.- Dijo con resolución tomando el brazo de la joven y pasándolo alrededor de su cuello, pero Vlach yacía tan inerte, que Severus tuvo que sujetarla en brazos finalmente.

Percibía su existencia como la de una criatura pequeña y ligera, de huesos huecos como un ave.
Sintió su respiración tibia contra su cuello, presintiendo que las piernas le iban a flaquear, pero se irguió finalmente, acomodando a la joven para emprender el camino en la oscuridad.

El eco de sus pasos resonaba en el silencio del castillo.
Pese a saber, por la hora, que estaba absolutamente solo, se sintió observado.
Apresuró sus pasos hasta que se detuvo, instintivamente, al llegar a la intersección con otro pasillo.

-Severus.- Pronunció una voz en la oscuridad.
El profesor vislumbró a Albus Dumbledore emerger con calma del pasillo.
-Veo que se le hizo considerablemente tarde a la señorita Vlach. Me imagino que Lovegood estará preocupada por su ausencia para este punto.- Dijo arrugando los labios hasta formar su usual y enigmática sonrisa.

Snape tragó saliva. -A juzgar por lo acontecido esta noche, Lovegood debe haber caído rendida hace un par de horas.- Respondió secamente.- En cualquier caso, es a su dormitorio a donde le llevo en este momento.- Miraba con cautela a Dumbledore.

El anciano director rió. -Oh, profesor Snape, me alegra saber que tu dulce corazón te permita tener tales gestos con los alumnos. Espero verte pronto llevando a Potter en brazos.- Dijo mientras se daba la vuelta. -No pierdas el piso, Severus.- Enunció adentrándose nuevamente en la oscuridad.

Severus Snape se introdujo en la habitación de Vlach en silencio, como lo había hecho con anterioridad acompañado del señor Malfoy.

Dirigió la mirada hacia la cama próxima, y descubrió al observar a Lovegood roncando como un bulldog inglés, que había acertado al suponer que la joven había tenido una noche demasiado agotadora como para esperar por Vlach.

Dejó a Dianna suavemente sobre la cama, y le cubrió con un edredón que se encontraba sobre el sofá.
Retiró los brazaletes de las muñecas cuidadosamente, y los dejó sobre la mesita de noche junto con los anillos de oro.
Se sentó pensativo en la orilla de la cama.

Recordaba una y otra vez las palabras de Dumbledore "No pierdas el piso, Severus".

Cerró los ojos con fuerza.
No podía dejarse llevar por todo aquello.

Fix me (Severus Snape).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora