Atravesando los oscuros corredores de piedra en el sótano, Dianna se aproximó con cautela al aula de pociones.
Dudando un momento, recargó sus manos sobre la pesada puerta de desgastada madera y hierro.
Finalmente, la empujó cuidadosamente, tratando de evitar el incontrolable rechinar que ésta producía.
Contempló el aula casi en penumbras.
Los escritorios estaban apenas iluminados por una discreta luz que se filtraba a través de las ventanas encantadas.
La joven suspiró. Le gustaba la atmósfera de los salones vacíos.Se deslizó a través de los escritorios hasta llegar al escritorio del profesor Snape.
Pasando las puntas de los dedos sobre la superficie de roble oscuro, le miró con curiosidad.
Le rodeó hasta encontrarse del otro lado.
Observó los cajones cerrados y se sintió irresistiblemente atraída hacia ellos. Preguntándose qué guardaría el profesor Snape dentro de ellos, se detuvo un momento, meditativa.-¿Qué diría Luna?- Se reprendió. -Seguramente ya estaría llorando.-. Se respondió a sí misma un segundo después.
Suspiró con pesar. -No esta vez.- Susurró mientras colocaba finalmente la capa sobre el respaldo de la silla detrás de él.
Estaba a punto de abandonar la estancia cuando un ruido apenas audible le paró en seco, poniéndole la piel de gallina. Provenía de la puerta al fondo del salón. El estudio de Snape.
Se mantuvo de pie en silencio, empezaba a adjudicárselo a su imaginación.
Pero no, ahí estaba de nuevo. Se trataba de algo parecido a un tenue quejido.Se debatió por un instante.
Finalmente, seducida por la curiosidad, caminó lentamente de regreso, intentando atenuar el sonido de sus pasos sobre el piso de piedra.
Para su sorpresa, observó que la puerta estaba abierta de par en par. Era como el mismísimo diablo tentándole.
Sus ojos atravesaron la rendija, intentando hacerse de una imagen clara.En el interior, pese a la densa oscuridad contra la que luchaba una única vela, pudo reconocer de inmediato a la figura que se encontraba de espaldas a ella.
Observó con detenimiento la escena: El profesor Snape se encontraba sentado frente a un escritorio lleno de frascos y botellas de vidrio.Su vista se detuvo en aquel inconfundible cabello negro azabache que le rozaba los hombros, siguiendo a partir de ahí aquella silueta, definida por unos hombros que se movían lentamente con cada respiración.
Finalmente, su mirada llegó al centro de toda la escena: En el brazo izquierdo del profesor, descubierto ahora por su túnica arremangada, logró divisar lo que parecía la quemadura más inusual que hubiese visto jamás. Ésta tenía un aspecto espantoso, llegando más bien a lucir como si el brazo tuviera la carne expuesta.
Dianna, horrorizada, creyendo que su vista le estaba haciendo una mala jugada, se frotó los ojos en un intento por terminar de entender lo que estaba ocurriendo en aquel momento.
Sin embargo, el profesor Snape suspiró exasperado, dejando caer el rostro entre sus manos, ocultando nuevamente a su vista, la herida.Toda aquella escena le descolocó por completo.
Perpleja, empezó a retroceder lentamente, chocando sin quererlo contra la silla del profesor, haciéndola rechinar por un segundo. Se llevó la mano a la boca, temiendo incluso que su respiración le delatase.
Pensó que el profesor le habría descubierto, sin embargo, no percibió mayor movimiento dentro del estudio.
Por lo que, sin meditarlo, la joven se apresuró a la salida.Abriendo con cuidado la puerta, se deslizó fuera de la estancia, pero, sin que nada pudiese evitarlo, ésta soltó un rechinido tan estrepitoso al momento de cerrarla, que esta vez resonó en todo el salón.
Dianna no se tomó siquiera el tiempo de esperar una reacción. Corrió despavorida pasillos arriba sin mirar atrás.
Llegó a la sala común de Ravenclaw y cerró la puerta tras ella sintiendo el corazón en la garganta.
Iba a vomitar. Lo sabía.
-Aquí no, niña.- Exclamó con desagrado un personaje dentro de un cuadro cuando vio cómo la joven se ponía pálida como la nieve.
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Fix me (Severus Snape).
FanficDescendiente de un largo linaje de magos proveniente de las familias gitanas en España, Dianna Vlach creció en México con sus padres: Orión Vlach, un político, y Susanna DuPont, una aclamada actriz y artista. Años después de que su madre muriera pr...