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Cuidado y Consuelo

De regreso a la casa, Sylus y yo caminamos en silencio, ambos exhaustos y heridos, pero con el alivio de haber salido de la batalla más difíciles hasta ahora. La paz que habíamos ganado era algo más profundo que la simple ausencia de conflicto; era una calma que sentía como un abrazo cálido, un refugio.

Al llegar, Sylus me guió hacia el interior de la casa con una delicadeza que no había mostrado antes, como si cada movimiento estuviera hecho para asegurarme de que estaba a salvo. Me dirigió hacia la sala y me indicó que me sentara, en su rostro una expresión de concentración y preocupación. Aunque mis heridas ya comenzaban a sanar de manera natural, aún sentía el dolor punzante de cada corte y golpe que había recibido.

—Siéntate aquí, Nina. Deja que me ocupe de esto —dijo suavemente, arrodillándose frente a mí y sacando un paño limpio y una pequeña bolsa con hierbas curativas y vendas.

No era la primera vez que alguien cuidaba de mis heridas, pero verlo a él, quien siempre se había mostrado tan distante y reservado, hacer esto con tanto esmero me conmovió profundamente. Era como si cada toque, cada mirada concentrada, me dieran una razón más para confiar en él.

Sylus tomó un paño, lo empapó en agua fresca y comenzó a limpiar con cuidado cada corte y rasguño. En silencio, sus manos trabajaban con una suavidad que contradecía su acostumbrada dureza.

—Gracias, Sylus... —murmuré, encontrando difícil decir algo más. Las palabras no alcanzaban a expresar lo que sentía.

Él levantó la vista, deteniendo por un instante su trabajo. En sus ojos rojos había algo diferente, una chispa de calidez que pocas veces dejaba entrever.

—No tienes que agradecerme nada, Nina —susurró, pero con una firmeza que mostraba cuánto le importaba. Bajó la vista de nuevo, concentrándose en mis heridas mientras continuaba—. Protegerte no es algo que haga por obligación. Lo hago porque tú... —se detuvo un segundo, buscando las palabras correctas— porque tú significas algo para mí.

Mis ojos comenzaron a picar, y sentí una mezcla de alivio y gratitud que casi me dejaban sin habla.

—Significas algo para mí también, Sylus. Mucho más de lo que jamás pensé que alguien podría significar. —Dije, tratando de controlar la emoción en mi voz.

Sylus apenas esbozó una sonrisa, y sin más palabras continuó vendando mis brazos y colocando una bolsa fría en mi mejilla, que había recibido uno de los golpes más duros. Lo observé trabajar, sorprendiéndome de la paciencia y el cuidado que mostraba en cada movimiento.

Cuando terminó de curarme, Sylus se apartó y me miró de nuevo, la intensidad en sus ojos hablaba de algo más profundo, algo que hasta ahora no había mostrado.

—Cuidaré de ti, Nina. No importa lo que pase, siempre te protegeré —dijo con una firmeza que solo podía venir de alguien que había decidido luchar, sin importar las consecuencias.

—Lo sé, Sylus. Y... gracias —respondí, encontrándome casi sin palabras ante su compromiso. No había nada que pudiera hacer o decir para demostrarle cuánto significaba eso para mí.

Pasaron los días siguientes en un clima de paz y cuidado. Sylus me ordenó que descansara, y por primera vez en mucho tiempo me permití hacerlo sin resistencia. Las heridas en mi cuerpo comenzaron a sanar, y aunque aún quedaban algunos moretones, el dolor se había disipado considerablemente.

Sylus se encargaba de que nada me faltara. No importaba si necesitaba agua, comida o simplemente compañía; él estaba allí, asegurándose de que no me faltara nada. Cada vez que sentía hambre o antojo, Sylus se encargaba de traerme algo a la cama. Su presencia constante y su dedicación silenciosa me hacían sentir segura y cuidada de una manera que nunca había experimentado antes.

