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Una decisión imposible PART 3

El aire en el campo de batalla era pesado, denso con el miedo y la tensión de cada movimiento. Después de haber resistido juntos contra las fuerzas del juego, Sylus y yo nos encontrábamos rodeados y superados en número, pero todavía había una chispa de determinación ardiendo en sus ojos, una chispa que no había visto en nadie más en este mundo. Sabía que me iba a proteger, sin importar el precio.

La MC apareció ante nosotros, su expresión calmada pero sus ojos fijamente puestos en Sylus. Aunque parecía tan tranquila como siempre, una sombra oscura de intención se reflejaba en sus gestos mecánicos. El juego la había enviado como último recurso, con un propósito claro: restaurar a Sylus a su programación original y borrar cualquier atisbo de su independencia. Si lo lograba, todo el progreso que habíamos hecho se perdería. Sylus volvería a ser una marioneta más, y yo estaría sola frente a Xavier, Raphael y Zayne.

Sylus tensó la mandíbula y, tras una pausa de dolorosa determinación, se enfrentó a la MC, con la certeza de que no podía dejar que esta lo controlara de nuevo.

—No volveré a ser un peón, no para ti ni para nadie más —espetó Sylus, con una frialdad que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones.

La MC no respondió; simplemente alzó la mano, y Sylus se estremeció, como si una fuerza invisible intentara someterlo. Vi cómo su cuerpo se retorcía, sus músculos se tensaban y sus ojos oscilaban entre una lucha interna y una ira contenida.

—¡Sylus! —grité, impotente mientras me enfrentaba a Xavier y Raphael, quienes no perdían oportunidad de atacarme con cada segundo de distracción.

Con esfuerzo, Sylus logró recomponerse, aunque se notaba que luchar contra la influencia de la MC era como pelear contra un peso aplastante. Me lanzó una mirada intensa, una mezcla de dolor y determinación, y entonces comprendí que estaba dispuesto a luchar hasta el final, aunque eso significara enfrentarse a su propio destino.

—Nina, no te detengas. No permitas que te superen —me ordenó, antes de lanzarse hacia Zayne, quien también se movía para proteger a la MC.

Mi cuerpo dolía y mis reflejos ya no eran tan ágiles como al inicio, pero las palabras de Sylus resonaron en mi mente. Me enfrentaba a Raphael y a Xavier, quienes se movían con la precisión y la destreza que solo los personajes principales poseían. A cada golpe que bloqueaba, sentía cómo mi cuerpo se agotaba más y más, pero no podía rendirme, no cuando Sylus peleaba con una desesperación similar.

Xavier lanzó un corte hacia mi costado y apenas logré esquivarlo, sintiendo cómo el filo de su espada rozaba mi piel, dejando una línea ardiente en su camino. Raphael atacó desde el otro lado, y aunque bloqueé su golpe, el impacto hizo que mi brazo temblara de dolor.

—¿Crees que puedes resistir, Nina? —se burló Raphael con una sonrisa fría—. Solo eres una anomalía en este mundo, algo que el juego puede borrar en cualquier momento.

—Tal vez, pero no soy quien sigue órdenes sin cuestionarlas —respondí, esforzándome por mantener mi voz firme a pesar del miedo que sentía.

Mientras tanto, Sylus peleaba con una intensidad feroz. Zayne intentaba retenerlo, pero Sylus se movía con tal rapidez y precisión que lograba evadir la mayoría de sus ataques, dirigiéndose directamente hacia la MC. Cada vez que Zayne bloqueaba su camino, Sylus respondía con un golpe devastador, forzando a Zayne a retroceder.

Finalmente, en un golpe preciso, Sylus logró dejar a Zayne inmovilizado en el suelo, aprovechando ese breve instante para lanzarse con todas sus fuerzas hacia la MC. La MC, al darse cuenta de su intención, levantó las manos en un intento desesperado por detenerlo, pero Sylus ya estaba preparado.

—¡No permitiré que me controles de nuevo! —gritó, su voz cargada de una furia que estremeció el aire a nuestro alrededor.

Con un movimiento rápido y brutal, Sylus atacó la esencia de la MC, fracturando su código con cada golpe. La MC se estremeció, sus ojos mostrando un brillo de temor mientras partes de su código comenzaban a desintegrarse ante el ataque de Sylus. La intensidad con la que se movía, la desesperación en cada golpe, era algo que jamás había visto antes en él. Este no era el calculador y frío Sylus que yo conocía; era alguien que peleaba por su libertad, por su identidad... y por nosotros.

Aun así, mi situación era cada vez más crítica. Xavier y Raphael atacaban sin descanso, y aunque intentaba recordar cada técnica que Sylus me había enseñado, mis fuerzas comenzaban a abandonarme. Raphael me lanzó un golpe que apenas pude bloquear, y su fuerza me hizo retroceder unos pasos. Sentí un sabor metálico en la boca; estaba al límite.

Sylus, al ver mi situación, apretó la mandíbula con desesperación y redobló sus esfuerzos, golpeando a la MC con tal fuerza que fragmentos de su código volaron en todas direcciones. La MC gritó, un sonido mecánico y desgarrador, y Sylus aprovechó su momento de vulnerabilidad. Con un último y devastador golpe, comenzó a desintegrar lo que quedaba de ella, el código que sostenía su existencia evaporándose en un brillo etéreo.

—¡No te atrevas a tocarla de nuevo! —rugió Sylus, sus palabras cargadas de un odio tangible mientras desintegraba la MC pieza por pieza.

Entonces, justo en el instante en que pensé que todo terminaría en un enfrentamiento definitivo, una voz omnipresente resonó en el aire, como el eco de algo muy distante pero ineludible.

—Basta.

La voz era fría, monótona, pero llevaba un peso inconfundible de autoridad. El juego mismo se manifestaba, deteniendo la batalla en un instante. El mundo entero pareció detenerse, los colores se desvanecieron levemente y una especie de vacío envolvió todo a nuestro alrededor.

—Ustedes ganan. No más daño al código —dijo la voz, resonando en cada rincón del campo de batalla.

Todo quedó en silencio. Xavier y Raphael se detuvieron de inmediato, al igual que Zayne, quien aún trataba de levantarse del suelo. Sylus y yo intercambiamos una mirada, ambos intentando procesar lo que acababa de suceder. Habíamos logrado lo imposible, habíamos obligado al juego a ceder.

Sylus, aún con la respiración agitada, no soltó su espada, como si todavía desconfiara de las palabras del juego. Pero al ver que ninguno de los otros personajes hacía el más mínimo intento por moverse, relajó su postura ligeramente y me dedicó una mirada intensa.

—Ganamos... —murmuró, apenas creyendo en sus propias palabras.

—Lo logramos —respondí, con la voz quebrada por el cansancio y la emoción. Nos habíamos enfrentado a todo el poder del juego y habíamos salido victoriosos, juntos.

Sylus extendió su mano hacia mí, y, sin dudarlo, la tomé.

𝐇𝐀𝐔𝐍𝐓𝐄𝐃 | ꜱʏʟᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora