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Bajo su Mirada

Mi sueño fue interrumpido por un movimiento que, aunque intentaba ser suave, logró sacarme de ese letargo agradable en el que me encontraba. Abrí los ojos con dificultad, parpadeando varias veces para ajustar mi vista a la tenue luz de la habitación. Sylus ya me tenía en sus brazos, sosteniéndome como si fuera algo tan natural para él como respirar.

—¿Te aburriste de esperarme? —preguntó con una ligera sonrisa en los labios, el tono juguetón en su voz era evidente.

Aún estaba adormilada, mi mente nublada por los restos de sueño. Miré hacia él, todavía medio perdida en esa sensación entre la realidad y los sueños. Mi voz salió somnolienta, como si no fuera del todo mía.

—Yo... estaba leyendo algo —respondí, aunque a juzgar por el modo en que mis párpados aún pesaban, estaba claro que me había quedado profundamente dormida en algún punto.

Sylus alzó una ceja, como si no estuviera del todo convencido de mi respuesta, pero no lo mencionó. En lugar de eso, cambió de tema sin perder su habitual serenidad.

—¿Comiste algo en la tarde?

Miré a mi alrededor, buscando la ventana para ver cuánto tiempo había pasado. ¿Ya era de noche? La oscuridad del exterior fue mi respuesta. Sin poder ocultar mi sorpresa, volví la mirada hacia él.

—Eso responde a mi pregunta —dijo Sylus, con un leve toque de humor en su tono.

Con un movimiento fluido, me dejó sentada en la cama, asegurándose de que estuviera cómoda antes de soltarme. Mi estómago gruñó en ese preciso instante, dejándome en evidencia.

—¿Tienes hambre? —preguntó, sus ojos fijos en los míos mientras asentía en silencio.

Sin más palabras, Sylus me guió fuera de la habitación, llevándome directamente al comedor. A diferencia de la primera comida del día, esta vez la mesa estaba más modesta, pero igualmente rebosante de comida recién preparada. Había platos de carne asada, guarniciones de vegetales al vapor y panes recién horneados. Todo desprendía un aroma tan delicioso que hizo que mi estómago se retorciera de hambre. Nos sentamos a comer, el ambiente tranquilo aunque una tensión sutil flotaba en el aire.

No podía dejar pasar más tiempo sin hablar, y menos aún sin abordar algo que había estado rondando mi mente desde hacía un tiempo. Tomé un sorbo de agua antes de armarme de valor para preguntar lo que me estaba inquietando.

—¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? —solté de repente, casi sin pensarlo.

Mi pregunta pareció tomarlo por sorpresa, aunque trató de ocultarlo. Sylus siempre tenía una fachada imperturbable, pero noté un ligero destello de desconcierto en sus ojos antes de que volviera a su usual compostura. Sonrió de lado, como si hubiera estado esperando una pregunta así.

—Eres especial, y me gusta tener lo que es único —respondió con una tranquilidad que me incomodó.

Aunque el tono de su voz seguía siendo suave, no pude evitar sentir una punzada de incomodidad por la elección de sus palabras. "Me gusta tener lo que es único". Como si yo no fuera más que un objeto raro que deseaba poseer por mi singularidad. No es que hubiera estado haciéndome ilusiones respecto a Sylus, pero su respuesta me dejó un sabor amargo. Algo en su manera de expresarse me recordó lo alejado que estaba de ser una persona corriente, de ser alguien en quien confiar.

Decidí cambiar el tema antes de que mi incomodidad se hiciera evidente.

—¿Qué hiciste todo el día? —pregunté, fingiendo indiferencia mientras cortaba un trozo de carne.

Sylus tomó un momento antes de responder, como si estuviera evaluando cuánto decir.

—Allá fuera es un caos —dijo finalmente, su tono ahora más serio—. No estoy completamente seguro de qué está ocurriendo, pero la gran ciudad parece haber caído en el desorden. Tengo la sospecha de que, de alguna manera, tú eres la causa de todo esto, aunque no encuentro una razón clara.

Me detuve a medio bocado, sus palabras resonando en mi cabeza. ¿Yo? ¿Cómo podría ser yo la causante de algo tan grande? No tenía sentido, pero la mirada de Sylus indicaba que él estaba considerando todas las posibilidades.

—Además, la MC ha estado buscándome sin parar —continuó con una sonrisa irónica—. Está convencida de que te he raptado y quiere liberarte de mis garras.

Soltó una carcajada baja, como si la idea de la MC queriendo "rescatarme" fuera una broma para él. A juzgar por su expresión, parecía encontrar toda la situación bastante divertida.

—Lástima por ella —añadió con un guiño—. No pienso soltar mis garras de ti.

El rubor en mis mejillas fue inmediato, no porque sus palabras me causaran algún tipo de emoción positiva, sino porque la forma en que lo dijo me hizo sentir como un simple trofeo. Aun así, traté de disimular mi incomodidad, cambiando mi enfoque a lo que estaba comiendo.

—Te quedó bien la ropa que pedí para ti —dijo, cambiando el tema de nuevo, y su mirada me recorrió de arriba abajo, como si estuviera evaluando cómo me sentaba el conjunto que había elegido para mí.

—No es algo que usaría normalmente, pero... es de buen gusto —respondí, manteniendo mi voz lo más neutral posible.

Sylus sonrió, complacido con mi respuesta.

—Por supuesto, es mi gusto.

La conversación se desvaneció nuevamente en un silencio cómodo, y terminamos de comer en relativa paz. Cuando Sylus se levantó de la mesa, me indicó que lo siguiera, esta vez en dirección a su habitación. No pude evitar sentir un ligero nerviosismo en el estómago. A medida que caminábamos por los pasillos, traté de calmar mi mente, pero las palabras de Sylus seguían rondando en mi cabeza.

De pronto, sin previo aviso, lanzó una pregunta que me dejó completamente fuera de guardia.

—¿Te gustó el conjunto de ropa interior? —Su tono era coqueta, casi juguetón, y pude sentir el calor subiendo por mis mejillas mientras mi piel se erizaba ante su comentario.

El sonido de su risa llenó el pasillo cuando notó mi reacción.

—Solo quería ver cómo reaccionabas ante mi comentario —dijo, todavía divertido—. Te dejaré un rato en la habitación sola. Ponte cómoda y tu pijama, ya vuelvo.

Y con esas palabras, se fue, dejándome parada en la puerta de su habitación, con la mente en un torbellino de pensamientos. Entré y me senté en la cama, tratando de procesar todo lo que había pasado. Había algo inquietante en la manera en que Sylus me trataba, y aunque aún no lograba entenderlo del todo, sabía que debía estar alerta.

Me quité la ropa con rapidez y me puse el pijama que él había dejado para mí. Aunque el conjunto era cómodo, no podía evitar sentir que todo era parte de algún plan mayor que Sylus tenía en mente. Me metí bajo las sábanas y me acurruqué, esperando que el sueño volviera, aunque mi mente seguía llena de preguntas.

Sylus era un misterio, y yo estaba atrapada en su juego, sin saber como jugar mis cartas.

𝐇𝐀𝐔𝐍𝐓𝐄𝐃 | ꜱʏʟᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora