Más Cerca de Sylus
—Quiero que estés lo más cómoda posible, es lo menos que mereces —dijo Sylus, su voz cálida mientras me miraba directamente a los ojos—. Pediré que limpien una habitación para ti.
Mi corazón dio un vuelco al escuchar sus palabras. Quería detenerlo, decirle que no era necesario, que ya no quería otra habitación. Pero sentía una vergüenza enorme que no sabía cómo manejar. Había algo en la forma en que Sylus me leía, en su capacidad de detectar cada pequeño gesto o reacción, que me intimidaba profundamente. No era solo su presencia física lo que me ponía nerviosa, sino su habilidad para entenderme sin que yo dijera una palabra.
—A menos que prefieras seguir durmiendo conmigo —añadió con una sonrisa traviesa, levantando una ceja de manera coqueta.
Desvié la mirada, intentando esconder el rubor que de seguro teñía mis mejillas. Sylus, por supuesto, no me dejó escaparme tan fácilmente. Tomó suavemente mi mentón y giró mi rostro para que lo mirara directamente. La intensidad de su mirada hizo que el calor en mi rostro aumentara aún más.
—No desvíes la mirada de mí —dijo, sus palabras susurradas con una mezcla de mando y juego, provocando que me ruborizara aún más.
—Tomaré el color de tus mejillas como una respuesta a mi favor —dijo con una sonrisa satisfecha, su tono burlón pero de alguna manera encantador.
Antes de que pudiera reaccionar, Sylus se levantó del suelo y me ofreció su mano. Dudé por un segundo, aún sintiendo la calidez en mis mejillas, pero finalmente tomé su mano para levantarme del sofá. Sentir su piel contra la mía, aunque solo fuera un contacto tan breve, hacía que mi corazón latiera más rápido de lo que quería admitir.
—Vamos a descansar —añadió con suavidad mientras me ayudaba a ponerme de pie.
Mientras caminábamos hacia la cama, su voz se volvió más suave, casi como si compartiera un secreto conmigo.
—Disfruto mucho cuando hablas... —dijo con una sonrisa genuina—. No dejes de hacerlo.
Me guiñó un ojo, y no pude evitar sentirme extrañamente feliz por el comentario. Era una mezcla extraña de emociones: nervios, timidez, pero también una sensación de seguridad a su lado, algo que no había experimentado en mucho tiempo. A pesar de su actitud juguetona, había algo reconfortante en la manera en que Sylus manejaba cada situación, como si siempre supiera exactamente lo que decir o hacer para calmarme, para hacerme sentir vista.
Los días siguientes fueron marcados por una serie de cambios sutiles en nuestra dinámica, algunos más evidentes que otros. Sylus, con su habitual determinación, comenzó a hacer modificaciones en su habitación. Lo primero que hizo fue expandir el clóset, transformándolo en una recámara completa dedicada a nuestra ropa.
—Así tendremos suficiente espacio para todo —dijo mientras inspeccionaba el trabajo.
El "nosotros" en su declaración me dejó un poco sorprendida, pero no tuve el valor de objetar. En lugar de desalojar una habitación separada para mí, como había prometido inicialmente, estaba haciendo que la suya fuera más cómoda para ambos.
Además del nuevo espacio para la ropa, Sylus mandó construir otro baño, uno privado para mí. Pero, curiosamente, su propio baño, dentro de la habitación, permaneció intacto. Estaba rodeado de paredes de vidrio que dejaban todo al descubierto, y cada vez que él se metía a bañar, yo tenía que encontrar la manera de evitar mirarlo. La idea de ver su figura a través del vapor me hacía sentir una mezcla de vergüenza y curiosidad que no sabía cómo manejar. Sin embargo, para Sylus, esto parecía ser una fuente inagotable de diversión.
Cada vez que salía del baño con una toalla apenas envuelta alrededor de su cintura, escuchaba su risa traviesa resonando en la habitación.
—¿Te estás escondiendo otra vez? —decía con una sonrisa burlona.
Era obvio que desde el principio nunca había querido que me fuera a otra habitación. Las modificaciones que hizo fueron rápidas, eficientes, pero a pesar de todo el tiempo que pasó haciendo que nuestra habitación fuera perfecta, nunca encontró el tiempo, o el interés, para desalojar una habitación separada para mí. Los días pasaban, y aunque inicialmente me sentía incómoda compartiendo el espacio con él, poco a poco me fui acostumbrando a la rutina.
Lo que me sorprendió más fue su generosidad. Sylus no escatimaba en detalles cuando se trataba de hacerme sentir a gusto. Cada día, nuevas prendas de ropa aparecían en el clóset recién ampliado. Vestidos de telas finas, zapatos de diseñador y joyas exquisitas llenaban los estantes y las gavetas. No había pedido nada de eso, pero cada vez que intentaba agradecerle, Sylus simplemente se encogía de hombros como si no fuera gran cosa.
—Te mereces todo esto —decía sin darle importancia.
Había algo extraño en todo esto, en la forma en que parecía disfrutar complaciéndome, asegurándose de que estuviera rodeada de lujo. Pero no podía evitar sentirme incómoda con todo aquello. No estaba acostumbrada a recibir tanto, y mucho menos sin tener que dar algo a cambio.
A veces me preguntaba si todo esto era parte de algún plan mayor que Sylus no me había revelado aún. Pero, al mismo tiempo, no podía negar que me sentía extrañamente cuidada a su lado. A pesar de las circunstancias, de lo caótico que era todo este mundo, había algo en la manera en que Sylus manejaba las cosas que me hacía sentir protegida. Incluso en sus gestos más sutiles, como el guiño que me lanzaba de vez en cuando o la manera en que tomaba mi mano sin dudarlo, había una conexión creciente entre nosotros, algo que no podía ignorar.
Una noche, mientras me ponía uno de los nuevos vestidos que Sylus había ordenado para mí, me encontré mirándome en el espejo con una mezcla de asombro y confusión. La mujer que me devolvía la mirada no se parecía en nada a la chica que había sido antes de llegar a este mundo. ¿Cuándo había cambiado tanto? ¿Cuándo me había acostumbrado a esta nueva vida, a estos lujos y atenciones que Sylus me brindaba?
Sentí un nudo en el estómago. No era solo el cambio físico lo que me preocupaba, sino el hecho de que, poco a poco, Sylus estaba logrando lo que parecía ser su objetivo desde el principio: hacerme parte de su mundo, de su vida, de su espacio. Y, aunque parte de mí luchaba contra la idea, otra parte empezaba a rendirse a la realidad de que, tal vez, no quería alejarme de él. No porque me sintiera atrapada, sino porque, de alguna manera retorcida, había comenzado a encontrar consuelo en su compañía.
Sin importar cuánto intentara resistir, era claro que Sylus estaba cada vez más cerca de romper todas mis defensas. Y lo peor era que ya no estaba segura de querer mantenerlas en pie.
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𝐇𝐀𝐔𝐍𝐓𝐄𝐃 | ꜱʏʟᴜꜱ
FanfictionNina, tras morir en un accidente automovilístico, reencarna en su videojuego favorito Love and Deep Space como un personaje secundario. Sin embargo, su nueva vida tiene un costo: está atrapada en un ciclo de misiones imposibles de rechazar y, mientr...