El torneo de los tres magos estaba a la vuelta de la esquina, por lo que había que comenzar a organizar la bienvenida, debía planearse todo: el banquete de bienvenida, la decoración, y el coro que les recibiría a su llegada.
Y Minerva McGonagall tenía en mente a la persona perfecta para encabezar a éste último.-Por qué le dijiste que si?- chilló Dianna dándole la espalda a su amiga mientras trataba de desenredarse los rizos frente al espejo.
-No fue sólo cosa mía, ella te escuchó cantar aquella vez en el comedor. Además es una oportunidad estupenda para ti, serás el centro de atención y podrás conseguir la pareja que quieras para el baile de navidad!- Luna se veía mucho más entusiasmada por la participación de su amiga que ella misma.
Vlach suspiró exasperada y se dejó caer a la cama con el peine atorado en los rizos.-Sabes que no me gusta cantar en público, me recuerda a...- Se interrumpió a sí misma como si se le hubiesen acabado las palabras.
La rubia se acostó junto a ella en la cama. -Lo sé, pero ella estaría orgullosa de esto, por algo te enseñó a cantar. Imagínate: su única hija cantando en el colegio más importante de magia en el mundo para el evento más esperado en años!- Luna miró fijamente a su amiga.
Dianna se quedó mirando al vacío por un momento.
"-Somos cantoras, mi amor, tú serás la de voz dulce y los ojos de miel.-"
recordó a su madre.
-Está bien, lo haré.- Miró a Luna.
-Yei!- exclamó su amiga.- Tendremos que pensar en tu atuendo para la ocasión. Cómo te vamos a peinar? Tendré que aprender a maquillar, jamás lo he intentado, pero mamá tiene una caja repleta de maquillaje, le diré a papá que me la mande por lechuza.- Luna comenzó a dar vueltas por el cuarto.
-Te odio.- murmuró Vlach incorporándose en la cama mientras sonreía al ver la emoción de su amiga. Luna la abrazó. -Estoy tan feliz por ti! Ahora hay que desenredarte esto.- procedió a intentar sacar el peine del cabello de su amiga.-Escucha, jamás te pregunté esto, pero ahora tengo curiosidad. Tú... tienes fotos de ella?- preguntó Luna sosteniendo el peine con la boca mientras le ponía aceite de almendras en el cabello a su amiga.
Dianna suspiró y procedió a sacar una caja que estaba adentro de un cajón oculto en la base de su cama.-Aquí. -Señaló.
-Puedo?- Luna daba saltitos en la cama.- No lo puedo creer, siempre había querido verla.Susanna había sido retratada por muchos artistas de la época, por lo que pinturas y fotografías de ella se encontraban aún regadas por su casa en México, y Dianna había decidido traer algunas consigo al colegio para sentir a su familia cerca.
Luna sacó de la caja una fotografía en blanco y negro donde Susanna se encontraba posando con un vestido largo de tirantes, su cabello rizado y largo llegaba hasta abajo de su cintura y caía sobre sus hombros como una cortina, algunos mechones se encontraban abrazados por anillos de lo que parecía ser oro. Sus ojos eran enormes, almendrados como los de su amiga, pero un poco inclinados hacia abajo en las esquinas. Transmitían melancolía. Luna apreció las piedras que caían de los largos collares en su cuello, y los brazaletes metálicos en sus muñecas. Era una mujer preciosa sin duda alguna.
En la siguiente fotografía se apreciaba a los tres integrantes de la familia: Susanna se encontraba cargando a una Dianna de unos tres años a la altura de su cadera. Su madre usaba una falda que llegaba casi hasta el suelo, mostrando sólo sus pies descalzos, su cabello rizado se encontraba recogido en un enorme chongo desordenado, un señor Orión mucho más joven y con el pelo un poco más corto se encontraba junto a la mujer, besándole en la mejilla mientras ella sonreía. -Tu papá es guapo.- murmuró Luna con una risita mientras miraba a su amiga de forma juguetona.
Dianna rió.- Deja ahí ya!- tomó las fotos de las manos de su amiga.- Continuaremos con el paseo por la nostalgia otro día, hoy gracias a ti tengo que ir a reunirme con McGonagall y quién sabe cuántos días más.- Vlach se puso de pie, tomó su cabello ya desenredado y lo peinó en una trenza rápidamente. - Vienes?
-Voy, voy!- exclamó la joven rubia, quien se encontraba llenando a Marina de besitos.
Dianna y Luna encontraron a la profesora McGonagall en el gran comedor, organizando a las lechuzas para que le ayudaran a colgar los estandartes con las banderas de los colegios que vendrían para el torneo. -Esto es un desastre, voy a necesitar más ayuda.- Exclamó McGonagall llevándose una mano a la frente. Dianna, Luna, qué gusto verlas. Necesito que vayan y busquen al profesor Severus, también hagan llamar al resto del coro.
Las chicas se miraron entre sí. -El profesor... Severus?- dijeron mientras tragaban saliva.
-Si, el profesor Severus, él se va a encargar de orquestarlos. Corran, niñas.
Las jóvenes bajaron al aula de pociones, donde esperaban encontrar al profesor, sin embargo, para su sorpresa, el aula estaba vacía. -Vamos, debe estar aterrorizando a algún grupo de primer año por otro lado.- Dijo Luna caminando de regreso a la puerta.
-Espera.- Exclamó Dianna.- Quiero ver algo...
-Qué haces?-susurró su amiga confundida.
Vlach se dirigió a la puerta que estaba detrás del escritorio del profesor. Giró la perilla y se dio cuenta de que, para su sorpresa, no estaba cerrada con llave.
-Dianna!- exclamó Luna a quien las venas de la sien ya se le estaban marcando por la preocupación.
La joven se introdujo a la habitación mientras su amiga entraba tras ella. -Qué demonios crees que haces?- exclamó Luna.
-El otro día vi al profesor Snape haciendo algo raro aquí.- Dianna comenzó a remover entre las botellas de vidrio sobre la mesa: patas de saltamontes, polvo de asteroide, alas de mariposa molidas, escamas de lagarto, todo eran sustancias que conocía. Entonces lo vio: detrás de una pila de libros había una botella cilíndrica con un líquido amarillo y brillante.
-Chloritus Azidus.- Leyó Dianna.- Sabes qué es esto?
Luna se encogió de hombros.- Guárdate el nombre, ahora vámonos de aquí.
Las amigas cerraron la puerta del despacho y caminaron hacia la salida del aula, sin embargo, cuando se proponían a abrir la puerta, ésta se abrió. Era Snape.
-Señorita Lovegood, señorita Vlach. -las miró desde arriba levantando una ceja. -Quisiera saber qué hace un par de alumnas rondando mi salón fuera del horario de clases.
Luna tragó saliva.
Dianna sostuvo la respiración tratando de no titubear. -La profesora McGonagall...- Miró a Luna buscando apoyo.- Nos envió a buscarle para organizar el arreglo coral de bienvenida.- Dijo levantando el mentón sin perder la seguridad.
-Ya veo... Uno pensaría después de recibir una entrega... Inesperada.- Dijo Snape señalando con la mirada su capa.- Que ustedes se sentirían en confianza suficiente para... husmear.
-Y le agradezco por no pensar mal, profesor.- Dijo Dianna ofreciendo la misma sonrisa tonta que el día en el que Snape tuvo que levantarla del suelo.
Luna y Snape se miraron con los mismos ojos cansados.- Vamos.- Dijo Snape sacando a las jóvenes del salón y cerrando la puerta tras él.
Mientras caminaban pasillos arriba, el profesor rompió el silencio. -Para eliminar los pelos de gato le recomiendo un guante mojado, o en todo caso... rasurar a la gata.- Dijo Snape adelantándose en el pasillo mientras su capa se expandía dando el aspecto de murciélago.
Luna miró a Dianna y en ese momento entendió de quién era la capa.
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Fix me (Severus Snape).
FanfictionFix me se sitúa durante los eventos ocurridos en El Cáliz de Fuego. Descendiente de un largo linaje de magos proveniente de las familias gitanas en España, Dianna Vlach creció en México con sus padres: Orión Vlach, un político, y Susanna DuPont, una...