Capítulo 13. Generación 1971

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7 de noviembre

-No puedo creer que no hayas puesto tu nombre en el cáliz.- Exclamó Luna, dirigiéndole una mirada indignada a su amiga.

-Vamos, tú lo hubieras hecho?- Dianna se encontraba recostada en uno de los barandales del castillo, sus ojos cruzaban el cielo distraídamente.

La rubia meditó.
-Bueno... No realmente, pero cielos! Tienes la edad, y lo estás desaprovechando.- Se quejó, llevando los brazos adelante en un ademán.

Vlach levantó los ojos para mirarle.
-Lo siento, querida, pero todavía tengo muchas canciones por cantar.- Dijo dulcemente.

Lovegood suspiró.

La realidad era que Dianna lo había considerado un par de veces. Y es que el simple hecho de tener las puertas abiertas para participar era una tentación enorme. Sin embargo, su principal impedimento era Orión.
Dianna se recordaba la muerte prematura de su madre, quien había abandonado este mundo tan joven, que no se perdonaría hacerle pasar a su padre por otra pérdida así.
Se sentía responsable hasta cierto punto de aprovechar la oportunidad que tenía de estar aquí.

Los ojos de Lovegood permanecieron en su amiga, quien aún se encontraba perdida en el cielo.
Le admiró detenidamente.
Dianna poseía un magnetismo natural, como si sus poros exhalaran vitalidad y belleza. El viento llevaba con ligereza su largo cabello oscuro, y podía percibir la comisura de sus labios alzándose en una sonrisa imperceptible. Era como si su rostro entero sonriera.
No podía imaginarse perder eso.

Regresando sus pensamientos al torneo, Vlach se pronunció. -Nos tocará ser animadoras esta vez.- Sonrió.

Luna trató de visualizarse a sí misma sosteniendo un par de pompones y haciendo acrobacias. -Como en los colegios muggles?- Preguntó emocionada.

Con una risa distraída, Vlach asintió, y se sumergió nuevamente en aquello que le aquejaba, perdiéndose nuevamente en el vasto azul de la bóveda celeste.
Había un solo pensamiento invadiendo su mente, y estaba dispuesta a llegar al fondo de ello.

Faltaban sólo unos minutos para dar a conocer a quienes participarían en el torneo, y el colegio entero no cabía en su excitación.

-Dónde demonios está Dianna? Se va a perder todo.- Lovegood se apresuraba por todo el castillo tratando de vislumbrar a su amiga entre el caos.

Pero saliendo de la multitud, advirtió dos rostros familiares.
-Hey Luna, vamos a ver los resultados, vienes?- Ginny Weasley se acercó del brazo con Hermione Granger.

La rubia dudó, mirando aún a su alrededor.

-Dónde está Mouse?- Pregunó Granger dándose cuenta de la preocupación en el rostro de Lovegood.

-Seguramente ya está con los demás.- Respondió Ginny, adelantándose a tomar a Luna del brazo. -Vamos, llegaremos tarde.-.

Vlach deslizó los dedos limpiando el polvo de las repisas en la sala de trofeos.
En ellas, se alzaba el retrato de magos generaciones decenas de años atrás. Reconoció los apellidos de algunos de sus compañeros: Longbottom, Weasley, Malfoy.
Entre las fotografías, dio con un joven Xenofilius Lovegood, con su cabello tan blanco como el de Luna.
Sonrió con ternura.

Al avanzar a través de los marcos, Vlach tuvo que detenerse a mirar dos veces, pues le pareció ver al mismo Harry en una fotografía de más de una década atrás.
En la inscripción dorada bajo el retrato, se leía: James Potter.
Dianna se estremeció ante el inquietante parecido. Y había más de una foto suya, al parecer su padre había sido una mini estrella en el colegio.

Su mirada analizaba atentamente cada uno de los rostros.

Entonces la reconoció, sintiendo la dolorosa opresión en su corazón, tal como la primera vez: Junto a James Potter se encontraba una joven pelirroja.
La fotografía estaba firmada por Lily Evans.
-La madre de Harry.- Murmuró.

Sin embargo, eso no dejaba las cosas más claras, todo lo contrario. Cada vez se formaban más dudas.
Qué tenía que ver todo aquello con el profesor Snape.

Algunos pasos más adelante, se encontró con la foto generacional de aquella pareja.
"Hogwarts, Generación 1971."
Pasando la mirada entre los rostros conocidos, llegó a uno en particular: Entre los Slytherin se encontraba un joven pálido y delgado, cuyo cabello negro llegaba hasta el mentón.
Sus ojos negros miraban con dureza hacia la cámara.

-No puede ser...- Murmuró. Era idéntico a su versión adulta.

Así que los Potter y Snape habían sido de la misma generación.

Aquel embrollo empezaba a cobrar sentido poco a poco.
Lo que había presenciado era la muerte de Lily Potter. El bebé en la habitación era Harry. Pero eso no respondía a la pregunta en lo absoluto: Por qué Severus Snape se encontraba ahí esa noche?
Por qué era tan importante para él?

Saliendo de la sala con un inexplicable pesar, la joven caminó de regreso sobre sus pasos hasta llegar a su habitación. De pronto no estaba tan interesada en conocer a los participantes del torneo.

Se recostó en su cama y meditó.
El profesor Snape tenía familia?, Se había casado?, Había tenido hijos?
No sabía demasiado sobre él o su vida privada. Al final no pasaba de los 35 años. Eran preguntas a las que quizá jamás encontraría respuesta.

Vlach cerró los ojos por un momento, dejándose llevar por el cansancio acumulado.

"-Duele?- Preguntó el profesor tocando los puntos sobre la herida.

En realidad si dolía, pero su tacto era... Reconfortante, cálido.
Los ojos de Dianna se encontraban clavados en la dura mirada del profesor, quien observaba la herida con atención.
De un momento a otro, sin que pudiera advertirlo, se encontró a sí misma analizando los detalles en su rostro. Cada surco, cada línea, cada peca.
Vio en sus ojos oscuros al joven en la fotografía.

Suspiró hondamente. Sus labios se separaban dispuestos a dirigirse hacia él; sin embargo, antes de que pudiese articular palabra, la imagen se vio violentamente interrumpida por un destello verde.

Llanto.

Silencio."

Con el cabello mojado por el sudor y la respiración agitada, Dianna despertó abruptamente.
Miró a su alrededor, buscando la fuente del llanto, aún alterada.
La gata se encontraba durmiendo apaciblemente junto a ella.

La puerta de la habitación se abrió repentinamente.

-Te estuve buscando, las cosas abajo están fuera de control, el nombre de Harry apareció en el Cáliz.- Luna se introdujo en la habitación.
-Cielos Dianna, estás bien?- La rubia se aproximó a su amiga, quien la miró como si no la reconociera.

-Qué?- Preguntó Dianna, quien no había escuchado una sola palabra.

-Dumbledore está furioso, creen que Harry hizo trampa, pero Dios, qué tienes? Estás hirviendo.- Lovegood le colocó la mano sobre la frente, buscando algún signo de enfermedad, pero Dianna se quitó, respirando agitadamente.
-Snape estuvo ahí.- Empezó a balbucear entre jadeos, mientras las lágrimas caían sin que pudiera evitarlo. -No sé qué me está pasando.- Exclamó preocupada llevándose el cabello para atrás con ambas manos.

-De qué hablas?- Preguntó Lovegood, cada vez más preocupada por su comportamiento.

Vlach intentaba articular las palabras. -La noche en la que el señor tenebroso fue a buscar a los padres de Harry.- Su mirada desorbitada. -Lo vi con mis propios ojos.- Tragó saliva, cerrando los ojos, intentando calmarse para poder dar una explicación. -Creo que vi un recuerdo de Snape el día en el que usamos la poción de sueños.- Dijo lentamente, aún tratando de respirar. Su mirada suplicaba. -No me deja en paz.- Se dejó caer en los brazos de su amiga.

Luna guardó silencio mientras acariciaba el cabello de su amiga.
-Todo va a estar bien.- Susurró, su ceño se fruncía en incomprensión.

Fix me (Severus Snape).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora