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DALTON
Tras salir de la librería, camino de regreso. Me detengo un par de metros antes de llegar a la heladería. En la acera, sentada en el extremo de una banca, está Cassia. Su larga cabellera rojiza cae en forma de cascada, enmarca su rostro y resalta ante la textura verde inglés del sweater. Sostiene un cono de helado y, cada tanto, saborea una cucharada. Aunque también de a momentos lo aparta y con su mano libre, se quita los restos de lágrimas que no consigue sostener. Me cuesta entender cómo una persona que lo tiene prácticamente todo puede estar así de triste. Permanezco en las sombras, debatiendo en mi interior si sería correcto acercarme. Debe odiarme. De hecho, también me odio un poco a mí mismo por haberla dejado plantada. Pero, ¿qué iba hacer? No puedo darme el lujo de enfrentarme con los Ferguson, una de las familias más poderosas del pueblo.
Retrocedo. Voy a tomar otro camino para no cruzarnos, aunque el recorrido sea más extenso hasta casa. A punto de hacerlo, escucho risotadas masculinas que me suenan familiares.
Sus voces suenan potentes. Volteo.
—Hola, bombón.
—¿Qué hace una chica como tú aquí sola? —murmura uno de los muchachos, tras sentarse en la banca, uno a cada lado de Cassia—. Oh, estás llorando. Te podríamos consolar, ¿qué dices?
Agudizo la vista.
«No puede ser».
Son Tyson y Gunner... Mis hermanos.
—No, gracias. Tengo que irme —trata de levantarse, pero él la sostiene por el brazo y no se lo permite.
—¡Ey! —exclamo mientras me dirijo a paso rápido hacia ellos—. Quítale las manos de encima. Hablo en serio, Tyson.
—¿O si no qué, eh? ¿Me vas a matar, hermanito? —pronuncia de manera burlesca y nuevamente la agarra del brazo.
—No la toques —doy un paso en frente, dispuesto a romperle la cara. Sin embargo, Cassia estampa el cono de helado sobre su cabeza y como si acabara de cometer un delito, se esconde trás mi espalda. Fastidiado, Tyson larga un insulto en voz alta y se aproxima de forma peligrosa, con la furia inyectada en la mirada. Rápido, le doy un empujón—. Alejense de ella. Ahora, idiotas —ordeno repleto de tensión. Matándolos con la mirada. A pesar de que es evidente que está bajo los efectos de alguna narcótico, Gunner tiene un momento de lucidez y convence a Tyson de alejarse, aunque este lo hace contra su voluntad y se marcha gritando insultos que ignoro.
En cambio, volteo hacia Cassia.
—¿Son tus hermanos? —pregunta impresionada.
—Sí —admito avergonzado—. Te pido disculpas por lo que te hicieron.
—Gracias, pero no tienes que disculparte. No es tu culpa que sean unos imbéciles. Son bastante mayorcitos para hacerse cargo de sus actos, ¿no?
Me alivia que lo entienda.
—Lo sé. Son mis hermanos mayores.
—De hecho, la norma dice que ellos deberían dar el ejemplo —menciona en un ligero tono divertido.
—Supongo. Aunque mi familia no es nada típica. Todo lo contrario. Es evidente, ¿no?
—Uhm, un poco. Sí —lo reconoce—. Bueno, ya tengo que irme a casa.
CASSIA
Cada vez que estoy triste, un cono de helado es la solución inmediata. No arregla el problema, pero lo alivia. Es como tapar el dolor con una buena dosis de azúcar y crema helada. No he podido evitar derramar alguna que otra lágrima mientras caía en la cuenta de mi soledad y qué, de algún modo, siempre ha sido así. Mi familia solo espera que haga realidad sus expectativas o de lo contrario, no obtendré ninguna muestra de cariño o compensación. Estaba dejándome llevar por la tristeza cuando ese par de muchachos idénticos invadieron mi espacio y luego, procedieron a acosarme.
No puedo creer la manera en que Dalton apareció. A tiempo. Continúo anonadada por su manera de actuar. Había tanta seguridad en la forma en que pronunció cada palabra, como si estuviera dispuesto a hacer algo realmente malo si desobedecen sus órdenes.
Mi piel aún permanece estremecida.
Un nudo me atraviesa la garganta cuando me despido para ir a casa. Percibo que esta nueva aparición de Dalton será similar a la última vez: causó un alboroto en mi mundo y luego se hizo humo. Giro, echo un vistazo a mí alrededor procurando que esté en orden y emprendo a caminar.
—Cassia, estabas llorando. ¿Estás bien? —escucho tras mi espalda.
Me detengo en seco. De nuevo que frente a él. Balanceo la cabeza a los lados, miro al suelo y me encojo de hombros.
—De vez en cuando me siento triste —contesto sincera. Trago saliva—. De pronto todo está oscuro, solo puedo ver grises y creer que las cosas mejorarán parece una misión imposible. Recién fue uno de esos momentos. Eso es todo.
—¿Estarás bien?
—Sí. Eso creo —digo. Retrocedo para finalmente marchar, pero no lo hago. Sacaré lo que tengo en mi pecho—. Te esperé el otro día, Dalton. La verdad fue humillante, ¿sabes? Tuve que repetirle a la camarera en tres ocasiones que estaba esperando a alguien. Luego de un largo rato, me miró con lástima —trato de poner una sonrisa burlesca para aliviar la tensión.
Él luce genuinamente preocupado.
—Lo siento —murmura—. No quería lastimarte. En absoluto.
Bajo la mirada. Eso dolió en mi interior y no entiendo el por qué.
—De verdad creí que podíamos ser amigos.
—No, no podemos. Ni siquiera tendríamos que estar aquí hablando —carraspea—. De todos modos, ¿por qué quieres estar cerca de alguien como yo? Todos aquí creen que soy una mala persona. Solo voy a perjudicarte, Cassia. Ya lo hice, de hecho. No es justo para ti.
Niego. Otra vez la soga invisible que presiona mi garganta. Dalton luce físicamente fuerte, es posible que mida como sesenta centímetros más que yo y aún así, puedo entrever lo pequeño que se siente; como si luchara por volverse diminuto para no ocupar espacio ni causar molestia.
—Lo que no es justo es que te cierres al mundo, Dalton. No creo que seas una mala persona. Los demás se hicieron una idea equivocada sobre ti, es hora de que dejes de creer en eso —expreso—. Estoy segura que tienes una historia para contar, tu versión de los hechos. Deberías hacerlo. Tienes que alzar la voz. Sé que no es fácil y sé que da miedo, pero deberías intentarlo. Al menos ya sabes que alguien aquí estará dispuesta a escucharte. Eso es un avance, ¿no? —sonrío dulcemente.
Sí. Soy una fiel creyente de las segundas oportunidades. Reconozco que a veces son como estamparse con una pared pero otras, definitivamente valen la pena.
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NOTA DE AUTORA: ¡Hola! Espero que hayan disfrutado el capítulo 💗. Sé que fue corto pero mañana subo otro, lo prometo. Mientras tanto, pueden dejar un comentario diciendo lo que más le gusta de la historia, personaje favorito o lo que quieran 🥰🥰.
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Las heridas que sanamos
RomansaCassia y Dalton están rotos. Ninguno planeó enamorarse pero tras conocerse nada volverá a ser lo mismo. ♡♡♡ Cassia tiene el corazón herido. El único novio que tuvo en toda su vida se lo rompió. Dispuesta a sanar, decide regresar al pueblo donde n...