—¿Te traigo algo más? —me preguntó una noche, trayéndome una taza caliente de té.

—No, esto es perfecto. —Le sonreí mientras tomaba un sorbo, dejando que el calor me reconfortara.

Él se sentó al borde de la cama, observándome con una ternura en sus ojos que pocas veces dejaba ver. Suspiré, dejándome llevar por la calma que había traído consigo desde aquella batalla. Era increíble pensar en todo lo que habíamos pasado y, de alguna manera, habíamos llegado a un punto en el que el silencio compartido decía más que las palabras.

En las noches, Sylus permanecía a mi lado. Había algo en su presencia, en la forma en que me abrazaba con una delicadeza casi sobrenatural, que hacía que toda preocupación y dolor se disiparan. Cada noche nos encontrábamos en un abrazo reconfortante, y en la calidez de su cercanía sentía como si el mundo entero se desvaneciera, dejando solo la paz que compartíamos.

—No sabía que pudieras ser tan suave, Sylus —bromeé una noche, acurrucándome en su pecho.

Él soltó una leve risa, una rareza en él que siempre me hacía sonreír.

—Solo contigo, Nina. Tú eres la única persona que me ha hecho ver el mundo de otra manera —respondió en un susurro, acariciando mi cabello con una ternura que hacía que mi corazón latiera más fuerte.

En las noches, entre sus brazos, encontré algo más que consuelo. Encontré una paz que me llenaba de esperanza, de sueños que antes no me había permitido tener. Quizás el mundo dentro del juego era incierto y estaba lleno de desafíos, pero mientras estuviera junto a Sylus, sentía que podía enfrentar cualquier cosa.

Cuando mis heridas comenzaron a sanar completamente y mis fuerzas volvieron, Sylus me llevó a conocer la zona que tanto habíamos anhelado visitar sin miedo a ser interrumpidos.

—¿Lista para ver un mundo en el que somos realmente libres? —me preguntó, ofreciéndome su mano.

Tomé su mano sin dudar, y juntos caminamos hacia la zona N109, un lugar escondido, alejado de la vigilancia del juego. Allí, en medio de un campo lleno de luces que danzaban como estrellas, me sentí verdaderamente en paz. Era un lugar que parecía existir fuera del tiempo y el espacio, un refugio de libertad donde, por primera vez, no éramos personajes atrapados en un juego, sino dos almas compartiendo un mundo sin barreras.

Nos sentamos en el campo, y mientras las luces se reflejaban en sus ojos rojos, supe que no importaba cuántas veces el juego intentara controlarnos. Juntos habíamos encontrado un camino hacia la libertad y un refugio en el que nuestras almas podrían descansar.

—Gracias, Sylus. Por todo. Por cada batalla y por cada momento de paz. No podría haberlo logrado sin ti.

Él me tomó de la mano, entrelazando nuestros dedos y apretando suavemente.

—Gracias a ti, Nina. Tú me mostraste que hay algo más allá de las reglas de este mundo. Algo que vale la pena... y eso eres tú.

Nos quedamos en silencio, observando las estrellas, sabiendo que habíamos encontrado algo más que libertad. Habíamos encontrado un refugio mutuo, un amor y una conexión que ni el juego ni ninguna batalla podrían arrebatarnos.

Y así, bajo un cielo lleno de estrellas, nos quedamos juntos, compartiendo un momento que era nuestro, fuera de todo control y libre de cualquier amenaza. En ese instante, supe que, sin importar lo que viniera, lo enfrentaríamos juntos. Porque habíamos encontrado en el otro la paz que siempre habíamos buscado.

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Con este capítulo en teoría terminaríamos esta historia. este es el final que ustedes escogieron, espero les haya gustado, ahora toca subir los capítulos del final que yo tenia planeado, espero lo disfruten también.

𝐇𝐀𝐔𝐍𝐓𝐄𝐃 | ꜱʏʟᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora