Capítulo 15. Oclumancia

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-No sabía que Albus Dumbledore permitía la oclumancia por parte de los profesores.- Dianna Vlach deslizó sus dedos sobre el mástil de la guitarra mientras mantenía sus ojos fijos en los del profesor.
Había algo imponente en aquellos ojos brillantes, determinados, sin miedo.
Severus Snape guardó silencio.
-Es la segunda vez que me permite verla.- Dianna tragó saliva.- A mi madre.- Recargó el instrumento contra la pared.
Snape caminó hacia ella. El eco de sus pisadas resonaba a lo largo del solitario corredor.
Dianna sostuvo la respiración juntando el valor necesario para sostenerle la mirada.
El profesor finalmente rompió el silencio. -No suelo permitir que los alumnos se inmiscuyan en mis pensamientos.- Se encontraba de pie frente a ella, sus ojos oscuros como el cielo nocturno se mantenían inamovibles.
Prosiguió. Su voz era apenas un susurro. -Hace algunas semanas las cosas se salieron de mis manos. Le permití entrar a mi mente, a mi pasado.-.
Dianna bajó la mirada. No podía afrontar lo que se avecinaba.

-No es un lugar seguro, señorita Vlach. Lo que ahí albergo y que me atormenta es una carga con la que sólo yo puedo vivir. -La joven percibía el vaho tibio proveniente de aquellas palabras. Inhaló el olor característico a libro viejo y roble.
-Merece saber la verdad una vez que la ha probado a causa de mi impertinencia, es verdad. -Dianna levantó los ojos, impresionada, sólo para encontrarse con el rostro del profesor. Vulnerable, suplicante.
Snape tomó la mano de la joven entre las suyas y cerró sus ojos con fuerza.
Dianna no tuvo tiempo de pedir una explicación, pues la imágenes empezaron a correr frente a sus ojos a una velocidad que le hizo perder la noción del tiempo.

-"Soy Lily Evans.", "Eres una bruja, te he estado observando desde hace tiempo, no tiene nada de malo, yo soy un mago y mi madre también es una bruja."- Las imágenes pasaban como las páginas de un libro.
-"Slytherin!- Exclamó el sombrero seleccionador."-. Un joven Snape se sentaba en la mesa de las serpientes.
Las escenas seguían corriendo frente a ella.
-"Quejicus! Quejicus!"-. Reconoció al padre de Harry y otros miembros de su generación.
El escenario se desvaneció. Aquel joven de cabello negro se encontraba discutiendo con la madre de Harry.
-"Estás usando magia oscura!"-. La imagen se difuminó.
-"Le gustas... Le gustas a James Potter!"-. Era como estar mirando a través del agua.
-"Tú escogiste tu camino y yo el mío." Vio a la pelirroja alejarse, adentrándose en la sala de los Gryffindor.
Comenzó a sentir las ráfagas de viento a su alrededor. Una tormenta se aproximaba. Vislumbró a Albus Dumbledore.
-"Él cree que es su hijo. Escóndela, escóndelos a todos. Te lo imploro."-.
La escena se alejó de ella hasta perderse en el vacío. El panorama se oscureció quedándose en silencio por lo que percibió como una eternidad.

Sintió una descarga de energía que la recorrió de los pies a la cabeza. Los vellos de todo su cuerpo se erizaron repentinamente y un frío abrumador la envolvió por completo.
-Avada Kedabra!- El resplandor era cegador, como ser alcanzado por un rayo.

Dianna abrió los ojos abruptamente como quien trata de escapar de una pesadilla.
Su corazón estaba destrozado. No había una sola palabra que pudiera describir lo que estaba experimentando.
Se dejó caer al suelo gimiendo, doblada por el dolor que la invadía como la misma locura.
El profesor se arrodilló junto a la joven, sosteniendo su rostro entre las manos, tratando de traerla de vuelta, pero Dianna se encontraba en shock. Sus ojos miel, alguna vez llenos de vida, se encontraban ahora opacados por la amargura de sus lágrimas. No había consuelo o cordura que bastara.
Severus suspiró y la abrazó suavemente contra su pecho. Una lágrima solitaria había alcanzado su mentón. -Pero aquí no te puedo proteger.- Terminó.

Acariciando delicadamente el largo cabello de la joven, Severus Snape comenzó a recitar palabras en aquella lengua desconocida

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Acariciando delicadamente el largo cabello de la joven, Severus Snape comenzó a recitar palabras en aquella lengua desconocida.
Los sollozos se fueron apagando.
Dianna sintió el tiempo ir en reversa. Como una taza que se rompe y sus piezas se unen de regreso, su corazón fue olvidando poco a poco el dolor que le aquejaba. Los recuerdos se fueron despegando uno a uno y las lágrimas se fueron evaporando. No quedaba ya rastro del mal o de la muerte.

El dulce ronroneo de la melodía comenzó sutil de nuevo. Dianna lo siguió hasta encontrarse de nuevo en el corredor del castillo. Miró a su alrededor. Estaba de rodillas en el suelo, totalmente sola.
Desconcertada, se puso de pie y tomó su guitarra. Sentía que algo le faltaba, pero no sabía qué.

Fix me (Severus Snape).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora