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Los Cazadores en la Zona 109

La noche estaba en su punto más oscuro cuando escuché la puerta abrirse. Me giré en la cama, apenas consciente del ruido, hasta que vi la figura de Sylus. Había algo diferente en él. Su postura era más rígida de lo habitual, sus pasos más pesados. La luz tenue que entraba desde el pasillo iluminaba lo suficiente como para que notara su ropa rasgada y su piel magullada.

Me levanté de la cama de un salto, mi corazón latiendo con fuerza al verlo en ese estado.

—¡Sylus! —exclamé, con la preocupación en la voz—. ¿Qué te pasó?

Sylus se detuvo al oírme, levantando la vista con una leve sonrisa. A pesar de su evidente cansancio, ese destello de diversión que siempre tenía seguía presente.

—No es nada grave —respondió, con esa calma que solía mostrar—. Solo son algunos rasguños.

Mis ojos recorrieron su torso, notando los desgarrones en su camisa y los cortes en su piel. Aunque decía que no era grave, no podía evitar sentir una creciente preocupación. Me acerqué a él, tocando con suavidad uno de los desgarros en su ropa.

—Esto no parece solo un "rasguño". ¿Qué te pasó? —insistí, mi voz temblando levemente.

Sylus dejó escapar un suspiro mientras se quitaba la chaqueta destrozada y la dejaba caer al suelo. Luego comenzó a hablar, su tono más serio que antes.

—Mandaron cazadores a la Zona 109. Han estado intentando entrar, así que he estado luchando contra ellos. Nada que no pueda manejar.

Sentí que el aire se volvía pesado en la habitación. La Zona 109 era un territorio peligroso, sabían que era territorio de Sylus. 

—¿Cazadores? —pregunté, intentando mantener la calma—. ¿Por qué te atacaron?

Sylus me miró con una expresión que no lograba descifrar del todo, pero luego su tono cambió, como si lo que estaba por decir fuera importante.

—No me estaban atacando a mí, exactamente —dijo, haciendo una pausa—. Están buscando algo. O mejor dicho, a alguien.

—¿A alguien? —murmuré, sintiendo una ola de incomodidad—. ¿A quién?

Sylus se quedó en silencio por un momento, observando mi rostro con una intensidad que me hizo sentir vulnerable.

—A ti, Nina —respondió finalmente.

Mi corazón se detuvo por un segundo. Todo mi cuerpo se tensó al escuchar esas palabras. Sentí como si el aire se hubiera vuelto denso, haciendo imposible respirar con normalidad.

—¿A mí? —repetí, casi en un susurro.

—Sí, han enviado cazadores para recuperarte. Parece que están bastante interesados en que vuelvas.

Mis manos comenzaron a temblar de manera involuntaria, y un nudo de ansiedad se formó en mi estómago. No podía entender por qué alguien querría recuperarme, ni qué harían conmigo si me atrapaban.

—Pero... ¿por qué? —pregunté, mi voz llena de confusión—. ¿Por qué me quieren a mí?

Sylus se encogió de hombros, aunque había una dureza en su mirada que delataba su descontento con la situación.

—Eres más importante de lo que crees. Alguien, o algo, no está dispuesto a dejarte ir tan fácilmente.

Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral. No podía imaginar qué tipo de plan podrían tener para mí, pero fuera lo que fuera, no podía ser bueno. Mis pensamientos se desbordaban, tratando de encontrar una respuesta lógica, pero solo encontré miedo e incertidumbre.

Sylus, notando mi ansiedad, se acercó más a mí y, para mi sorpresa, me envolvió en sus brazos. No estaba acostumbrada a gestos tan íntimos por su parte, pero en ese momento no pude evitar hundir mi rostro en su pecho. Sentir su calor, su presencia, me calmó de alguna manera.

—No quiero que pienses que solo me preocupo por mí —dije, mi voz casi inaudible contra su pecho—. Me has dado un hogar, un lugar donde puedo sentirme a salvo, y no quiero que te pase nada malo.

Sylus respondió al abrazo, sus brazos rodeando mi cuerpo con firmeza, pero al mismo tiempo con una delicadeza que me sorprendió. Sentir su protección, su fuerza, hizo que una pequeña parte de mi miedo se disipara.

—¿Eso es lo que crees? —dijo en un susurro cerca de mi oído—. Que me preocupo solo por ti.

Me separé ligeramente de él, lo suficiente como para mirarlo a los ojos. Su mirada, intensa y oscura, me atrapó en ese momento.

—Te lo he dicho antes —continuó—. Eres importante para mí. No voy a dejar que te pase nada.

Su tono era grave, casi solemne, como si esas palabras fueran una promesa que no estaba dispuesto a romper. Sentí cómo mi corazón latía con fuerza, pero no por el miedo esta vez, sino por algo más que aún no lograba descifrar.

—Si realmente quieres agradecerme por todo lo que he hecho —añadió después de una pausa—, hay algo que puedes hacer.

Me aparté ligeramente, con el ceño fruncido, curiosa por lo que estaba insinuando.

—¿Qué cosa? —pregunté, intentando mantener la calma, aunque mi curiosidad crecía.

Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro, esa expresión que tantas veces había visto, pero que aún me desconcertaba.

—Te lo diré en algún momento —respondió, manteniendo el misterio—. No hoy.

Antes de que pudiera protestar o preguntar más, Sylus se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el baño. Mientras lo veía alejarse, quitándose los restos de la camisa destrozada, sentí que el peso del día, de todo lo que había pasado, caía sobre mí de golpe.

—Voy a bañarme —dijo mientras desaparecía tras la puerta—. Tómate tu tiempo para pensar en lo que podría ser.

Me quedé en silencio, mirándolo desaparecer tras la puerta. El sonido del agua corriendo me rodeaba, pero mi mente estaba a mil por hora, intentando procesar todo lo que había dicho.

Los cazadores habían sido enviados para atraparme. Algo o alguien me quería de vuelta, y Sylus, sin dudarlo, había estado enfrentándose a ellos para protegerme. Ahora sabia porque salía de la casa a diario pero nunca había visto señales en el de las peleas.

El juego quería sacarme de mi refugio y eso me preocupaba.

𝐇𝐀𝐔𝐍𝐓𝐄𝐃 | ꜱʏʟᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora