Dianna despertó. Estaba oscuro. -Cuánto tiempo había pasado? Dónde estaba?- sólo veía siluetas borrosas moviéndose.
-Dianna, cielo.- Reconoció la voz de madame Pomfrey, quien posó la mano sobre su hombro tratando de despertarla.
La joven intentó enfocar la vista. Vio las camas alrededor. Se encontraba en la enfermería. -Cuánto tiempo estuve dormida?- Preguntó tallándose los ojos.
-Algunas horas, hace rato que oscureció. -Contestó Lovegood.
Dianna la vio sentada a su lado. -Qué fue lo que pasó?- Preguntó tratando de incorporarse.
-Nadie quiere hablar sobre ello, el profesor Snape está muy afectado. Parece que perdió el control durante la sesión.- Dijo Luna enderezándose.
-El profesor Snape...- murmuró Dianna recordando. Vino a su mente la luz verde, la mujer de pelo rojo.- Yo vi... -Gimió llevándose la mano a la frente.- No sé qué es lo que vi.- Se echó el pelo para atrás.
-Está bien, ya pasó.- Su amiga rubia sonrió. -Por cierto, Snape dejó aquí el resultado de tu examen de pociones.- Le señaló a su amiga la hoja sobre la mesita de noche.
-"6/10"- Dianna sonrió.- Al menos aprobé el bloque.
Luna parecía divertida.
-Por cierto, a qué hora llegaste?-Preguntó Vlach, preocupada.
-En cuanto terminó mi última clase, hace unas...-Miró el reloj.- Cuatro horas.
-Oh Luna.- Dianna se mostró apenada.
-No es nada, traje lectura ligera.- Luna mostró su libro de historia muggle. -Los demás chicos estaban preocupados, pero Snape no ha dejado entrar a nadie más a la enfermería. Ha estado viniendo un par de veces por hora.
Dianna recogió sus piernas, pensativa. La mujer pelirroja le parecía extrañamente conocida, estaba segura de haberla visto en algún lugar.
Las chicas escucharon voces provenientes de la puerta. Madame Pomfrey se encontraba hablando con alguien. Pronto la vieron regresar con Minerva McGonagall.
-Cómo se encuentra, señorita Vlach?- Preguntó McGonagall sentándose sobre la cama. -Me alegra que sigas aquí, Luna. -Sonrió a la joven.-No fue fácil convencer al profesor para que la dejara quedarse.- Se dirigió a Dianna.
-Creo que estoy mejor, sólo siento como si me hubieran licuado el cerebro un poco.- Las mujeres rieron.
-Menos mal que estuve presente. El profesor Severus puede ser en ocasiones... Obstinado.- Minerva desvió la mirada. -En todo caso, me alegra saber que estás mejor. Pero nos sentiríamos más seguras si te quedas aquí esta noche.- Luna miró a McGonagall desilusionada.
-Entonces no habrá pijamada en la enfermería?- Preguntó la rubia.
La profesora rió.- Te prometo que por la mañana podrás venir a verla.- Dijo animándola.
-Está bien... Vendré antes de clases a traerte algo caliente, vale?- Dijo Luna levantándose de la silla.
-No sé cómo podré sobrevivir tanto tiempo sin ti.- Bromeó Dianna.
-Ni yo sin ti, tonta.- La besó en la frente.- Buenas noches.Un ruido despertó a Dianna. No tenía idea de qué hora era. Trató de aguzar los ojos en la oscuridad. Logró ver la puerta de la enfermería abriéndose lentamente. Su corazón se detuvo.
-Señora Pomfrey?- Preguntó temerosa.
No hubo respuesta.
Lo vio entonces: una figura oscura trataba de colarse por la rendija de la puerta entreabierta. Parecía arrastrarse. Dianna estaba aterrorizada para este momento. Paralizada, trató de alcanzar su varita sin hacer mucho ruido.
-Lumus!- Exclamó.
La varita iluminó en ese momento la sala completa dejándole ver quién era el intruso.
-Casi me das un infarto, gata gorda desgraciada.- La gata intentaba pasar a través de la puerta, pero su gran barriga se lo impedía. Dianna abrió la puerta y cargó a Marina en brazos. -No puedes vivir sin mi, no es así?- Preguntó rascándole detrás de la oreja mientras ésta ronroneaba.- Estás más gorda que de costumbre, eh? Tendremos que limitar el pollito.-
De pronto vio una luz aproximándose por el pasillo hacia la estancia. La joven corrió de regreso a la cama con la gata en brazos. Todavía estaba oscuro, era muy temprano aún para esperar la visita de Luna. Quizá sería Madame Pomfrey asegurándose de que seguía viva. Como sea, no quería que la atraparan con la gata en la enfermería, así que la escondió bajo las cobijas y esperó en la oscuridad.
La luz se aproximó hasta estar del otro lado de la puerta.
Dianna se quedó estupefacta.
-Señorita Vlach, no esperaba encontrarla despierta.- El profesor Snape entró tranquilamente a la estancia.
-Nunca se me ha dado muy bien dormir sola.- Respondió la joven tratando de disimular el movimiento de Marina bajo las cobijas. -A qué debo el placer de su visita?- preguntó sarcástica.
Snape merodeó. -En primer lugar, quería asegurarme de que siguiera respirando. No se vería bien en mi expediente que una alumna muriera por un experimento bajo mi tutela.- El profesor dejó un paquete envuelto con tela sobre la mesa de noche. -Además recordé que tenía salvia deshidratada entre mis frascos. Ayudará a su mente después de lo ocurrido hoy.- Dijo abriendo el paquetito, que contenía un frasco con las flores deshidratadas y otro con terroncitos de azúcar. -Avisaré más tarde a Madame Pomfrey para que traiga agua caliente.
Dianna se encontraba sonriendo en silencio mientras trataba de contener a la gata bajo las cobijas.
-Todo bien, señorita Vlach? Parece nerviosa.- Preguntó Severus levantando las cejas.
El felino soltó un maullido. Dianna tosió aparatosamente para disimularlo.- No, todo bien. Parece ser que la poción me afectó los pulmones.- dijo carraspeando antinaturalmente.
De un momento a otro el animal logró librarse de la llave que su dueña le había estado aplicando bajo las cobijas y salió corriendo a esconderse bajo una de las camas cercanas. Dianna palideció. -Estaba por sacarla.- Vlach empezó a tartamudear.- Es la gata, me sigue a todas partes. Déjeme ir a sacarla.- Se propuso ponerse de pie.
-No le recomendaría ponerse de pie en estas condiciones, señorita Vlach.- Dijo Snape deteniéndola.- La poción de sueños es conocida por causar mareo y caídas como efectos secundarios. Yo me ocupo de ella. -El profesor se acercó a la camilla donde se encontraba Marina y se puso en cuclillas. El felino gruñó desde su escondite. -Vamos, no puedo permitir que te sigas comiendo las serpientes del armario, pero no es nada personal.-
Los intentos del profesor parecieron en vano, pues aquella bola de pelos se negaba a salir de su escondite.
-Esperemos que salga antes de que Madame Pomfrey regrese por la mañana.- Dijo el profesor Severus incorporándose.- En fin, intente dormir un poco, le espera una larga semana.- Snape se dirigió a la puerta.
-Por qué no lo toma conmigo?- Diana lo detuvo.
El profesor se paró en ese instante. -Disculpe? -Giró el rostro.
Dianna tragó saliva, no estaba segura de lo que estaba haciendo.
-El té. Al final, ambos nos vimos afectados el día de hoy.- La joven empezaba a sentirse fuera de lugar. -Si no quiere está bien, entiendo que es tarde.- Cada palabra parecía empeorar la situación.- Es sólo que, siendo sincera no creo poder dormir para este punto. No debe faltar más de un par de horas para que amanezca y...- El profesor se quedó en silencio, caminó y abandonó la habitación dejándola en penumbras de nuevo.
Dianna quería que se la tragara la tierra. Miró a la gata aún escondida y le pareció que también quería meterse bajo la cama. Se hundió entre las cobijas. No sabía qué demonios acaba de ocurrir.
Vlach encendió el candelabro junto a la cama. Comenzó a leer las inscripciones en el frasco de salvia. Reconoció la angulosa caligrafía del profesor. Intentó pronunciar las palabras escritas, pero parecía ser alguna lengua desconocida. Diría que era Latín, pero tal vez más antiguo, pues no reconocía muchas de las palabras ahí grabadas. Se quedó perdida un momento viendo las flores violáceas. Le recordaban a la jacaranda en casa. Cerró los ojos y sintió de nuevo el viento llevando consigo las flores. El aroma dulce de la primavera en casa.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuchó la puerta abrirse de nuevo. El profesor Snape había regresado con una tetera y un par de tazas.
Dianna enmudeció.
El profesor se acercó en silencio dejando las tazas sobre la mesa de noche y procedió a sacar las flores con una cucharita larga. Repartió un par de cucharadas en ambas tazas. -Azúcar?- Preguntó.
Dianna asintió con la cabeza sin poder creer aún lo que estaba pasando.
El profesor sirvió el agua caliente en las tazas. -La noche es fría, no tardará en enfriarse.- Señaló la taza.
Dianna la tomó entre sus manos. Cerró sus ojos y bebió. No sabía si era el aroma floral de la infusión, el vapor tibio que emanaba de ella, o la compañía, pero se sintió extrañamente reconfortada.
El profesor Snape cruzó las piernas y bebió en silencio. Dianna lo observó discretamente: bebía el té como sólo los caballeros ingleses lo hacían.
-Cómo sigue la rodilla?- Preguntó Snape.
Con todo lo que había ocurrido la joven ya no recordaba las puntadas en su pierna. -En realidad no tengo idea, déjeme averiguarlo.- Recogió las piernas y descubrió la herida.
-Puedo?- Snape se acomodó en su asiento para mirar de cerca. Dianna asintió. El profesor tocó las suturas con cuidado. -Duele?- Preguntó.
La joven negó con la cabeza.
-Evoluciona bien, no se siente caliente ni supura. En un par de días puede venir con Madame Pomfrey para que retire los puntos. Quisiera asegurarle que no dejará cicatriz, pero fue una herida bastante profunda.- Dijo Snape cubriendo de nuevo a la joven con la cobija.-Está bien, será una cicatriz de guerra.- dijo Vlach orgullosa.
-De la guerra contra usted misma?- Preguntó Snape dando un sorbo a su té.
Dianna no podía molestarse para este punto, el comentario le sacó una sonrisa. Iba a responderle, cuando vio a Marina salir de su escondite estirándose con pereza. Ésta saltó a la cama y se acomodó junto a ella. Snape la escuchó ronronear. El profesor acercó su mano al felino, el cual procedió a olerlo con recelo, pero un momento después restregaba sus mejillas contra los dedos del profesor. -Parece que olvida fácil.- Dijo divertido con la presencia del animal. La acarició con más confianza. De pronto sintió la barriga de la gata. -No puedo imaginar las criaturas que saldrán de un felino que come serpientes.- Dijo Snape mirando a Marina, quien ya se encontraba panza arriba ronroneando.
La joven parecía desconcertada. -A qué se refiere?
El profesor tomó la mano de Dianna y la colocó sobre el vientre del animal. -Está esperando gatitos, pensé que lo sabría. La gata está que revienta de gorda.
Dianna parecía estar en shock. -No puede ser, pensé que la gata estaba ya en ancianitud.-Exclamó.- Lleva casi quince años conmigo.
-Señorita Vlach, especulaba que usted fuese consciente de las anormalidades presentes en esa criatura que usted llama Marina. Pero ahora veo que sobrestimé su perspicacia.- Dianna enrojeció.- Que no llegue a extrañarle si ella vive más que nosotros.-Snape continuó.
Dianna rió. No tenía idea de qué haría con más monstruosidades como ella.
El profesor observó a la gata y se permitió sonreír, aunque sólo un poco.El té estaba ya frío y en el horizonte se apreciaba el resplandor del amanecer.
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Fix me (Severus Snape).
FanfictionFix me se sitúa durante los eventos ocurridos en El Cáliz de Fuego. Descendiente de un largo linaje de magos proveniente de las familias gitanas en España, Dianna Vlach creció en México con sus padres: Orión Vlach, un político, y Susanna DuPont, una...