19

158 35 1
                                    

Una decisión imposible PART 2

Durante los días siguientes, la casa de Sylus se convirtió en una especie de fortaleza en miniatura. Él y yo pasábamos horas en su sala de entrenamiento, un amplio salón con paredes metálicas reforzadas, rodeado de armas y equipado con todo tipo de herramientas para mejorar mis habilidades. Aunque mis poderes en este mundo eran limitados, Sylus insistió en que podía ayudarme a ser más rápida, más fuerte y, sobre todo, a pensar estratégicamente en combate.

Cada mañana comenzaba de la misma forma: yo despertaba temprano, y él ya estaba listo, esperándome con una mezcla de paciencia y una intensidad implacable. Desde el primer día, Sylus fue claro en sus intenciones.

—Nina —me dijo mientras ajustaba mi posición en la sala—, necesitas aprender a defenderte por ti misma. No siempre podré estar ahí para cubrirte, y si las cosas se complican, tendrás que reaccionar rápido.

Asentí, tomando su consejo con seriedad. La mirada en sus ojos dejaba claro que él no aceptaría medias tintas. Así que, con la espada en mis manos y el pulso acelerado, me preparé para el primer ejercicio.

—Muy bien, ¿qué hago primero? —pregunté, tratando de ocultar el temblor en mi voz.

—Primero, vamos a trabajar en tus reflejos —me respondió con una leve sonrisa de aprobación—. Si puedes reaccionar lo suficientemente rápido, tendrás ventaja sobre el enemigo.

Sin advertencia, lanzó un pequeño cuchillo hacia mí. Me quedé paralizada un instante, pero rápidamente logré esquivarlo, aunque el filo pasó peligrosamente cerca de mi rostro.

—¡Sylus! —exclamé, con el corazón latiéndome en la garganta.

—Es solo un entrenamiento —dijo, caminando hacia mí y cruzando los brazos—. No creas que los que vengan a por ti serán más amables. Debes reaccionar rápido, y siempre estar alerta.

Volvimos al entrenamiento, esta vez con Sylus atacando desde distintos ángulos. Al principio, mis movimientos eran torpes; cada vez que intentaba bloquear, él me superaba con facilidad. Sin embargo, a medida que los días avanzaban, sentía que iba ganando destreza y confianza. Sylus me enseñó a mantenerme ligera sobre mis pies, a usar mi peso para impulsarme hacia adelante y desviar los ataques con más precisión.

—Bien, así es como se hace —me felicitó después de uno de los ejercicios, colocando una mano en mi hombro—. Tienes que confiar en ti, Nina. Tu fuerza no solo está en tus habilidades físicas, sino en cómo usas cada ventaja que tienes. Aunque no tengas los poderes de los demás, tu agilidad puede ser suficiente para equilibrar las cosas.

—Gracias, Sylus. No sabía que... aprendería tanto en tan poco tiempo —respondí, sintiéndome aliviada y agradecida por su paciencia.

Él asintió, sonriendo apenas, y por un momento, sus ojos mostraron algo más que la seriedad que siempre llevaba consigo.

—No olvides lo que te enseñé, Nina. Si llega el momento de enfrentarnos a ellos, no te rindas. Sigue luchando hasta el último segundo.

**

Los días pasaron en una mezcla de entrenamientos y conversaciones en las que Sylus y yo tratábamos de prepararnos mentalmente para lo que se avecinaba. Su escudo, el que nos mantenía seguros dentro de la casa, estaba resistiendo, pero ambos sabíamos que solo era cuestión de tiempo antes de que el juego encontrara la forma de derribarlo.

Y ese día, finalmente, llegó.

La primera señal fue un cambio en el aire. El cielo, que hasta entonces se había mantenido en su característico tono rojo, comenzó a mostrar extraños destellos de luz. Eran crasheos, fracturas de color que se rompían en el horizonte, como si la propia realidad se estuviera desgarrando. Sylus, que estaba observando desde una ventana, giró hacia mí con una expresión de alarma.

—El escudo ha sido derribado —dijo, tomando su espada y ajustándola en su cinto—. Es el momento, Nina.

Ambos salimos al jardín, en silencio, pero con la tensión colgando en el aire. Lo primero que noté fue la falta de sonido. No se oía ningún pájaro, ni el viento rozando las hojas. Todo estaba completamente inmóvil, como si el mundo estuviera conteniendo el aliento antes de la tormenta. Fue entonces cuando escuchamos los pasos.

A lo lejos, entre los árboles y la niebla, comenzaron a aparecer tres figuras que reconocí al instante: Xavier, Raphael y Zayne. Avanzaban con expresión fría y decidida, sus cuerpos iluminados por las luces del cielo. Cada uno portaba su arma, y la energía que emanaba de ellos parecía llenar el aire con una extraña presión que me hacía temblar.

Sylus se giró hacia mí, su mano sobre mi hombro.

—Recuerda lo que te enseñé, Nina. No te distraigas y usa todo lo que tienes —me dijo con voz firme—. Puedes hacerlo.

Asentí, apretando la empuñadura de mi espada, sintiendo cómo la adrenalina corría por mis venas.

Cuando llegaron a pocos metros de nosotros, Sylus avanzó, posicionándose entre Raphael y Zayne, desviando su atención con una sonrisa desafiante.

—¿Vinieron solos? —preguntó con sarcasmo—. ¿El gran juego no tenía más recursos que enviar?

Zayne respondió con una mirada furiosa.

—Vinimos a restaurar el orden, Sylus. A erradicar lo que no debería existir.

Sin más palabras, Sylus atacó, desatando un golpe rápido que forzó a ambos a retroceder, dándome la oportunidad de enfrentarme a Xavier. Este avanzó con una mirada fría y calculadora, sus ojos fijos en mí, como si me estuviera evaluando.

—¿Crees que tienes una oportunidad, Nina? —preguntó en un tono burlón, levantando su espada—. No deberías ni estar aquí.

—Tampoco tú —le respondí, aunque mis manos temblaban. Sylus me había enseñado a ocultar el miedo, a no mostrar debilidad.

Xavier cargó hacia mí con un movimiento rápido, pero logré esquivarlo justo a tiempo, tal como me había enseñado Sylus. Sentí el filo de su espada pasar cerca de mi rostro, y respondí con un golpe rápido, dirigiéndome hacia su costado. Aunque bloqueó mi ataque, pude ver la sorpresa en sus ojos. No esperaba que resistiera tanto.

—Nada mal —admitió, girando su espada y lanzando un golpe desde un ángulo distinto.

El enfrentamiento se convirtió en un intercambio frenético de golpes y esquivas. Cada vez que me atacaba, lograba bloquear o esquivar, y cuando él intentaba avanzar, yo respondía con la rapidez que había desarrollado en los entrenamientos. Aunque no podía igualarlo en fuerza, cada movimiento que hacía era más preciso que el anterior.

Mientras tanto, podía ver a Sylus en el rabillo del ojo, enfrentándose a Zayne y Raphael. Sus ataques eran certeros y devastadores; Sylus los superaba en habilidad, y aunque ambos intentaban acorralarlo, él parecía moverse como una sombra, evadiendo cada golpe y lanzando ataques precisos.

Xavier, frustrado por no poder vencerme rápidamente, intensificó sus ataques. Sus movimientos se volvieron más agresivos, y sentí que empezaba a perder terreno. Justo cuando pensé que me iba a superar, recordé las palabras de Sylus: "Usa tu agilidad, Nina. No te enfrentes directamente a la fuerza. Desgástalo." Con ese pensamiento en mente, comencé a cambiar mi táctica, centrándome en desgastarlo en lugar de vencerlo de frente.

—¿Cansado ya? —le pregunté, provocándolo mientras esquivaba otro de sus ataques.

—No durará mucho más, Nina —espetó, aunque comenzaba a respirar más fuerte.

Entonces, el juego hizo algo inesperado. El aire pareció vibrar, y en un instante, una figura familiar apareció en la escena. Era la MC, su expresión inexpresiva pero sus ojos fijos en Sylus. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al verla, porque aunque su presencia en el campo era silenciosa, sabía lo peligrosa que era.

Sylus me miró, sus ojos mostrándome un destello de preocupación. A pesar de todo, sonrió, como si estuviera listo para enfrentarse a todo lo que el juego pudiera lanzar contra nosotros.

—Recuerda lo que te enseñé, Nina —me dijo en voz alta, antes de girarse hacia la MC—. Hoy peleamos juntos.

𝐇𝐀𝐔𝐍𝐓𝐄𝐃 | ꜱʏʟᴜꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora