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La verdad a medias

Me quedé en el suelo, sentada en medio de la calle vacía, con las piernas acalambradas y los ojos pesados por el cansancio. Mis manos, cubiertas de pequeñas heridas y moretones, descansaban en mi regazo mientras sentía las lágrimas acumulándose en mis ojos. No podía evitarlo, la frustración que había estado acumulando durante todo este tiempo finalmente había estallado. Ya no podía sostenerla. La escena de la misión recién terminada seguía dando vueltas en mi cabeza, como una pesadilla recurrente. La MC, con Zayne a su lado, ambos luciendo ilesos y satisfechos, mientras que yo me quedaba atrás, ignorada como siempre.

No era la primera vez que me sentía invisible, pero esta vez dolía más. Había estado peleando hasta casi desmayarme. Y aun así, la MC se había llevado los frutos de mi esfuerzo, los protocores, las recompensas. Yo, una simple sombra, ni siquiera merecía una palabra de reconocimiento.

El llanto comenzó suave, pero pronto sentí que no podía contenerlo más. Las lágrimas corrían por mi rostro sin cesar. Sabía que estaba sola, completamente sola, y la sensación de abandono se hacía insoportable. Nadie me veía. Nadie me reconocía. En el fondo, nadie me necesitaba.

De repente, en medio de mis sollozos, un sonido familiar me sacó de mis pensamientos. Un graznido. Alcé la vista, y ahí estaba él: el cuervo negro, Mephisto, observándome desde un poste cercano. Sus ojos brillaban con una inteligencia que no había notado antes. Dio un par de aleteos y bajó hacia mí, tirando suavemente de mi ropa con una de sus garras, como si me estuviera diciendo que me levantara.

Me quedé mirándolo por un momento, sorprendida por la insistencia del cuervo.

—¿Qué quieres? —le pregunté entre suspiros, aunque sabía que no obtendría respuesta.

Mephisto solo graznó de nuevo, tirando un poco más fuerte, casi arrancando un trozo de mi desgastada camiseta.

Al final, con un esfuerzo monumental, logré ponerme de pie. Mis piernas temblaban bajo mi peso, pero algo en la mirada del cuervo me instó a seguir. Mephisto comenzó a volar guiandome hacia las afueras de la ciudad, y aunque una parte de mí quería simplemente desplomarse y rendirse, lo seguí. No tenía otra opción, no después de todo lo que había pasado.

El cuervo me llevó por un camino casi desolado, lejos de las calles principales. La ciudad empezaba a desvanecerse en el horizonte, y el paisaje árido y sombrío de las afueras comenzó a rodearnos. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero finalmente llegamos a un pequeño claro. Allí, bajo la sombra de un gran árbol muerto, estaba Sylus.

Se encontraba de pie, imponente como siempre, con su expresión fría e impenetrable. Sin embargo, esta vez, había algo diferente en su mirada. Sus ojos rojos, que siempre parecían tan distantes, me observaban con algo que no lograba descifrar. ¿Era curiosidad? ¿Incertidumbre? No podía estar segura.

—¿Por qué sigues aquí? —le pregunté, la voz ronca por el cansancio. No tenía la energía para fingir amabilidad o formalidades. Había visto suficiente. Él había visto suficiente.

Sylus me observó en silencio por un momento, como si estuviera sopesando sus palabras. Luego, con una voz calmada pero firme, dijo:

—No puedo estar en los radares de los cazadores. No quiero llamar la atención, no ahora. No cuando soy el hombre más buscado.

Me dejé caer en un tronco cercano, el peso del cansancio apretándome el pecho. Apenas podía mantenerme en pie, pero el instinto me llevó a preguntar:

—Entonces, ¿por qué te arriesgaste a seguirme? Sabes que estar cerca de mí podría complicar las cosas para ti.

Sylus entrecerró los ojos, como si mis palabras le resultaran obvias.

—Vi lo que hiciste en la misión —dijo finalmente, con una nota de algo que podría haber sido admiración, aunque difícil de identificar en él—. He estado vigilando de cerca a la MC por un tiempo, sentía una energía extraña viniendo de ella... pero después de ver lo que pasó hoy, algo cambió.

Sentí una punzada en el estómago. No sabía si era alivio o preocupación lo que me invadía.

—¿Cambió? —pregunté, sin saber realmente si quería escuchar la respuesta.

Sylus asintió.

—Sí. El deseo de seguir a la MC ha disminuido. No sé por qué, pero ahora... quiero entender por qué tú haces lo que haces. ¿Por qué sigues aceptando estas misiones? ¿Por qué no simplemente te detienes?

Lo miré, incrédula. ¿No lo entendía? Claro que no lo entendía. Él era uno de los protagonistas, uno de los "elegidos". Él tenía la libertad que yo nunca tendría.

—Si no hago las misiones —comencé a decir, mi voz temblando de agotamiento y desesperación—, el mundo se detiene.

Sylus frunció el ceño.

—¿El mundo... se detiene? No te entiendo.

—Todo se congela —le expliqué, con más firmeza esta vez—. Las personas, los monstruos, el entorno... todo. Es como si el tiempo dejara de fluir. Las personas se quedan atrapadas en un bucle eterno, sin vida, sin movimiento. Nadie respira, nadie habla, nadie hace nada... hasta que yo cumplo con la misión.

El silencio que siguió fue aplastante. Podía ver la confusión en su rostro. No tenía por qué entenderlo. Era parte del juego, pero no estaba sometido a sus mismas reglas. Después de todo, él era importante, yo no.

—No tiene sentido —dijo finalmente, cruzándose de brazos mientras me miraba con esa intensidad suya—. Si eres tan fuerte como dices, ¿por qué nadie te reconoce? ¿Por qué no puedes luchar con ellos de igual a igual?

Una risa amarga escapó de mis labios antes de que pudiera contenerla.

—Porque no soy como tú. No soy un protagonista. No puedo subir de nivel. No importa cuántos monstruos mate, cuántas veces lo intente, siempre soy débil comparada con ustedes.

Sylus me observó en silencio, sus ojos recorriendo mi rostro, buscando algo, aunque no sabía qué. Finalmente, se agachó hasta quedar a mi altura y me miró directo a los ojos.

—Te creo —dijo, sus palabras firmes pero bajas, como si hablara más para sí mismo que para mí.

Me quedé sorprendida. ¿Me creía? ¿De verdad?

—Pero aún no lo entiendo del todo —continuó, su ceño fruncido nuevamente—. Si lo que dices es verdad, si estás atrapada en este ciclo sin fin, ¿por qué no encuentras una manera de escapar?

—Ese es el problema —le respondí con la voz cargada de frustración—. No hay escapatoria. Cada vez que intento resistirme, cada vez que intento decir 'no', el juego me fuerza a hacerlo de todas formas. Es como si el sistema estuviera diseñado para mantenerme atrapada, como si fuera parte de su programación. No puedo detenerme. Si lo hago, todo se congela, y el mundo se vuelve un infierno silencioso.

Sylus se quedó en silencio por un largo momento, procesando lo que le había dicho. Finalmente, asintió lentamente, como si algo dentro de él hubiera encajado.

—Mephisto y yo seguiremos vigilando —dijo, su tono más suave de lo que jamás había escuchado—. Quiero ver hasta dónde llega esto. Quiero entender por qué el "juego " como lo llamas tu, te trata de esta manera.

Me quedé mirando a Sylus mientras desaparecía entre las sombras, dejando atrás solo al cuervo, que me observaba con esos ojos rojos y penetrantes.

𝐇𝐀𝐔𝐍𝐓𝐄𝐃 | ꜱʏʟᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora