Pruebas
Salí de la cueva, tambaleándome por el agotamiento y las heridas que me pesaban como una cadena invisible atada a mis pies. Mis pasos eran lentos, y cada vez que apoyaba el pie, sentía el dolor irradiarse por mis piernas. Mi respiración era pesada, como si el aire mismo se resistiera a entrar en mis pulmones. Apenas habíamos dejado la entrada de la cueva cuando Sylus, como si hubiera estado esperando, rompió el silencio.
—¿Por qué el protocore se desintegró? —preguntó, con su voz baja y fría, pero cargada de curiosidad.
Miré al frente, sin detenerme. El brillo inquietante de sus ojos me atravesaba la nuca. La respuesta era simple, aunque no menos frustrante.
—No lo sé —respondí, sin molestarme en darle más detalles.
No tenía sentido ocultarlo. No entendía por qué ese protocore, que debía haberme ayudado a avanzar de nivel o al menos proporcionarme algún tipo de ventaja, simplemente se desintegró. Pero ¿cómo podía explicarle algo que ni siquiera yo comprendía? Estaba atrapada en este ciclo del juego que no seguía ninguna lógica, al menos no una que pudiera descifrar.
Sylus no se detuvo ahí.
—Entonces, ¿por qué estás tan mal herida? —Su voz sonaba un poco más aguda, como si intentara desentrañar un misterio. Y para él, probablemente yo lo era.
Suspiré. Me dolía hablar, pero de alguna manera sentía que debía darle una explicación. Era agotador lidiar con él, pero, al mismo tiempo, algo en su presencia me obligaba a seguir la conversación.
—He estado matando monstruos... demasiados monstruos. —El cansancio se reflejaba en mis palabras. Apenas y podía mantenerme de pie, pero sabía que no me dejaría ir tan fácilmente.
Sylus hizo una pausa, y luego soltó una risa sarcástica, una que me hizo sentir como si fuera un simple juego para él.
—¿Una cazadora que mata tantos monstruos debería tener una evol más fuerte, no? ¿Cómo puede ser que apenas puedas hacerle un rasguño a un monstruo?
Su observación era precisa, dolorosamente precisa. Lo sabía mejor que nadie. ¿Cómo podía seguir enfrentando a esos monstruos, subiendo el nivel de la protagonista, y no ver absolutamente ninguna mejora en mí misma? Sentí la frustración subir por mi pecho, pero estaba demasiado cansada para darle explicaciones detalladas.
—No tengo elección —dije finalmente, sin mirarlo.
—No entiendo lo que dices —insistió, con una curiosidad que bordeaba en la irritación.
Me detuve por un segundo, sentí su mirada pesada sobre mí. Todo en mí quería gritarle, explicarle cómo estaba atrapada en un ciclo sin fin, obligada a seguir órdenes de un juego que no me permitía avanzar. Pero ¿de qué serviría? No estaba en condiciones de desmenuzarle mi desesperación.
—Si quieres saber la verdad —le dije, con un tono cortante—, sígueme. Observa por ti mismo.
Sylus no dijo nada, pero lo sentí moverse detrás de mí, como una sombra persistente. No sabía cuánto tiempo más podría mantener este ritmo. Estaba agotada, mi cuerpo y mi mente estaban al borde del colapso, pero no podía detenerme. Mientras avanzábamos hacia la ciudad, sentí su mirada, siempre inquisitiva, siempre observando.
Cuando llegamos cerca de la ciudad, Sylus se detuvo, como si decidiera que ya había visto lo suficiente por el momento.
—Mi ayudante te seguirá. —Señaló hacia su cuervo, Mephisto, que revoloteaba cerca de nosotros. —Veré todo lo que haga él.
No me sorprendió. Sylus siempre tenía un plan, siempre observaba desde las sombras, listo para intervenir solo cuando le beneficiaba. Asentí ligeramente y seguí caminando hasta mi casa. No pasaron más de unos minutos desde que llegué, me dejé caer en la cama, esperando encontrar algo de paz.
Pero, por supuesto, esa tranquilidad fue efímera.
Unos golpes en la puerta resonaron en la pequeña habitación, rompiendo cualquier esperanza de descanso. Gruñí para mí misma, sabiendo que no podía ignorarlo. Me levanté con esfuerzo, cada músculo de mi cuerpo protestando, y abrí la puerta.
Era la protagonista del juego, la MC. Su expresión era de pura urgencia, como siempre, llena de energía y determinación, incapaz de percibir o siquiera preocuparse por mi estado.
—¡Nina! Unos monstruos están destruyendo la ciudad. Tenemos que detenerlos —dijo con su habitual tono de mando.
No estaba sola. Zayne, uno de sus fieles compañeros y otro de los protagonistas, estaba con ella, con esa misma mirada impasible y decidida, listo para defenderla a toda costa.
Sentí la opresión del sistema del juego envolverme. No quería ir. Estaba agotada, herida, y sabía que no estaba en condiciones de pelear. Pero el juego no me daba opción. Era como si una fuerza invisible tirara de mí, empujándome a aceptar la misión. Aceptar, luchar, sufrir. No podía decir que no.
Sin decir una palabra, me uní a ellos, mi cuerpo moviéndose como si estuviera en piloto automático. Mientras nos dirigíamos a la ciudad, esperaba que el cuervo de Sylus estuviera viendo. Si alguien tenía que saber en qué estado estaba, era él. Tal vez entonces podría entender lo que realmente me estaba ocurriendo.
Cuando llegamos al centro de la ciudad, los monstruos ya habían comenzado su ataque. Eran criaturas grandes, similares a lobos, pero de un azul profundo, casi luminoso, y al menos el doble del tamaño de un lobo normal. Sus garras afiladas brillaban bajo las luces de la ciudad, y sus ojos centelleaban con una hambre salvaje.
No tuve tiempo de prepararme antes de que uno de ellos se lanzara hacia mí. Mi cuerpo reaccionó por pura costumbre, levantando la espada para bloquear el ataque, pero el impacto fue brutal. Sentí el dolor recorrerme desde el brazo hasta el hombro, y apenas logré mantenerme en pie.
Cada vez que atacaba, sentía que mis golpes apenas hacían mella en sus gruesas pieles. Los lobos azules parecían ser inquebrantables, sus movimientos rápidos y mortales. Por otro lado, MC luchaba con la gracia y precisión que solo el juego podía otorgarle. Cada golpe que daba era certero, cada movimiento fluía con una perfección que solo podía haber sido programada.
Pero yo... yo era un desastre.
Uno de los lobos me golpeó con fuerza, y caí al suelo, jadeando por aire. Estaba agotada, más allá del cansancio. Mi cuerpo ya no respondía, mis músculos dolían con cada intento de levantarme. Apenas podía sostener mi arma, y los monstruos lo sabían. Podía sentirlo en la forma en que me acechaban, como si estuvieran disfrutando de mi debilidad.
Dejé de luchar. No podía más. Cerré los ojos por un momento, esperando que todo terminara.
Pero entonces, algo cambió.
Los monstruos, que me habían tenido como objetivo principal, de repente giraron su atención hacia MC. La protagonista, demasiado ocupada en su perfección, no se dio cuenta de lo que sucedía hasta que fue demasiado tarde. Los lobos la rodearon, sus ojos brillando con hambre. Atacaron, rápidos como el rayo, y en un instante, ella estaba en el suelo.
Antes de que pudiera reaccionar, Zayne se lanzó hacia ella. Con una velocidad impresionante, se interpuso entre los monstruos y MC, bloqueando sus ataques con una destreza que nunca mostró para ayudarme.
Sentí una punzada de amargura. Yo había estado luchando por sobrevivir, y él ni siquiera me había mirado. Pero cuando ella estaba en peligro, estaba dispuesto a darlo todo para protegerla. Así funcionaba el juego, después de todo.
Finalmente, la misión terminó. Los monstruos fueron derrotados, y MC, indemne gracias a Zayne, tomó los protocores, los pequeños núcleos brillantes que dejaron los lobos. Los guardó sin siquiera mirarme, ayudándole a subir de nivel una vez más. Luego, sin una palabra, sin un agradecimiento, sin siquiera una mirada, ella y Zayne se marcharon, dejándome atrás.

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𝐇𝐀𝐔𝐍𝐓𝐄𝐃 | ꜱʏʟᴜꜱ
ФанфикNina, tras morir en un accidente automovilístico, reencarna en su videojuego favorito Love and Deep Space como un personaje secundario. Sin embargo, su nueva vida tiene un costo: está atrapada en un ciclo de misiones imposibles de rechazar y, mientr...